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Libertinaje o libertad responsable

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@|Cuando se iniciaba la pandemia del Covid-19, el gobierno llamó a la “libertad responsable” y ello determinó que se lograran metas aceptables, ya sea en materia sanitaria como económica.

Si bien desde diversos sectores del espectro político se propiciaban medidas drásticas, desde el gobierno se confió en que la mayoría de la población acataría las recomendaciones que en ese entonces se propiciaban.

La pandemia ha quedado atrás, pero sin solución de continuidad, apareció la invasión rusa a Ucrania, donde la muerte también llega a través del aire, pero de una forma más inmediata y abrasadora.

Las consecuencias también se expandieron por todo el mundo.

En Europa, por el trasiego de millones de ucranianos (mujeres y niños) huyendo de la devastación sin piedad, por el temor a una conflagración nuclear y por su dependencia del petróleo y gas ruso.

En el mundo, la dependencia del trigo de Ucrania hizo que el precio del pan se disparara. El precio del petróleo y de las commodities se dispararon.

Los millones de dólares o de euros dispuestos por los gobiernos centrales, no se destinaron a la asistencia de los países del tercer mundo afectados por la hambruna, sino que se volcaron a la adquisición de armas sofisticadas para “asistir” a Ucrania en su lucha contra la poderosa Rusia.

La inflación (no la archiconocida aquí en Uruguay) impactó las economías de los países desarrollados y está golpeando a sus habitantes.

Mientras tanto, aquí, en nuestro país, la oposición liderada ahora por la central sindical, con la obvia concurrencia del FA, se enfrenta al gobierno legítimamente constituido achacándole todos los males habidos y por haber, llámense estos seguridad pública, educación, inflación, aumento de los combustibles, como si fueran su exclusiva culpa.

Los sostenidos fracasos de las políticas del FA contra el gobierno multicolor, tanto en la conducción de la pandemia, como luego contra la Ley de Urgente Consideración, hacen que ahora su meta sea la desestabilización política a través de conflictos gremiales y paros organizados por las cúpulas sindicales.

Es aquí donde el gobierno tiene que enfrentarlos activamente, buscando que la mayoría de la población resista esta avanzada sindical y se acople positivamente frente a lo que las cúpulas sindicales utilizan como instrumentos de presión, haciendo aparecer como un liderazgo, en muchos casos forzados o inexistente, de sus trabajadores. Quedarse sin reacción frente a estos ataques, nunca debe ser la inacción, sino todo lo contrario.

Los quince años de gobierno frenteamplista determinaron el hartazgo de la mayoría; con el cambio y quedarse sin reacción por parte de la dirigencia actual, desembocaría en una frustración que podría derivar en un paso atrás en las próximas elecciones.

Cuando se enfrenta a rivales políticos, la “libertad responsable” no es aplicable, porque no la resuelven las mayorías sino las cúpulas y la falta de reacción puede desembocar en “libertinaje”.

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