La influencia de Abel Hernández para que Peñarol se haya mantenido puntero en la Tabla Anual desde la puesta en marcha del actual Campeonato Uruguayo es innegable. Tanto así que en su segundo ensayo encontró el primero de sus 11 goles y, ocho meses más tarde, en el análisis numérico, sobresale como el jugador con mejor promedio goleador del medio, con un grito cada 94 minutos.
La contracara muestra, sin embargo, que tiene un déficit de presencias en cancha. La pesadilla de las lesiones lo ha tenido a maltraer en distintos momentos del año y eso, también, se ha visto reflejado en la carpeta numérica que hoy pone por delante, como los máximos artilleros del torneo, a Juan Ignacio Ramírez y Matías Arezo con 13 goles cada uno.
El pasado martes, las molestias volvieron a aparecer. Hernández no pudo terminar la práctica con sus compañeros y despertó la preocupación de los médicos. Entró en estudios y se constató que nuevamente sufrió un desgarro en el “recto anterior del cuádriceps”, como ya le había pasado a fines de agosto, aunque según manifestó el jugador y posteriormente confirmó a Ovación el presidente Ignacio Ruglio el dolor fue en una zona diferente: “No es en el mismo lugar de la otra vez; el desgarro es en otro lugar del cuádriceps”.
La situación, más que asombro, genera preocupación. Desde su regreso al club, el delantero nacido en Pando viene lidiando con un duro panorama sanitario, que, aunque no opaca el acierto de su contratación, ya le ha hecho perderse nueve partidos en el año que van camino a superar los 12 o 13. Incluso, podrían ser más si la evolución no es favorable.
El repaso de sus problemas físicos
El complejo historial sanitario se remonta a la primera fecha del Apertura, el pasado 4 de febrero, cuando integró el banco de suplentes sin estar al 100% (molestia en el tendón de Aquiles).
Transitó sin inconvenientes los siguientes cuatro partidos hasta que a mediados de marzo se resintió de la tendinitis y quedó afuera por tres fechas.
Luego jugó el clásico, recuperó el olfato goleador, pero el 8 de mayo nuevamente volvió a caer. ¿El motivo? Una dolencia en el posterior, que lo dejó casi un mes afuera.
El último percance fue justo antes de que el fútbol uruguayo parara. Sufrió un desgarro en el recto anterior del cuádriceps, que lo dejó afuera por un partido.
Ahora, su futuro es (otra vez) una interrogante. Como mínimo, estará fuera por 21 días.