Tiempos oscuros

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Cuando miro el arranque de los noticieros -que todos tienen la costumbre de empezar por los policiales, debe de haber una explicación para eso que desconozco- parecería que toda la ciudad es un cartel narco y que no se puede salir a la esquina porque te van a dar un balazo. Es que ver o leer las noticias tiene esa la particularidad: uno mira el mundo a través de los ojos de otro -en este caso, de los medios de comunicación- pero además corre el riesgo de extrapolar una noticia a lo que pasa en el resto de la ciudad, país o entorno donde sucede. Los humanos tendemos a ser exagerados o dramáticos con estas cosas, aunque cinco minutos después nos olvidamos y otra noticia tomó nuestra atención, pero ese es otro tema.

Estoy en este momento en EE. UU. en una reunión de escuelas de negocios de todas partes del mundo y es una de las pocas veces en las que me pasó lo contrario a lo que venía diciendo: la realidad es más grave de lo que leí o vi en las noticias en Uruguay.

No es novedad que la administración Trump ordenara. deportaciones de inmigrantes a mansalva. Lo vimos todos en las noticias. Podemos discutir si está bien o está mal, pero el tema es cómo se está haciendo. Se están cruzando límites peligrosos. Por ejemplo, bajo el manto de combatir el antisemitismo, hace unos días se firmó una orden que prometía la deportación de todos los estudiantes universitarios extranjeros que participaron -sí, en pasado- en manifestaciones propalestinas, y la cancelación de visas a simpatizantes de Hamás. ¿Cómo se demuestra que alguien es simpatizante de Hamás o que participó hace un año en una manifestación? Además pidió a sus equipos de gobierno que elaboraran recomendaciones para familiarizar a las universidades con los motivos de inadmisibilidad de los estudiantes y el personal extranjero, de modo que puedan investigarlos y proceder a su expulsión. Todo tan difuso, que corre un frío por la espalda sobre cuáles van a ser los criterios para su implementación. Aunque no es necesario hablar en futuro, porque ya lo están implementando.

Del mismo modo, vimos en las noticias que ordenó el desmantelamiento radical de los programas de diversidad e inclusión del gobierno federal. Esto derrama también en todas las organizaciones que reciben subvenciones o están sujetas a control del gobierno: fondos de investigación, universidades y centros educativos en general, oficinas públicas, entre otros. La orden implica investigar a empresas que llevan a cabo prácticas de capacitación y contratación bajo la óptica de diversidad y, si sospechan de que algún programa fue renombrado pero sigue su propósito, enfrentarán “consecuencias adversas”.

Y así podría seguir contando casos de situaciones de este tipo. Órdenes que permiten deportar, combatir o detener a cualquiera bajo criterios ambiguos y subjetivos. .Más allá de las afinidades políticas, si uno está de acuerdo con la inmigración o no, o con las políticas de diversidad e inclusión, lo preocupante es cómo se está implementando la nueva política.

El miedo que se está viviendo en este momento en el país del norte es difícil de transmitir en un titular de una noticia. Parece una película de los momentos más oscuros de nuestra historia.

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