El cierre de 2022 trajo varias noticias económicas y sociales positivas que importa destacar porque hablan del buen camino que transita el país luego de la brutal crisis de la pandemia.
En primer lugar, el año pasado la economía avanzó en la mejora de la situación del empleo y el salario, que es lo que más preocupa a los uruguayos. Por un lado, la tasa de desocupación cerró en 7,8%, que es una cifra menor que la que recibió la actual administración en marzo de 2020.
A lo largo de 2022 se crearon 40.000 nuevos puestos de trabajo. Por otro lado, el gobierno decidió un aumento de 9% del salario mínimo nacional, por encima de la inflación, lo que significa una ganancia de poder de compra a la vez que llevar la cifra a $ 21.106 al mes.
En este sentido, parte de las críticas de la oposición a lo largo del año pasado fue que los salarios habían perdido poder de compra. Nunca decían, empero, que se trató de una consecuencia de la pandemia, cuando los actores sociales y el gobierno privilegiaron cuidar los puestos de trabajo a costa de las mejoras salariales, y que uno de los principales objetivos de 2022 era justamente avanzar en la recuperación del poder de compra.
Pues bien: el último dato del año pasado fue que el salario real medido en los últimos 12 meses al mes de noviembre, subió más del 1%, encaminándose así en la senda de esa recuperación tan necesaria.
La economía creció en 2022 más del 5% y hubo récord de exportaciones. Es algo que desde el equipo económico se pensaba podía llegar a pasar, pero es una cifra relativamente alta que nunca vislumbró la variedad de analistas económicos de izquierda que, desde que asumió la nueva administración, proyectan resultados y evoluciones que no corresponden con lo que en realidad ocurre en el país.
En segundo lugar, ese crecimiento superior al previsto será el que permitirá atender a partir de marzo de este año una esperada promesa de campaña electoral: la baja del IRPF y del IASS, lo que dinamizará el consumo a la vez que mostrará claramente que se puede aliviar la carga impositiva sin por ello desequilibrar las finanzas públicas.
De vuelta, hay varios economistas muy mediáticos que critican la medida porque dicen que es injusta: les falta criterio político para reparar en que se trata de un compromiso político y democrático que debe cumplirse.
Uruguay terminó 2022 con una enorme confianza de parte de los mercados financieros internacionales, que fijaron el riesgo país en el nivel más bajo en lustros: se trata, aquí también, de un reconocimiento potente a la buena manera de conducir la economía.
Que se ilustra, además, en que el déficit fiscal anual medido a noviembre pasado y sin contar los gastos Covid-19, fue casi idéntico al de 2021 (y por tanto más bajo que los del período 2016- 20219).
En tercer lugar, hubo anuncios muy importantes en las inversiones públicas. Por un lado, se puso en marcha el plan nacional mediante el cual se procura regularizar 15.000 hogares de 120 asentamientos.
Se podrá criticar de que es insuficiente ya que no los abarca a todos. Sin embargo, con esta fuerte ambición se inicia un camino prometido por el presidente Lacalle Pou en campaña electoral que refiere a una deuda nacional social y económica muy grande.
Por otro lado, el Ejecutivo anunció también el inicio del plan de universalización del saneamiento, con su concreción en 61 localidades de los 18 departamentos del Interior. Es una medida que genera acceso al servicio a 54.850 nuevos usuarios, con 42 plantas de tratamiento de líquidos residuales, 110 pozos de bombeo y más de 800 kilómetros de redes de saneamiento.
Pero, sobre todo, es una medida que cambia el cotidiano de miles de compatriotas postergados del Interior del país, y que equipara así su calidad de vida con quienes ya tienen saneamiento desde hace mucho tiempo.
Finalmente, como consecuencia del buen manejo financiero y de una voluntad política que evidentemente faltó durante los 15 años de gobiernos de izquierda, la tasa de interés que pagan las cooperativas se redujo del 5.25% que regía desde el año 2008, al 2%: también en ese importante sector del país se verán mejoras en los ingresos económicos de las familias ya que, en definitiva, las viviendas les terminarán costando menos dinero.
Todas estas noticias muestran que el país va por buen camino y que el gobierno está presente cumpliendo con sus promesas de campaña y preocupándose por la situación de los que más precisan. El compromiso político debe ser mantener este rumbo y no enredarse con las críticas de una izquierda que, notoriamente, es incapaz de ver la realidad.