@|Los años han pasado para muchos que, como yo, peinan (escasas) canas y traen consigo un aletargado cansancio que, limitando nuestras actividades, añora con nostalgia avatares y trajines de la juventud.

Sin embargo, hechos que trascienden a la rutinaria lógica, casi en un plano esotérico, pueden hacernos vivir otra vez, reencarnados en espíritu, en la persona que, por diversos motivos, despierta nuestra mente, rememora la lejana juventud y provoca sincera admiración.

Quien así lo siente vivenciará acciones, expresiones, conceptos, presencias y decisiones del responsable motivador.

Cada día que pasa en esa vida intensa, talentosa y activa, es para el poseído “Un canto a la vida”, un rejuvenecer que lo transporta en onírico viaje hacia una empírica realidad.

El motivador de esta posesión, impelido por un dinamismo inusual, estará, como poseedor de infinitas vidas, en cualquier punto donde un evento trascendente requiera su presencia.

Tiempo atrás en Punta del Este, en viaje a la Isla de Lobos; antes en la inauguración del MACA de Atchugarry y Ott; también en San Javier, Río Negro, atendiendo inversores extranjeros; antes en Paysandú, apoyando el trabajo de bomberos en los incendios forestales; en Salto en diversas inauguraciones; en Montevideo en periódicas reuniones recibiendo a Cosse o a Pereira; en Consejos de Ministros; en conferencia de prensa explicando decisiones relativas a la Salud o acompañando insólitamente a soldados en misión, en Navidad, en la República del Congo.

Vivimos el trajinar inagotable de un hombre admirable, inimitable como ser de otra galaxia, exponiendo visibles diferencias en presencia y actitudes con quienes le procedieran en sus responsabilidades cívicas. Un hombre especial, intelectualmente brillante, humilde y sencillo a la vez, con la grandeza de un Estadista. Un líder motivador que ha sido para este difícil momento de la vida, para la inmensa mayoría ciudadana, un sencillo “canto a la vida”.