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¡Viene la ultraderecha!

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Desde hace ya un tiempo hay una narrativa que crece dentro de ciertos dirigentes del Frente Amplio y sus apoyos mediáticos. Hablamos de un discurso según el cual una furibunda ola de avance de lo que llaman “la ultraderecha”, se cierne sobre nuestro país, y la región en general.

La tesis sería que existen oscuras organizaciones llenas de dinero y recursos, que empujan agendas “antiderechos”, y que buscan regresar al mundo a la edad media o algo así. Tan terrible es la agenda impulsada por estos grupos “ultra”, con sus billeteras cargadas y sus dientes chorreando sangre de luchadores por las causas populares, que reivindican cosas como la familia, la propiedad privada o la libertad de expresión. Es más, tienen el “toupé” de presentarse a elecciones, lograr bancas en los parlamentos, y usar esas plataformas para decir lo que piensan. ¡Fachos!

Por supuesto que estos grupos malvados están atrás del intento de asonada en Brasil, de la caída de Pedro Castillo en Perú, del hostigamiento general contra los regímenes “progresistas”. Y, tiemble amigo lector, ya tienen presencia en Uruguay.

Esa es la teoría que esboza un eterno artículo publicado en La Diaria la semana pasada, donde se vincula a un pequeño centro de estudios local, con esta maquiavélica conspiración global. Todo lo cual sería impulsado por el partido ultra-neo-mega conservador, Vox, de España.

La prédica no solo es básica, fantasiosa y exagerada. Ni siquiera es original. Hace ya unos años el mismo medio publicó un pobre refrito de un pobre informe redactado por un medio llamado The Intercept en Estados Unidos, cuya tesis era que los gobiernos “progresistas” perdían las elecciones en América Latina, porque había un centro de estudios en Estados Unidos, la red Atlas, que financiaba trabajos académicos y eventos políticos con ideas “neoliberales”. A lo cual se le hizo un modesto capítulo local, con mucha más mala fe que investigación, y donde se pretendía enchastrar a algunos académicos uruguayos.

Teniendo en cuenta que el próximo Liberty Forum de la red Atlas tendrá lugar en nuestro país en marzo, hay que prepararse para los efluvios de indignación y paranoia.

Lo primero que cabe comentar sobre todo esto, es que resulta admirable el nivel de autoconfianza rayana en el mesianismo de algunos ideólogos en este país. Están tan convencidos de ser la vanguardia moral de la nación, tan seguros de representar lo bueno y puro en el mundo, que cualquiera que ose poner un “pero” a sus agendas, se convierte en un extremista peligroso.

Esto contrasta con una fragilidad de convicciones impactante. ¿Tan débiles son los resultados de las políticas progresistas que apenas con unos miserables dólares de un partido pequeñito como el español Vox, o alguna fundación externa, ya todo amenaza caer como mazo de naipes?

Un segundo tema que esto deja en evidencia es la hipocresía que manejan los políticos “de izquierda”, en Uruguay y en la región. Resulta que una carta firmada por gente mayormente desconocida donde se reivindica cierto orden de familia tradicional, y el respeto a libertades que deberían ser defendidas por todos, es una ofensiva “ultraderechista”. Pero cuando activistas salen y rompen medio Santiago, o medio Lima, o medio Bogotá, como sucedió concretamente en los últimos años... bueno, este, se trata de voceros de las causas populares intentando hacerse oír. Hay que entender el trasfondo...

¿Alguna vez escuchó calificar de “ultraizquierda” a Maduro? ¿A Petro? ¿A Evo Morales? En que sentido esos líderes son más respetuosos de las libertades básicas, de las ideas ajenas, del pluralismo político, que el líder de Vox, que Bolsonaro, que Javier Milei? Más bien que estos tres parecen los padres fundadores de la Constitución americana, en comparación con los tres previos. De quienes se derriten en elogios periódicamente los mismos que nos vienen a alertar de este peligro inminente.

Por último, hay otro tema importante a mencionar en relación a la hipocresía de este discurso. Resulta que todo este pánico y denuncia es porque hay redes internacionales que financian actividades ideológicamente afines a miradas más conservadoras sobre todo en lo social. Pues es lo mismo que desde hace años viene ocurriendo con quienes empujan con las ideas “progresistas”. ¿O que es lo que hace Open Society? ¿Acaso esa fundación no financió (y financia) estudios, campañas, y hasta a medios afines a la izquierda en Uruguay?

Y no tiene nada de malo. Está lleno de centros de estudios y fundaciones en todo el mundo, que financian actividades, estudios, y la implementación de políticas afines a sus ideas. No hay nada turbio, tenebroso, o conspirador en eso, si se hace con dinero limpio y de forma abierta. ¿O lo que está diciendo el informe de La Diaria es que está bien cuando se hace para impulsar las ideas que a ellos les gustan, pero mal cuando es con las que no?

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