Cuatro hinchas están sentados en el hall del Hotel Hilton de Porto Alegre y especulan sobre el futuro de Nacional en la fase de grupos de la Copa Libertadores. “Estaba visto”, dice uno de ellos, haciendo alusión a que la suerte del equipo para clasificar en el Grupo F ya está perdida. “¿Qué querés? Mirá el grupo que nos tocó”, se excusa otro. Mientras que un tercero intercede y devuelve el positivismo a la charla: “Hasta el gol de ellos jugamos muy bien”.
Las opiniones hacen en todos los casos referencia al partido que se encarnó entre corazones tricolores como un empate con sabor a derrota, pero que, con el paso de las horas, y muy lentamente, pasó a tomar otro valor.
Para los que viajaron, muchos de ellos en su propio vehículo o en un ómnibus con 12 horas de trayecto, no va a ser posible dar vuelta la página tan fácil. Por lo menos hasta que llegue el sábado, día en que el equipo volverá a jugar por el Torneo Apertura (contra Wanderers, en el Gran Parque Central).
Las calles de Porto Alegre, con muchas más camisetas de Inter que en los días previos, así se lo hicieron sentir a este grupo de amigos que viajó a Brasil exclusivamente por esto. Hubo quienes les preguntaron si estaban pasando por un mal presente deportivo y las respuestas fueron afirmativas.
Cada caminata por la calle, conversación con un taxista o intercambio con un mozo redundaba en el mismo tema: qué le había pasado a Nacional, que de la noche a la mañana borró con el codo todo lo bueno que había escrito con la mano.

El entrenador Pablo Peirano hizo referencia al tema en la conferencia de prensa pospartido y rechazó la idea de que el equipo se haya “desplomado”, como le sugirió Ovación: “Me parece que es injusto usar la palabra desplomar. Eso es cuando uno se entrega. El equipo intentó, jugó, ganó y perdió. Es demasiado para el esfuerzo que hicimos todos. En dos semanas se han visto las cosas que me interesan en lo macro y vamos por buen camino. Tuve cuatro partidos en dos semanas y la respuesta de los jugadores es excelente”.
Pero, entonces: ¿qué le pasó al Nacional de Peirano?
Lo que tal vez los ojos de los televidentes no vieron a través de las imágenes de la televisión fue que el Inter creció a partir del apoyo de su gente. Sin embargo, también aprovechó la baja del rendimiento de Nacional, que no encontró las mismas respuestas en los suplentes que en los titulares.
Y hay cinco puntos a considerar: 1) Es, por lo menos, inconsistente que Lucas Morales haya pasado de no integrar la convocatoria de los dos partidos anteriores a salir a la cancha como volante por derecha cuando usualmente es lateral.

2) Eduardo Vargas pasó de posible héroe a villano después de que una definición suya se marchara al saque de arco y una parte importante de los hinchas que dijeron presente en Brasil perdiera la paciencia con él. Tendrá que empezar a responder cuanto antes, aunque la posición volcado a la banda no lo favorece.
3) El equipo rescató un punto valioso e hizo tres goles como visitante por Copa tras 21 partidos (Estudiantes de Mérida; 2020). De todas formas, hizo un solo punto en la primera fase, algo que no pasaba desde 2021.

4) La línea de cinco que por momentos fue una falsa línea de tres le abrió más espacios de lo normal y con este sistema táctico Nacional ya recibió nueve goles en los tres encuentros que tuvo.
5) El mal trago de empezar goleando y volverse a Montevideo con un 3-3 contamina estas 48 horas posteriores, pero no empaña las buenas sociedades que encontraron Lucas Villalba, Nicolás López y Luciano Boggio. Además, Julián Millán ha ido de menos a más y probó ser un zaguero de jerarquía internacional.
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