Emiliano Alfaro tomó las riendas del campeón uruguayo, aunque el plantel ya es considerablemente diferente al que levantó la copa el 16 de diciembre. Liverpool, que perdió nueve futbolistas que fueron titulares en alguna de las tres finales con Peñarol, se aferra a la ilusión de retener unos meses más a Luciano Rodríguez y ya presentó varias caras nuevas para acompañarlo. Entre ellas, uno procedente del fútbol europeo y con experiencia en la Primera División uruguaya: Agustín González.

El volante zurdo arribó a Belvedere por pedido expreso del entrenador, quien hace unos 10 días lo llamó por primera vez para cerrar la incorporación. “Vine a pasar las fiestas a Uruguay, pero el 4 de enero volví a Suiza, donde hice la pretemporada y jugué los primeros dos partidos de la segunda rueda. Después surgió la posibilidad de Liverpool y viajé el miércoles”, contó González a Ovación, aunque aclaró que no tenía pensado pegar la vuelta en esta ventana de pases, pero que el club destino lo sedujo. Si bien debía “dejar de lado lo económico y priorizar lo deportivo”.

“Me fui con la cabeza de jugar este semestre allá. Suiza es precioso, estaba muy cómodo en el Schaffhausen (Segunda División). Pero al ser Liverpool el que se interesó en mí, con el presente que está viviendo, decidí que era momento. Además juega Copa Libertadores, que para mí es fundamental por la vidriera que implica”, explicó.

Se formó en Nacional, pero debutó en primera con Sud América en 2017 y descendió: “Tenía 18 años y sabía que el club pelearía el descenso, pero se interesaron en mí y uno ya tenía ganas de sentir el roce de primera. Fue un buen año en lo individual y duro en lo grupal, pero son experiencias que me hicieron crecer mucho como futbolista”. Lo dijo en plural porque fueron dos: a pesar de que su equipo bajó, él retornó a Nacional y salió de nuevo a préstamo a Torque (en ese entonces todavía no Montevideo City), con el que también perdió la categoría.

Sin embargo, su buen rendimiento otra vez lo mantuvo en la A, al siguiente año con Progreso: “Tuvimos un gran campeonato y futbolísticamente fue una de mis mejores temporadas. Terminamos cuartos y festejamos a fin de año la clasificación a la Libertadores, después de muchos años que el club no lo conseguía”, recordó.

Gracias a esa campaña quedó en el plantel de Nacional para el 2020, el año de la pandemia, a la orden de Gustavo Munúa y luego de Jorge Giordano, pero no tuvo casi minutos. “Mi contrato terminó en diciembre y Nacional salió campeón en febrero, pero el capitán Gonzalo Bergessio me hizo parte del título y me entregaron la medalla de campeón uruguayo”, dijo.

Luego de unos meses de incertidumbre, se dio la chance de Europa: “Me integré al Schaffhausen en marzo, pero no pude jugar hasta junio por un tema de la inscripción de extranjeros. Tuve unos meses de adaptación porque venía sin jugar y para familiarizarme con la liga, muy dinámica y físicamente muy fuerte, pero enseguida me consolidé en el equipo titular y tuve continuidad durante las dos temporadas y media”. Jugó 72 partidos con el equipo suizo, 61 desde el arranque, y anotó 10 goles.

“Compartí plantel con Joaquín Ardaiz, Guillermo Padula, Axel Müller. Me facilitaron mucho la adaptación, incluso me puse en contacto con ellos antes de viajar. El primer año estuvimos a punto de ascender, pero se nos escapó en el repechaje contra el Lucerna”, comentó.

Foto: cortesía

Sobre su estilo de juego, indicó: “Soy un volante ofensivo. Me gusta llegar al área, fue así que pude hacer varios goles. Pero mixto, porque la parte defensiva también es muy importante, la marca. Puedo jugar en un doble cinco, o de interior por derecha o izquierda si se juega con tres en el medio. Aunque de eso todavía no he hablado con el entrenador. Jugar en el exterior me hizo crecer mucho como persona y futbolista, en una liga diferente a la nuestra”.