Revisando estrategias

Las encuestas no son clementes con el Presidente Orsi. Algunos errores en cadena del gobierno, más un perfil no demasiado firme de su personalidad, contribuyen a esta situación, aún cuando no la agoten.

Nombramientos desafortunados como la Ministra de Vivienda, el Presidente de Colonización, el inclasificable Fratti o el propio Arim, explicarían este descrédito que se pretende contrarrestar mediante una contraofensiva diferida. Producido el insuceso el Presidente, comparece, se manifiesta y termina solucionándolo, exhibiendo simpatía y reflexividad. Con ellos compensa su previa debilidad resolutiva.

Notorio error en la emisión de pasaportes que el Ministro de Relaciones Exteriores agravó con declaraciones desafortunadas. Incertidumbre que solo el Presidente logró rectificar (así se recibió en la opinión pública), en una coyuntura de tozudez en los procedimientos. Dificultades con la oposición respecto a un propuesto diálogo social que ésta no aceptaba, referidas a la falta de representación de los partidos y al intento de valerse de este artificio, como se lo confesó públicamente, para revisar el plebiscito sobre seguridad social.

Nueva intervención del Presidente calmando aguas, proponiendo un nuevo y acotado conversatorio sobre seguridad pública con la exclusiva participación de los políticos opositores. Una iniciativa personal que no sólo tranquilizó a la oposición, sino que permitió quitarle repercusión al propuesto diálogo, que ya poco promete sin partidos. Diferencias con los Intendentes, la mayoría de ellos provenientes del Partido Nacional con acaloradas argumentaciones basadas en visiones inconciliables, que el Presidente solucionó en un santiamén, con sonrisas y abrazos calurosos con los intendentes ajenos a su partido. Augurando. en ese complejo terreno, un futuro no demasiado áspero.

Con ello exhibió una estrategia, que más que una conducta adoptada parece producto de la propia personalidad presidencial. En tanto reafirma un perfil popular y democrático y un ánimo dialogante, en contraste con lo que es usual en los presidentes latinoamericanos y, vaya sí este es hoy el caso, en el mandamás norteamericano. Resta considerar si esta forma de conducir lo asuntos públicos resulta conciliable con la coalición que Orsi representa.

En ese sentido las dificultades ya están a la vista. Por algo Fernando Pereira pide a sus feligreses defender la gestión del Presidente. El entorno sindical y alrededor de la mitad del Frente Amplio clama por medidas más radicales, primera de ellas, un confrontativo aumento impositivo. Moralmente impecable, estratégicamente desastroso. Añorando mayor ejecutividad se señala, por fuera de la izquierda, que el Uruguay flota en dulce de leche, una viscosa tradición que nos traba.

No solo el Presidente, todos estaríamos inhibidos para impulsar imprescindibles transformaciones. Es posible que sea cierto pero, en la actual coyuntura, bastante peor es remar en un compuesto inflamable. Tal el que ofrece, aún en su versión edulcorada, la mitad marxista-leninista de la izquierda uruguaya, inmutable frente al nuevo mundo.

La personalidad del Presidente y su entorno, aún aceptando su parsimonia, es la mejor defensa frente a ese peligro, para nada descartable.

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