Fue campeón del fútbol colombiano al dar la vuelta olímpica con Junior de Barranquilla tras superar 4-0 a Deportes Tolima. Pero lejos de tomarlo como una revancha por las otras veces que estuvo cerca de alzar el trofeo, Alfredo Arias decidió mostrarse “agradecido” con el fútbol por permitirle vivir de su pasión, que es ser entrenador de este deporte.
El director técnico de 67 años tiene una extensa trayectoria en el fútbol sudamericano —donde fue campeón en Uruguay, Ecuador y Colombia— y comparó las sociedades cafeteras y celestes. “En Uruguay vivimos a los codazos, no está mal”, sentenció.
Recordó su pasaje por Peñarol en 2023: fue campeón del Torneo Apertura, pero la “horrible Copa Sudamericana y la presión que existía” llevaron a que no pudiera continuar en el segundo semestre. Aunque Arias consideró que su cuerpo técnico había hecho “méritos para seguir”.
Tocó otro tema que vivió al mando del Carbonero y fue por las elecciones en el club. El entrenador apuntó que fue “un año diferente” el que atravesó en Peñarol por esa situación. Así y todo, destacó que “fue una bendición dirigir” al club aurinegro.
-¿Fue una revancha este título en Colombia?
-Más que revancha es haber ido otra vez por algo que habíamos peleado y que merecimos en otro momento y no lo conseguimos. Las palabras tienen un significado que nos hacen tener un resentimiento o negativismo, y quiero estar lejos de eso, porque solo le puedo agradecer al fútbol, a las personas que me dan trabajo y a los equipos que me tocó dirigir. Nos costó; en Deportivo Cali llegamos a los cuadrangulares y por una circunstancia no pudimos llegar a la final. En el Deportivo Independiente Medellín (DIM), en Santa Fe lo mismo, fuimos primeros todo el año, fuimos a los cuadrangulares y en la última fecha quedamos fuera de la final. En el DIM hicimos una gran campaña, ganamos el cuadrangular, fuimos a la final, estuvimos hasta el último minuto ganando el campeonato y Junior nos hizo un gol en la hora para ir a penales donde perdimos. Se dio con Junior, un equipo en el que me siento contento porque fueron todo el año humildes. Todo el tiempo competimos bien y eso permitió que hiciéramos una base firme para los cuadrangulares y las finales.
-Contaste con dos uruguayos: Mauro Silveira y Monzón. ¿Qué tan importantes fueron?
-Como todos sus compañeros. Este fue un equipo casi sin estrellas. El equipo fue fuerte. Lo sentía cuando iban pasando las fechas. De las 20 fechas, 13 fuimos punteros. No fue casualidad; en el caso de ellos, tuvieron un desempeño diferente. Silveira fue siempre titular y lo conocía cuando lo dirigí en Wanderers. Él cargaba con una cruz por los arqueros anteriores: Sebastián Viera, multicampeón e ídolo en Barranquilla, y Mele, que también fue campeón y dejó la vara alta. Alguna vez me preguntaron por Silveira y les dije que cuando salga campeón iba a igualar e iba a ser tan figura como los anteriores. Fue así que en los cuadrangulares y en las finales nos salvó. Monzón llegó con una lesión de Racing y no jugó los primeros partidos, cuando lo pongo en la Copa Colombia se resintió y le jugó en contra porque no estuvo hasta el final. Pero cuando lo necesitamos en los cuadrangulares, en las semifinales y en las finales fue titular, ganamos los partidos y el hincha lo aprecia.
-¿Cómo es dirigir a Teófilo Gutiérrez, ya que es considerado un jugador complicado?
-Lo enfrenté en Colombia y estando en Deportivo Cali, lo llevé al club. En ese entonces él venía de seis meses inactivo, se puso a tono y a nosotros nos cesaron. Lo dirigí un partido. Y en Junior Teo es figura. Le tocó estar más en el banco, ingresó en todos los partidos los minutos que creíamos que nos podían ser importantes. No fue fácil para él. Un jugador estrella, que siempre ha sido figura y el ego es natural. Pero nos ayudó tanto en lo deportivo como en lo futbolístico.
-Hay un video en el que Gutiérrez está en el ómnibus con el trofeo y dijo que estás para dirigir un grande en Argentina o una selección. ¿Soñás con algo de eso?
-Esa opinión a mí me enorgullece, me pone contentísimo y se lo agradezco. El fútbol ha sido generoso conmigo. Ojalá un día pueda dirigir una selección, porque es una distinción importante.
-Hay técnicos que dicen que prefieren el día a día con los jugadores. Y eso en una selección es más espaciado.
-Me gustaría dirigir una selección, no sé si voy a ser capaz de gestionarla con lo poco que se entrena. Compensás con los jugadores que ves todos los días compitiendo en lugares o en equipos importantes. Pero uno quiere tener su idea o darle una impronta a su selección. Necesitás de eso, los minutos y las horas para transmitirla.
-En esa “selección”, ¿está la uruguaya?
-Es la que naturalmente todos queremos dirigir. Hay un profesional trabajando y cuando pude aspirar a eso, jamás dije algo. Por eso menciono de dirigir una selección. Tener el gusto o el desafío de ver si soy capaz.
-En una conferencia dijiste que los uruguayos tendríamos que aprender de los colombianos por su respeto…
-La cultura de esos jugadores tiene que ver con la mezcla de razas. En nuestro país, los últimos charrúas que recordamos o que nos dicen, los exportaron a Francia y allá estuvieron viviendo en un circo. Soy descendiente de españoles, muy orgulloso, pero creo que somos resultado de los inmigrantes europeos. No quedó esa cultura indígena de Uruguay para que nos pudiera influenciar. Esa gente tenía un respeto por la naturaleza, por el otro y por el porvenir. Lo siento cuando voy países como Colombia, Ecuador o Bolivia. Se nota en las bromas que hacemos los uruguayos —y me incluyo porque soy igual— desde niños y en un equipo de fútbol que son más fuertes y se catalogan casi como bullying. Llegás a un vestuario uruguayo y lo primero que se acuerdan tus compañeros es de tu familia. Notaba eso, el respeto y las bromas son diferentes. También está la religión. Son creyentes, lo que no quiere decir que promulgue o incentive una religión, pero esa creencia los hace comenzar el día con un saludo o el trabajo con una oración de agradecimiento porque juegan al fútbol, porque en su casa hay alimento o porque su familia tiene salud. En Uruguay vivimos a los codazos, no está mal. Somos un país chiquito entre Argentina y Brasil. Si no sobrevivís a los codazos, no das la talla.
-¿Cómo evalúas tu proceso en Peñarol en 2023?
-Nos fue horrible en la Sudamericana, faltaban tres partidos y ya estábamos eliminados por no haber ganado. Pero no nos fuimos de Peñarol, nos sacaron. Esa Sudamericana y la presión que existía no nos dejaron jugar el Torneo Clausura cuando habíamos hecho los méritos; en ese primer semestre ganamos las copas de verano, los clásicos, el Apertura —donde solo perdimos con Liverpool— le sacamos cinco puntos en la Anual a Nacional y 11 puntos a Liverpool, que sería campeón Uruguayo. Habíamos hecho todo para seguir en Peñarol. Pero la Sudamericana nos jugó en contra. Pasaron cosas: jugadores importantes que fichamos y siempre los tuvimos lesionados, el usar juveniles que era una de la política del club y que a nosotros nos gusta, pero les costó la copa.
-¿Y soñás con volver al club en algún momento?
-No sé si está dentro de lo posible, pero guardo un gran recuerdo de ese pasaje por Peñarol, junto con el que tuve como jugador. No sé si algún día se dará o no.
-Aguerre va a jugar en Peñarol en 2026, ¿cómo lo viste en el DIM durante 2025?
-Hizo un buen año, que no coronó porque a veces no siempre salís campeón. Lo vi incluso más maduro de lo que lo conocía.
-¿Qué referencias tenés de Andrés Román, quien sonó para venir a Nacional?
-Si tenés un ranking está entre los tres primeros laterales derechos de Colombia con una potencia física impresionante, buena técnica, gol y cabezazo. Me extrañó que lo soltara Atlético Nacional, que es uno de los equipos más poderosos.
-Para 2026, Peñarol puede armar la dupla que tuviste en 2023: Abel Hernández y Arezo. ¿Qué se te viene a la mente?
-De los mejores del continente. No tuvimos la suerte de contar con Abel por una lesión. Lo cuidamos, aunque no lo no pudimos usar los partidos y los minutos que queríamos, pero nos dio goles importantes. Recuerdo uno, que no sé cómo no fue elegido el mejor del año de chilena a Plaza Colonia en el Estadio Centenario. Y Arezo es letal en el área porque de derecha, izquierda o de cabeza, si le queda, es gol.
-En 2023 fue año de elecciones en Peñarol. ¿Eso pesó en el plantel y el cuerpo técnico?
-Cuando me surge la opción de Peñarol, amigos del fútbol me llamaron para decirme que no era el año para ir y me decían todos lo mismo: es año electoral. No lo entendía eso y no me arrepiento, fue una bendición dirigir a Peñarol. Pero sí, estando allí, uno ve que el ambiente es diferente. Porque hay una competencia para ingresar a la directiva y otra que quiere quedarse. Esa lucha electoral empieza bastante antes del día que tienen que votar. Debe pasar en todo el mundo en los equipos grandes cuando hay elecciones. Puedo hablar de Peñarol porque estuve ahí y fue un año diferente.
-Y ves para 2026, que vuelven las elecciones en Peñarol, que puede ser un año donde haya bastante ruido en el club.
-Sin duda. Vi lo que pasó. El club seguramente lo tiene tomado como normal. Tres años, se vuelve a la actividad electoral y hay disputas con gente que de repente te sentaste a tomar decisiones y a festejar campeonatos o a llorar los que no ganaste, y al otro día estás enfrentado. Es una cuestión que noto. Ahora en Peñarol, apenas terminó el campeonato, ya empezaron los chispazos.
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