LA CLAVE
Vivimos en tiempos de un fanatismo político ridículo y cavernícola. La última víctima ha sido el jugador Federico Valverde, un joven sano, luchador, y que está llamado a ser la estrella del fútbol uruguayo por muchos años. Pero que por un hecho inocente y propio del momento, la previa de un partido de fútbol, quedó inmerso en una polémica tan ruin, que solo habla mal de quienes la fogonean. De un lado y de otro. ¿En qué momento el debate político, en un régimen democrático, se volvió tan tóxico?