Pour la galerie

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FRANCISCO FAIG
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La reunión de autoridades partidarias convocada por el presidente del Frente Amplio (FA) fue, como dicen los franceses, pour la galerie: para quedar bien, para hacer como si, para llenar apariencias y dejar satisfecha a nuestra sempiterna ingenuidad consensualista.

Es una ilusión creer que el FA lleva adelante su estrategia sin prestar atención al mundo sindical en torno al Pit-Cnt. Como dejó claro, por ejemplo, el proceso de adhesión del FA a la campaña de firmas en favor del referéndum de marzo, ocurre incluso, en momentos claves, que lo sindical está a la vanguardia de lo político en la conducción de la oposición al gobierno. En este sentido, ¿por qué suponer que la concomitancia de un Pereira dialoguista y un Pit- Cnt huelguista, con el gremio de maestras decidiendo no hacer más guardias de forma de perjudicar la provisión de alimentación entre los niños más carenciados del país, es una casualidad o, lo que es lo mismo, carece de articulación política-sindical?

Mientras que Pereira pone rostro dialoguista, el Pit-Cnt conducido por Abdala (su compañero sindical de lustros) plantea una cerrada oposición al anteproyecto de reforma de la seguridad social; mientras Orsi declara que el desafío del narcotráfico exige amplios acuerdos, su mano derecha en comunicaciones en Canelones sigue dando a entender que en Uruguay corre riesgo, hoy, la libertad de prensa; mientras Mujica desautoriza a su senador Carrera por la iniciativa de denunciar internacionalmente al gobierno porque se estarían violando sus derechos humanos, otro de sus senadores arremete contra Lacalle Pou con la pregunta retórica en Twitter de si para el presidente vale más la salud de los uruguayos o los intereses de una tabacalera.

Alguien podría pensar que estas aparentes contradicciones son consecuencia de que nadie manda de verdad en la izquierda. Y si bien efectivamente la parte de caos y casualidad en política es muchas veces más importante de lo que se cree, sobre todo si se analiza el corto plazo, no es menos cierto que hay una estrategia de fondo de toda la izquierda que quedó clara en la noche misma de los resultados del balotaje: golpear, desgastar y cansar al oficialismo, generando permanentes confrontaciones, grandes y pequeñas, que no den tregua y que vayan mellando la energía reformadora y la legitimación popular de la Coalición Republicana (CR).

Cuando por momentos la CR ocupa el “centro del ring”, para retomar la fórmula de Sanguinetti, como por ejemplo con el reciente arrinconamiento a Carrera por sus ilegalidades, la izquierda procura naturalmente volver a tomar la iniciativa. Y eso es lo que hizo Pereira con su carta dialoguista: cambiando el escenario, intentó con una maniobra de distracción quitar del centro de la atención pública a la corrupción del FA. Pero la izquierda no disminuyó por ello y en paralelo, los ataques sindicales y políticos a las ideas y a las personas del gobierno.

Nadie con dos dedos de frente y un mínimo de picardía puede creer, de verdad, que la iniciativa de Pereira fue sincera: porque el estado de nuestra convivencia democrática no precisa de ese diálogo; y porque la izquierda político-sindical mantiene incólume su estrategia de agitación y propaganda. Fue todo pour la galerie.

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