Redacción El País
El público de Nacional sabía de antemano que el equipo se jugaba su última bala internacional desde el comienzo y que cada pelota valía oro. Por eso, cuando el rendimiento de algunos futbolistas comenzó a dejar más dudas que certezas, el estadio no demoró en reaccionar sin medias tintas.
Los apuntados fueron los extranjeros Rómulo Otero y Eduardo Vargas, dos jugadores de jerarquía internacional que no lograron cumplir con las expectativas y se fueron de la cancha cuestionados por su bajo rendimiento.
El caso de Otero fue el más notorio. El venezolano fue objeto de varios cánticos de desaprobación, con un claro “¡sacá a Otero!” que bajó desde la tribuna José María Delgado con gran insistencia. El episodio que colmó la paciencia fue un pase mal entregado al lateral Gabriel Báez, que terminó con la pelota afuera y uno de los silbidos más resonantes de la noche.
Pablo Peirano siguió la jugada en cuclillas y no tardó mucho en tomar la decisión. Inmediatamente después del error, hizo la señal al banco y empezó a calentar con más intensidad Exequiel Mereles.
La salida por el lado más cercano a su posición en la cancha lo obligaron a realizar una larga caminata mientras el público de Nacional lo despedía con una mezcla de abucheos, silbidos y muchas señales de descontento.
Vargas no tuvo una salida tan teatral, pero sí fue igual de recriminado. Se fue directamente hacia el banco de suplentes, se sacó la camiseta y recibió una lluvia de insultos. Su participación fue discreta y su lenguaje corporal reflejaba claramente que no había sido su noche.
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