Cerrando el 2025 con nuevas pautas para los consejos salariales, presupuesto nacional aprobado y la agenda para el quinquenio ya anunciada es posible realizar un primer balance sobre la economía del nuevo gobierno. El juicio, como veremos, es consistente con el que están mostrando las encuestas de opinión pública.
Cuando se conocieron las pautas para los consejos de salarios señalamos desde CED que contenían varios errores, pero los fundamentales eran dos. El primero era realizar una única distinción basada en niveles salariales lo que implicaba que se determinaban los mismos incrementos para empresas dinámicas y en problemas, grandes o chicas, de Montevideo o del interior. Es evidente que esta forma de determinar salarios no responde a un criterio racional y conlleva problemas, especialmente para las pequeñas que no están teniendo un buen desempeño.
El segundo problema es que se impusieron los mayores incrementos reales a los salarios más bajos y, por tanto, a los de menor productividad. Las consecuencias sobre el nivel actividad, lamentable y previsiblemente, se reflejarán en la dinámica laboral del próximo año.
Cuando se conoció el proyecto de ley de Presupuesto Nacional el informe que publicamos desde CED lo calificó de frágil porque incluía proyecciones difíciles de cumplir con consecuencias sobre los indicadores macro y la economía real. En efecto, pensar que la economía pueda crecer 2,5 veces más que en el segundo gobierno de Vázquez con la misma tasa de inversión proyectada o pensar que las exportaciones puedan tener un importante crecimiento con un incremento a lo largo del quinquenio del atraso cambiario es ilusorio.
La evidencia hasta el momento indica que, claramente, se pecó de optimista. Ya desde este mismo año no se cumplirán las proyecciones de crecimiento, quedando seguramente la realidad más de medio punto del producto debajo de lo proyectado. Las consecuencias sobre la economía real comienzan a sentirse en el mercado de trabajo y se sentirán también en los próximos meses en las estimaciones fiscales. Dado la inédita estrategia del equipo económico de postergar el ajuste fiscal propuesto para el final del período habrá que ver como maneja la situación durante los próximos dos años.
En el largo proyecto de presupuesto, y en las otras medidas anunciadas, tampoco se vislumbra ninguna medida que pueda ayudar a que la economía crezca más, por lo que las proyecciones privadas para el próximo año no sólo no han mejorado a lo largo del actual, sino que se han deteriorado. Otro asunto nada menor es que el plan de obra pública es sustancialmente menor al del período anterior, lo que está golpeando al sector de la construcción.
Tampoco ha ayudado nada al equipo económico el fuego amigo dentro del propio oficialismo. La discusión sobre el impuesto al “1% más rico” o la iniciativa que forzaría a las empresas a notificar los despidos ante el Ministerio de Trabajo sólo generan incertidumbre y deterioran el entorno para las empresas. El sector privado ha adoptado crecientemente una estrategia de cautela razonable ante esta situación.
El balance, en números y perspectivas no es nada auspicioso. Aunque el desempeño de la economía no depende de los analistas, como acertadamente recordó recientemente el presidente Orsi, también cabe recordar la sentencia de Goethe de que en el espacio chocan duros los objetos.