Diego Polenta con Ovación: lo que sufrió por la muerte de Izquierdo y la respuesta a las críticas por su físico

El excapitán de Nacional tuvo un mano a mano en Miami, mientras está de vacaciones con su familia, uno de los gustos que se puede dar por el retiro del fútbol profesional.

Diego Polenta en Miami tras el homenaje de la filial de Nacional.
Diego Polenta en Miami tras el homenaje de la filial de Nacional.
Foto: Diego Domínguez.

El calor abraza las calles de Miami. Es domingo y el clima dice que el día está pesado afuera, ideal para que aquel que puede, se quede resguardado en su casa. Pero adentro de una pizzería llamada Ciber Pizza Sport Bar hay una fiesta que llama. Es la convocatoria de la filial de Nacional a Diego Polenta, el ídolo que aún trasciende fronteras, meses después de haber colgado los botines, y que eligió a la ciudad como destino para pasar unas vacaciones.

“Llega en 10”, dice el Alemán (uno de los organizadores) tratando de calmar la ansiedad de la gente. Sería en vano: ya todos estaban afuera esperándolo, como si estuviese a horas de un partido importante. Como si no viniera de haber estado por la mañana en un picado improvisado con un grupo de italianos que, al ver que hablaba el idioma, lo invitaron a sumarse.

Esta vez le tocaría jugar con los hinchas, que además de sacarle la vergüenza con los cánticos, le dieron un cuadro con su imagen retratada y un cuchillo de regalo. Polenta, fiel a la tradición, sacó 20$ de su billetera y entre carcajadas dijo que era para “no cortar con la amistad”.

La moza parece sorprendida. Tanto así que cuchichea con otra trabajadora en la caja, a la que le roba una sonrisa cómplice. Ovación, allí presente, espera para entrevistarlo. Hasta que Polenta accede, aun cuando los hinchas no le bajan la mirada. Tiene mucho para decir…

Diego Polenta en Miami en el homenaje de la filial de Nacional.
Diego Polenta en Miami en el homenaje de la filial de Nacional.
Foto: Diego Domínguez.

-A un año del fallecimiento de Juan izquierdo, ¿cuál es el aprendizaje?

-Es bravo, fue y es duro hasta el día de hoy, pero en la vida pasan cosas y uno tiene que afrontarlas. Esta es una cosa que yo afronté. Es lo peor que me pasó en mi carrera, y toqué fondo en el sentido emocional porque no quería entrar a una cancha, tenía miedo y decía: “Mierda, ¿para qué voy a seguir jugando al fútbol si esto es la vida?”.

-¿Cuánto demoraste en entrar a una cancha de vuelta después de lo que pasó?

-Estuve una semana pensando y sentía que, siendo el capitán, era egoísta de mi parte porque capaz que varios compañeros sentían lo mismo que yo. Y me decía: “Bo, Diego, sos el capitán y no querés entrar’, y los otros también tenían el derecho, pero capaz que no tenían esa cosa de decir: “Yo lo digo, yo lo cuento, yo lo veo”. Me sentía egoísta. Volví a entrar a una cancha y pude disfrutar hasta que se dio, pero realmente desde ese día fue muy duro.

-¿Te recriminás algo?

-Nada de nada.

-¿Qué impresión te quedó de la Conmebol en relación a lo que se pudo haber hecho tras el fallecimiento de Juan?

-Prefiero no hablar ahora; ya lo haré en su momento.

-Me detengo en el aspecto familiar. ¿Es verdad que te dicen el tío Diego?

-Sí, son cosas que a uno lo llenan. Desde el primer día que fui a la casa Lucero me decía “Tío Papi” y para mí es una emoción muy grande. Yo me sentí en el deber en ese momento y ahora son como mi familia. Para mí señora también lo son. Estamos en pleno contacto, pero no solo yo. Se habla de Diego Polenta, pero Emi Velázquez va casi todos los días y el Mauri (Pereyra) y Mateo (Antoni) están constantemente en contacto. Hay 200 jugadores que están. Estamos en contacto, pero porque no es que te van a pedir plata; ¡es en lo emocional que tenés que estar, hermano! Está bien, yo en la plata podía ayudar porque Juan no tuvo la posibilidad de regalarle un techo a los hijos. Pero vos, como Conmebol, también decile: “Mirá, no estuve en el momento, pero tomá: esto es para tus hijos”. Perfecto; yo te doy la mano y te salgo a dar las gracias. En nombre de la familia igual, pero yo te salgo a dar las gracias. Pero no es todo plata en la vida; es estar, mandar un mensaje para ver cómo están y si necesitan algo: “¿Qué es lo que pasa? ¿Necesitás un psicólogo o el colegio de los gurises?”. Diego Riolfo fue, se ocupó de conseguir colegio y de investigar. Fue, consiguieron colegio y le hicieron descuento. No voy a nombrar el colegio por las dudas, pero es gente que ha colaborado de forma anónima y yo le doy las gracias de corazón. Entonces, más allá de todo, era un loco que la vivía, que la luchaba, que para su familia daba la vida. Y dio la vida para Nacional. Y dio la vida para esa maldita Copa Libertadores, que es el anhelo de muchos y yo me quedo con las ganas de ganarla, pero en la vida no es todo plata ni es todo un viva la pepa.

Diego Polenta luciendo una camiseta especial en el homenaje a Juan Izquierdo.
Diego Polenta luciendo una camiseta especial en el homenaje a Juan Izquierdo.
Foto: Ignacio Sánchez.

-El partido más difícil fue ese con Liverpool, que vos miraste al cielo haciendo un gesto de desahogo…

-Y sí… en ese partido para mí fue recontradifícil entrar. Casualidad de la vida y del fútbol fue que los dos equipos en los que Juan había salido campeón uruguayo se enfrentaban ese día. El último equipo de Juan, que era Liverpool; y Nacional, a donde se había ido. Fue una emoción muy grande y ese partido fue recontradifícil. Para mí, el resultado era secundario. Por suerte, se ganó, pero era secundario.

-Se dijo que previo a tu retiro tenías una “mochila gigante” y el propio Esteban Conde lo mencionó. ¿A qué se refería?

-No sé si era una mochila muy grande; sí que me sentía responsable en varios aspectos por ser el capitán de Nacional. También me sentía responsable cuando las cosas no iban bien. Después de lo de Juan Izquierdo, fue un antes y un después en el fútbol por toda la tristeza que me causó. Esa angustia constante que tenía... Yo le debía mucho a Martín Lasarte y ese día (de la expulsión) le fallé a él también, entonces dije: “Bueno, ta, esto es una señal que me está dando el fútbol para escucharme a mí y decir ‘ya está, hasta acá llegué’”. Por primera vez en mi carrera pude tomar esa decisión que fue dura, pero acertada por cómo me venía sintiendo.

-Con esa decisión priorizaste mucho más al equipo que a vos...

-Sí, yo era y soy feliz en Nacional, pero últimamente no lo estaba siendo, entonces jugaron muchas cosas en ese año que para mí fue muy duro. Prioricé mi bienestar en el sentido de disfrutar de otras cosas. Hoy estamos en Miami, que capaz que antes no lo podía hacer, y estoy disfrutando de la familia.

-Cuando te apoyás en la almohada y ya no sos más futbolista, ¿qué cosas se te pasan por la cabeza?

-Uno extraña al principio porque se acostumbra a Los Céspedes y a la rutina diaria de hace 17 años levantándome temprano, yendo a entrenar, comiendo bien, descansando y no permitiéndome cosas, entonces hoy cambiaron muchas cosas en mi vida personal. Ahora me levanto temprano, sí, pero para llevar a mis hijos a la escuela, para estar en las clases abiertas a mis hijos. Son cosas simples que han cambiado para bien. Desde irme al campo cuando quiera hasta disfrutar de esas cosas que para mí son fundamentales en la vida.

-Siempre habías dicho que te ibas a retirar joven, ¿era algo que tenías definido?

-Siempre dije que el retirarme joven era también empezar a disfrutar de otras cosas. Yo empecé a jugar al fútbol muy joven y con 15 años estaba en Europa prohibiéndome de varias cosas. Disfrutaba del fútbol profesional, pero también estaba prohibiéndome de muchas cosas, entonces mi cabeza fue por el lado de empezar a disfrutar. Hoy estoy recontrafeliz de que me reconozcan, estamos celebrando con los Bolsos de Miami y para mí es todo un placer.

Diego Polenta en Miami tras el homenaje de la filial de Nacional.
Diego Polenta en Miami tras el homenaje de la filial de Nacional.
Foto: Diego Domínguez.

-A los 16 años hay un archivo donde vos decís que te gustaría retirarte en Danubio, ¿te quedó pendiente o simplemente cambiaron los planes?

-En realidad era una cosa que había planificado, pero en la vida no siempre se da cómo uno lo planifica. Es una institución que quiero y me ha dado mucho. Se dio así y en el momento del retiro no me sentía apto para ir a Danubio y ayudar al club como se merecía.

-¿Vas a seguir jugando al fútbol?

-Nunca voy a dejar de jugar al fútbol con amigos. Sin tanta presión ni profesionalismo. Hoy estoy en La Colonia con los gurises, me divierto, juego en la posición que quiero y estoy disfrutando del fútbol de otra manera como cuando jugaba en el baby fútbol. Eso sí era lindo. El verdadero fútbol es ese; después te cambian muchas cosas.

-Gonzalo Petit, Jeremía Recoba y Rodrigo Mederos son algunos de los que destacaron el rol que supiste cumplir como capitán de Nacional, muchas veces rezongando y advirtiéndolos. ¿Qué implica ese rol?

- Yo estaba en todo y contra ustedes (los periodistas), ja. Lo que le digo siempre a los juveniles que suben es que disfruten de estar en la Primera de Nacional, que no todos tienen la posibilidad de estar ahí. Y, después, ojo: porque es normal estar en el ojo de todo el mundo. Todo el mundo vive el fútbol y habla de Nacional. Los periodistas les mandan mensajes y dicen: “¿Y? ¿Cómo estás?”. Porque saben por dónde ir. A mí no me hacen entrar porque no respondo, pero un juvenil responde si juega o no y ya pasó el equipo titular. Pero no es contra los periodistas; es para cuidar la interna del club. A mí no me gusta que todos los días salgan a hablar en la prensa. Siempre tengo un dicho que dice que si vos adentro no estás bien, unido, ni vas por el mismo camino, los de afuera te comen y es muy difícil.

-¿Se lo dijiste a Flavio Perchman a eso?

-No, ja. Lo que hablé con el hombre queda ahí. Si me estás preguntando si estoy de acuerdo con cómo actúa al hablar, no. Para nada. No podés hablar todos los días para la prensa. Para ustedes es el mejor del mundo y lo van a defender siempre aunque le vaya mal porque al otro día lo llaman y lo tienen. A Polenta lo van a odiar porque habla poco. Es normal. Es la ley del juego y está perfecto. Ahora, vos no podés ir y conversar todos los días. Ganás y conversás. Perdés y conversás. Se viene un clásico y conversás… No estoy de acuerdo, pero tendrá sus explicaciones y cómo hoy no estoy en el club no sé cómo es.

-Había gente que te criticaba por tu estado físico, ¿qué pensás sobre eso?

-En todos mis períodos en Nacional y con todos los entrenadores que tuve, jugué. Y yo no les ponía un revólver en la cabeza.

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