Roberto Alfonso Azcona | Montevideo
@|Queda atrás el apego a las candidaturas triunfalistas donde importa más la imagen del candidato y su popularidad que las propuestas que presenta.

El fracaso real de los gobiernos está en que las personas terminan sintiéndose usadas, esclavas de una macroeconomía que los ignora

La forma y el contenido de la nueva política se centra en ser libres de un Estado que solo sabe cobrar impuestos, endeudarse y de atraso cambiario.

La austeridad y las prioridades del gasto del Estado son la clave del desarrollo; sin una base solida y una fuerte vocación de servicio es imposible lograr el desarrollo de la producción nacional, de lograr el valor agregado de la industria y la habilidad del comercio.

Sobre este cimiento es posible la creación de riqueza, fuentes de trabajo y jubilaciones dignas, las cuales crearán una sociedad más justa y solidaria.

Programas de gobierno, creados y diseñados por importantes equipos técnicos son solo un compendio de buenas intenciones o, lo que es peor, mentiras electorales.

Es la voluntad política la que debe prevalecer sobre los tecnócratas, que no son elegidos por la población, porque quien sea presidente será el que hace el plano del edificio del Estado y serán los técnicos los que cumplirán la función de albañiles de esa obra.

Solo con el voto liberal podemos romper con los colectivos comunistas y la tibieza de líderes atrapados en lo correctamente político.

No es casualidad que del pasado nos lleguen estas palabras: “La patria tiene que ser la dignidad arriba y el regocijo abajo”.