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Grupos de presión y políticas públicas

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Marcelo Gioscia Civitate | Montevideo
@|En este año de definiciones, resulta interesante analizar cómo proceden los grupos de presión y de qué forma pretenden incidir en las políticas públicas frente al Cuerpo Electoral. Más aún en una campaña tan particular como la que estamos viviendo, donde la tónica ha sido la ausencia de debates entre los candidatos a ocupar el sillón presidencial.

Ha predominado el silencio de la fórmula del conglomerado de “izquierdas” que aspira a recuperar el poder ante la evidente inconsistencia discursiva -que ha dejado al descubierto carencias argumentales- que no debe mostrarse, pues lo que importa es recuperar el poder a como dé lugar y no dar espacio a análisis, comparaciones ni razonamientos, entre los que aún no se han decidido por una u otra fórmula. Cuando paradojalmente pregonan que su deseo es “que el pueblo decida”, no contribuyen en modo alguno a brindar elementos que ayuden a la verdadera reflexión, la que debiera contribuir a la toma de una decisión tan trascendente como el voto.

Por el contrario, responden a la interesada estrategia de sus asesores de imagen y escuchan a los representantes sindicales que -amparados en la libertad de expresión, y en sus “fueros”- agravian gratuitamente sin importar a quién mencionen y pretenden hacer prevalecer sus propios intereses político-partidario-sindicales con tal de lograr su objetivo.

Sin asumir responsabilidad alguna, estos verdaderos grupos de presión se visten con ropaje de “defensores de los trabajadores” -que rinden culto y pleitesía a dictadores extranjeros- tanto desconocen investiduras, como los llamados de alerta que vienen desde técnicos de sus propias filas, frente al caos que puede llegar a significar -para nuestro país y su gente- el eventual triunfo del plebiscito que reforma el régimen previsional.

Resulta alarmante además, la pirueta argumental que debe hacer el designado futuro Ministro de Economía (si llegan a recuperar el poder); quien si bien está de acuerdo con la opinión técnica contraria a este plebiscito (promovido desde el PIT-CNT, el Partido Comunista y el Socialista) aclara que “tampoco es el fin del mundo” cuando se le confirma su futura responsabilidad ministerial. Resulta increíble.

Como tampoco se alcanza a comprender que se abroquelen en la defensa a ultranza de un Senador de la República, quien ante el pedido de su desafuero presentó su renuncia y tendrá que responder, tanto penal como civilmente, por el abuso de funciones y por el daño patrimonial causado por las decisiones que adoptó en el ejercicio de su cargo público. Bueno es comprobar que estos grupos de presión han quedado en evidencia y anteponen sus propios intereses al del interés y bienestar general, que contienen las políticas públicas que debe llevar adelante el gobierno legítimamente electo.

Resulta hasta peligroso y así debiera ser advertido por la ciudadanía, que la fórmula que pretende recuperar el poder no exprese claramente su posición frente a estas circunstancias y se resguarde en el silencio y en medias tintas, que no favorecen en nada al buen funcionamiento del régimen democrático y republicano que nos rige.

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