Si uno repasa las estadísticas de Damián García se encuentra que a sus apenas 20 años ya tiene 45 partidos en la Primera División de Peñarol sobre sus hombros, pero hay momentos en los que pareciera tener muchos más.

Hay jugadas o partidos en los que da la impresión de ser un veterano con cara de niño. Ese niño que seguramente muchas veces soñó con vestir la camiseta amarilla y negra y que hoy lo hace de forma indiscutida ocupando un lugar en el mediocampo.

La lluvia no dejó que se hiciera justicia con la cantidad de hinchas que podrían haber estado en el Estadio Centenario, pero no hubo uno de los fanáticos aurinegros que llegaron al máximo escenario deportivo de nuestro país que no aplaudiera a Damián García cuando le dejó su lugar a Tomás Olase sobre el final del encuentro.

Foto: Leonardo Mainé.

Es que a la entrega habitual y a ese ida y vuelta constante en mitad de cancha le sumó en la pasada jornada de las pocas cosas que le faltaban: un gol.

El espigado mediocampista aprovechó su 1.78 para ganarle a las manos del arquero Agustín Requena, anticiparse a su salida y conectar el centro preciso de Leonardo Fernández para poner así su bautismo en las redes con la camiseta aurinegra.

Lejos de vivir ese momento de no saber cómo festejarlo, García ya tenía todo en la cabeza: grito desaforado con desahogo incluido, corrida hacia el tiro de esquina y, con el sentido de pertenencia que lo caracteriza, beso al escudo.

Foto: Leonardo Mainé.

“Muy feliz por mi primer gol con la camiseta que más amo y sobretodo por la victoria que este grupo merecía. A seguir, siempre Peñarol”, expresó en redes sociales, pocos minutos después de que finalizara el partido ante Fénix.

Y es que más allá de que la cabeza de los jugadores tiene que estar metida en que el próximo fin de semana ya comienza el Torneo Intermedio, hoy el nombre de Damián García está arriba de la mesa por rumores de transferencia que corren y la chance de la renovación de su contrato que Peñarol anhela.

Mientras tanto, está firme en el plantel, Diego Aguirre le siguió dando confianza, lo convirtió en el motor del aurinegro y él respondió con buenos rendimientos y, más allá de algún error por el que se lo criticó, se levantó y de la mejor manera para demostrar lo que puede dar y que puede ser importante en un grande con apenas 20 años.