HISTORIAS

Gonzalo Porras lleva 15 días de retiro. Colgó los zapatos en Villa Teresa, el equipo en que había comenzado su carrera. Tiene solo 36 años y está bien físicamente, pero fue una decisión muy meditada de la que, por ahora, no se arrepiente. Por estos días, no tiene ganas ni de ir a jugar un partido con sus hijos, que lo invitan, pero es consciente que eso con el tiempo puede cambiar. Y está seguro que lo que más puede extrañar es el vestuario, las comidas, los momentos compartidos en grupo.

Por estas épocas estaría de vacaciones y podría no haber tomado consciencia aún de que no volverá a jugar. “Fue una decisión que tomé sumamente convencido. A principios de este año, cuando arreglé en Villa Teresa, le dije al presidente que mi idea era retirarme a fin de año y hacerlo en el club de donde prácticamente había salido. Y donde me enseñaron muchísimas cosas que después puse en práctica en mi carrera. Sólo había una cosa que podía haber extendido mi paso por el fútbol: que lográramos el ascenso, pero no se pudo dar. Asimilé muy rápido lo del retiro y por ahora no estoy extrañando”, contó el ya exvolante.

“La llevó bien. Es más, después de anunciar el retiro vi algunos partidos y no me dieron ganas de jugar ni nada. Y los gurises grandes míos a veces me invitan a jugar y les digo que no, porque no me dan ganas, al menos en este momento. Capaz que dentro de unos meses me vienen ganas y empiezo a extrañar todo lo hermoso que tiene el fútbol, pero por ahora no. Lo que más voy a echar de menos va a ser la adrenalina de los días de partido y el compartir con los compañeros, tanto los momentos lindos como los malos. Las comidas y los momentos de grupo”, dijo quien aseguró, sin embargo, que tuvo más compañeros de trabajo que amigos en el fútbol.

“Siempre hay más compañeros que amigos, de eso no tengo dudas. Pero a mí me tocó hacer muchísimos amigos, algunos de los cuales se transformaron en familia. Es con lo que me quedo. Como dice el mensaje que me mandó el ‘Loco’ Abreu, más allá de los logros, cuando uno se retira tiene que quedarse con las amistades y las demostraciones de afecto que te brinda la gente. Con eso me quedo hoy en día”.

Porras se crió en Nuevo París, hizo el baby fútbol en el club Lanza México 68, pasó por las formativas de Wanderers, hizo Séptima y Sexta división en Bella Vista, hasta pasar a Villa Teresa, en los momentos en que se creaba el club Alianza, que era la fusión de Villa Teresa, Salus y Huracán de Paso de la Arena. Fue en Alianza donde debutó en Primera de la mano del técnico Fernando Balda, quien tuvo una gran influencia en muchos aspectos de su vida. Pero el proyecto de Alianza no pudo concretarse por razones económicas. Y Porras pasó a Liverpool, la segunda de las más de diez camisetas que defendió en su carrera.

Cumplirá los 37 años el 31 del primer mes del año. Por eso sorprendió que colgara los botines. “Me sentía bien físicamente, pero creí que era el momento. A veces hay que tomar decisiones en tiempo y forma. Creí que era la hora por muchas cosas: el fútbol ya me había devuelto todo lo que yo le brindé. Fue una decisión difícil, pero a la vez linda porque la tomé convencido”, explicó Porras, quien tuvo como siempre el apoyo de su esposa Rosario y de sus seis hijos.

“Las palabras de mi señora fueron: ‘Si vos estás convencido y crees que es el momento, yo te respaldo y te voy a bancar a muerte’. Y era el momento”.

Fue Campeón Uruguayo con Danubio en la temporada 2013-14. Al año siguiente pasó a Nacional donde no tardó en meterse a la hinchada en el bolsillo. Y repitió el título en tres oportunidades con los tricolores. Jugó en tres diferentes etapas en River Plate y tuvo dos pasajes por el exterior: por México y Argentina. Sin embargo, no los elige como sus mejores momentos en el fútbol. “Para mí lo mejor fue desde que comencé a jugar al fútbol con sólo tres años hasta el día que me tocó dejar hace 15 días. Para mí el fútbol es todo. Pero en cuanto a momentos deportivos: con River Plate salimos terceros en una Copa Sudamericana; o lograr el campeonato uruguayo con Danubio o los que gané con Nacional, venciendo al tradicional rival. Como también mi pasaje por el exterior. Fueron todos momentos muy lindos que me dejaron un aprendizaje terrible”, afirmó convencido.

 A pesar de todo lo que vivió en el fútbol aún no tiene claro si seguirá vinculado o si cambiará totalmente de rubro. “Por un lado me gustaría seguir, quizás como entrenador dado que ya tengo el curso, o desde algún otro lado. Pero también tengo algunas ofertas para recorrer otros caminos totalmente distintos al deporte. Analizaré con mi familia cuál es la mejor opción, como he hecho siempre y la tomaré”, dijo y explicó de qué se trata la nueva posibilidad laboral.

“Algunos proyectos a nivel inmobiliario, que pueden ser en el Uruguay o en el exterior. Tengo las dos posibilidades. Es un tema que me interesa mucho, siempre me gustó. Y además, tengo una muy buena relación con Fernando Balda, que fue el entrenador que me ascendió a Primera Division en Alianza en 2005 y él esta enfocado y abocado al tema inmobiliario. Está hace 15 años en ese rubro y siempre que nos veíamos a fin de año me iba aportando algunas cosas y me iba interesando cada vez más el tema para seguirle los pasos. Tenemos una relación muy buena, somos amigos y casi familia. De todos modos nunca me voy a alejar totalmente del fútbol que fue mi pasión durante toda mi vida. Veremos cuál es la mejor decisión para mí y mi familia”.

Si finalmente la balanza se inclina para el lado del fútbol, le gustaría comenzar como ayudante o formando parte de un cuerpo técnico. “Me gustaría empezar de a poco, como segundo asistente o algo así. Tengo que ir viendo cómo se maneja todo porque es muy distinto ser futbolista que ser entrenador. Hay muchas más cosas de que ocuparse en el día a día, como la planificación o la forma de expresarse con los jugadores, de llegarles y hacerles comprender la ideología de juego que uno tiene. Estoy recibido desde diciembre del 2017 y estaría en óptimas condiciones para integrar cualquier cuerpo técnico. Me gustaría empezar como ayudante de campo y ver si me copa la idea de ser entrenador”.

A pesar de que considera importantes a todos los entrenadores que tuvo, vuelve a referirse a Fernando Balda. “Fue muy importante en mi carrera, me inculcó muchísimas cosas y no solo en lo deportivo sino para la vida. Cosas que luego llevé adelante durante toda mi carrera”, manifestó.

“Pero también soy un poco de la ideología de Gustavo Munúa, en cuanto a cómo vive los entrenamientos y los partidos. A su forma de trabajar y cómo realiza la planificación, y al tiempo que le dedica. Me siento identificado con el juego de Munúa. Y a la hora de jugar me gusta el juego asociado, salir desde el fondo y que el volante central sea protagonista. Que las jugadas salgan de su pies”.

Fernando Balda no solo lo marcó en su vida futbolística, fue por él que conoció a Rosario, su mujer. “Ella tiene un jardín de infantes al que concurrían las hijas de Fernando. Un día coincidimos en una reunión en lo de Fernando. Nos empezamos a conocer y por intermedio de ellos es que tenemos esta familia. Prácticamente, que le debo todo a Fernando: en lo futbolistico, y en el amor también. Por él y su mujer Mónica, conocí a mi señora”.

Rosario ya tenía cuatro hijos de un matrimonio anterior cuando se encontraron. “Luego tuvimos dos en común, pero los considero míos a los seis. El mayor, Nahuel, tiene 22 años, Alejo y Valentín son gemelos de 20, Celeste tiene 17, Rocío 11 y la pequeña María Paz de tres años.

No tiene apuro en tomar la decisión sobre su futuro laboral. “Ahora quiero disfrutar de estas fiestas, de las vacaciones de mi señora en el jardín de infantes y de la familia. Luego con tranquilidad veré cual es la mejor decisión para nosotros”.