Roberto Alfonso Azcona | Montevideo
@|¿Cómo me afecta esto a mi y a mi familia?
Las promesas electorales que prometen más beneficios, más servicios y más ayudas no te dicen de dónde salen los recursos económicos para pagar esa cuenta.
El Estado genera recursos cobrando impuestos, los que todos pagamos de una manera u otra.
Veamos el razonamiento:
1- Comparar con las finanzas personales.
Un gobierno, al igual que una familia o un hogar, no puede gastar más de lo que ingresa sin que eso tenga consecuencias. Si una familia gasta en exceso usando tarjetas de crédito, en algún momento tendrán que pagar, y eso incluye intereses. Lo mismo sucede con el Estado, que se endeuda y luego los ciudadanos tienen que asumir ese costo.
2- El impacto del déficit.
Cuando el Estado gasta más de lo que tiene, se produce un déficit. Ese déficit no desaparece por sí solo, y se cubre de dos maneras: más impuestos o más deuda. Ambos tienen efectos directos en la economía:
- Más impuestos: se traducen en menos dinero en los bolsillos de los ciudadanos.
- Más deuda: genera inflación, ya que imprimir más dinero o pedir prestado aumenta los precios y disminuye el poder adquisitivo.
3- Círculo vicioso.
El aumento del déficit genera un círculo vicioso. Más deuda implica más intereses por pagar, lo que disminuye los recursos disponibles para servicios esenciales. Esto fuerza al gobierno a aumentar los impuestos o reducir beneficios en el futuro.
4- Preguntar :“¿Quién paga la cuenta?”.
Esta es la clave. Al final, son los ciudadanos los que pagan la cuenta, ya sea directamente con impuestos más altos o indirectamente con la inflación. Los votantes deben reflexionar sobre quiénes se benefician realmente de esas promesas costosas y quiénes terminan asumiendo el costo.
5- Sostenibilidad y responsabilidad.
Lo realmente responsable es buscar un equilibrio. Propuestas que suenan atractivas en el corto plazo pueden traer problemas serios en el futuro, y es mejor apostar por soluciones que sean sostenibles y no solo populares.
Quiero conectar estas ideas con la vida cotidiana de las personas, haciendo que se pregunten “¿cómo me afecta esto a mí o a mi familia?”, para que comprendan la importancia de cuestionar las promesas políticas que no tienen un sustento fiscal responsable.
El fin es proponer un Estado austero que dé prioridades al gasto y defender la baja de impuestos para dejar de ser uno de los países más caros del mundo.