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HEBERt GATTO
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No es tarea fácil o sencilla determinar las consecuencias a corto y mediano plazo de la guerra ruso-ucraniana mientras bombas, cohetes y tanques de última generación desgarran las ciudades ucranianas sometidas al asedio de la segunda potencia militar del mundo.

Aquí no se trata de la labor del historiador que munido de los datos de lo que ocurrió reconstruye con relativa objetividad, lo sucedido en otro tiempo. En este caso, quien recopila información o reflexiona sobre ella es un observador contemporáneo conmovido por sucesos cuyo dramatismo registra cotidianamente. Quizás por eso y porque alguna confianza manteníamos a que el siglo XXI suponía un leve progreso civilizatorio, la invasión rusa nos resulte tan rechazable. Además de su total carencia de justificaciones.

La Federación Rusa, secundada por ambigüos críticos locales alega tres razones fundamentales para admitir su ataque. A) Ucrania constituye un estado fallido, su historia, su lengua y sus tradiciones están inextrincablemente unidas al devenir de Rusia como nación. No se trata entonces de agredir un país independiente, sino de reunificarlo. B) A esa unidad ha conspirado la OTAN y los sectores y gobernantes pronazis de Ucrania, que desde la desaparición de la URSS han procurado una agresiva política de cerco y asfixia al pacífico desarrollo de Rusia que solo procura un cinturón de seguridad. C) El alegado ataque al Derecho Internacional, al violarse el derecho a la autodeterminación y prohibirse la invasión de otra nación, ha tenido, desde 1948, cuando fue expresamente consagrado, un sinfín de violaciones. Entre otras las practicadas por los EE.UU., tanto en América como en Asia. Corresponde considerarlas.

Sojuzgan una democracia con el pretexto de crear un cinturón de seguridad para el agresor.

El argumento inicial, es parcialmente cierto, Rusia y Ucrania tienen, en algunos niveles, un pasado compartido y su lengua admite lejanos orígenes comunes con el ruso. Aún cuando Kiev era por entonces más importante que Moscú. En cualquier caso la aspiración indepentista de los ucranianos cuenta también con remotos antecedentes, de los cosacos en adelante. Gran parte de Ucrania estuvo en su pasado unida a Polonia, de la que se independizó luego de una larga contienda, e inmediatamente después de la revolución soviética la proclamó nuevamente, y si su República no llegó a prosperar fue por la intervención armada de los revolucionarios bolcheviques. Luego de la caída de la URSS, el pueblo ucraniano se manifestó nuevamente por la secesión. En un proceso más largo, pero en ciertos aspectos, parecido, al de argentinos y uruguayos. B) La segunda justificación es también en parte verdadera pero fue producto, en lo que a Ucrania concierne, de los deseos de su pueblo que asumió que su independencia la inclinaban a Europa Occidental. C) En cuanto al último argumento, Estados Unidos ha violado, sin duda, el Derecho Internacional. Su conocido afán imperialista y su errática política exterior la condujo a ese resultado.

Pero aparte que los fallos de otro no justifican los propios, no pueden compararse las magnitudes de ambas violaciones. Aquí se trata, ni más ni menos, que sojuzgar, sin plazo, a una democracia europea, sin más pretexto que edificar un cinturón de seguridad en beneficio de su agresor. Una banda militar protectora que hoy carece de justificación y encubre a un nacionalismo ruso devorador.

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