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Solo ídolos con pies de barro

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diego fischer
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Algo quedó bien en claro el primero de mayo. El ex presidente José Mujica es parte del pasado.

Ya fue. Y el mundo civilizado comenzó a darse cuenta de que los ídolos con pies de barro tarde o temprano se desmoronan, como lo cuenta el profeta Daniel en el Antiguo Testamento; en este caso la profecía se cumplió o va camino a cumplirse. No fue, como cuenta la Biblia, un rey de Babilonia obsesionado porque alguien supiera interpretarle un sueño en el que vio caer a una estatua hecha de oro, bronce y hierro con pies de barro. El significado, sobre el que magos y videntes no querían pronunciarse, no era otra cosa que el fin de su reinado. El miércoles, el que se auto infligió fue Mujica. El mismo que hasta hace poco tiempo seducía al mundo con sus reflexiones de filosofía barata y su austera forma de vida. La de él, no la de su entorno.

“No hay que ponerse delante de las tanquetas”, expresó frente al micrófono del colega de Radio Cero Leonardo Sarro, que sorprendido por la respuesta recibida volvió a preguntar y Mujica volvió a responder “si usted sale a la calle se expone”. Horas antes, el mundo se estremeció e indignó con las imágenes de una tanqueta del Ejército de Venezuela, arremetiendo contra un grupo de manifestantes opositores a la dictadura de Maduro. Nadie se le cruzó, el vehículo militar embistió pasando por encima de un cantero central de una avenida y llevándose puesto a varios manifestantes.

Las expresiones de Mujica, se hicieron virales. No hubo canal de televisión, emisora de radio y portal de Internet del mundo occidental que no las reprodujera. Llovieron las críticas indignadas de decenas de periodistas extranjeros. Muchos de ellos, son los mismos que, tiempo atrás celebraban la verborragia de boliche del ex presidente.

El jueves, el semanario Búsqueda publicó declaraciones de Mujica que pretendieron aclarar lo antedicho y que enturbiaron más aún las cosas. “Yo lo que dije es que nunca hay que ponerse de frente a los tanques porque el que los maneja puede ser un loco o un desaforado” (…) “No estoy justificando nada, solo trato de educar a la gente”(sic)….

El mismo jueves, el Movimiento de Liberación Tupamaros emitió un comunicado en el que expresó su “rechazo frente a una nueva arremetida contra el gobierno y el pueblo de Venezuela”, para agregar que “se intenta desestabilizar al país a través de la desinformación y de un montaje de situaciones que no fueron tales, ni de la magnitud con la que se muestran”.

“Peor que las tanquetas de Maduro son las declaraciones de Mujica”, me dijo un empleado de la fiambrería de mi barrio. Es oriental, calculo que tiene poco más de 30 años. Nunca hablamos de política, pero el tema salió y era evidente que sentía vergüenza ajena, quizá porque varios de sus compañeros de trabajo son venezolanos. O porque sencillamente es un uruguayo más que, como la mayoría de los habitantes de este país, abomina de una dictadura sangrienta y corrupta. “Esto tiene que cambiar y pronto. Depende de nosotros”, sentenció, mientras me entregaba el fiambre que me había cortado.

Las cosas ya comenzaron a cambiar. Al menos, los periodistas del continente comprobaron que en el Uruguay, como en la antigua Babilonia, hubo solo ídolos con pies de barro.

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