Mañana, ¡a las cosas!

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Pedro Bordaberry
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Llega a su fin la campaña para derogar o mantener la Ley de Urgente consideración. Una campaña que entusiasmó más a los que la llevaron a cabo que a la ciudadanía en general. 

Hubo menos presencia y movilización que en una elección nacional. La cantidad de indecisos, que se mantuvo hasta el final, es un indicador de eso.

Los temas planteados, en especial luego que los partidarios del Sí designaran su estratega, no ayudaron. Pareció más importante la pantera, la cadena que pidieron y después se quejaron que los otros no la pidieron, la conferencia de prensa, el cura que no era cura de la Iglesia católica pero si de una antigua, las mentiras que había que desmentir a cada rato, si un dirigente es colono, si su suegro y señora lo son, las cincuenta denuncias contra la policía que no eran cincuenta ni tres ni dos y otras cosas que no hacían a la cuestión, que el contenido de la ley.

No se escucharon propuestas alternativas. Ni una. Solo crítica y denuncia. Grito y puño cerrado.

Eso provocó el hastío general.

Olvidaron que, sea cual sea el resultado de hoy de noche, los problemas del país y de los uruguayos seguirán ahí.

Algunos empezaron a resolverse a partir del primero de marzo de 2020. Pero falta.

Estamos mejor en seguridad ciudadana. Lo dicen los indicadores de delitos. Pero no estamos bien. Queda mucho camino por recorrer para lograr los niveles de paz y seguridad de que gozamos hace quince o veinte años. Ni qué decir hace treinta.

La lucha contra el narcotráfico, grande y pequeño, no se puede perder. Nos va la vida como sociedad en ello. Seguir atrapando grandes traficantes y cerrando las bocas de venta es el camino no sólo para mejorar la seguridad ciudadana sino salvar la vida de muchos.

Estamos saliendo del deterioro económico producto de la pandemia. Crisis que se sumó a la herencia recibida del gobierno anterior de déficit fiscal, inflación y desempleo.

El crecimiento del producto bruto del 4,5% del pasado año es una muy buena noticia. Que se haya recuperado el 80% de los puestos de trabajo prepandemia también.

Al mantenerse los motores de la economía prendidos y no haber escuchado las voces que desde el Frente Amplio pedían cuarentenas y cierres de actividad, la recuperación fue mucho más rápida.

Pero falta mucho.

Es momento de concretar una mejor inserción del Uruguay en el mundo, tratados de libre comercio, eliminación de regulaciones innecesarias y eficiencia estatal que permita reducciones impositivas.

Es hora de pisar el acelerador en materia educativa. El retroceso que hace quince años señalan las pruebas PISA es preocupante. En especial cuando se analiza al quintil de la población de menores ingresos. La gran igualadora que es la educación está llegando de distinta forma a quienes tienen ingresos y a quienes no lo tienen. Es decir, está desigualando.

Los asentamientos siguen ahí. No solo siguen sino que crecieron durante los últimos quince años. Es tiempo de imitar en las zonas urbanas el plan más exitoso de viviendas de la historia del Uruguay: Mevir.

El problema es que algunos ya piensan en la próxima elección, quién se va a presentar y quién puede ganar, y no en los problemas de hoy. Eso sobrevoló la campaña del referéndum. Infligir una derrota al gobierno, recuperar militancia, calentar motores, no se para hasta la elección, fueron algunos de los comentarios escuchados.

Hoy de noche algunos festejarán, otros no. Mañana todos tendremos que levantarnos a trabajar. Se haya mantenido la ley (como espero) o se haya derogado.

En 1939, José Ortega y Gasset, de visita en Argentina, dio en La Plata una conferencia denominada “Meditación de un Pueblo Joven”.

En la misma dijo una frase que quedó marcada en el tiempo: “¡Argentinos, a las cosas, a las cosas! Déjense de cuestiones previas personales, de suspicacias, de narcisismos. No presumen ustedes el brinco magnífico que dará este país el día que sus hombres se resuelvan de una vez, bravamente, a abrirse el pecho a las cosas, a ocuparse y preocuparse de ellas, directamente y sin más, en vez de vivir a la defensiva, de tener trabadas y paralizadas sus potencias espirituales, que son egregias, su curiosidad, su perspicacia, su claridad mental secuestradas por los complejos de lo personal.”

Quedan tres años de este período de gobierno. Es momento de ser generosos. De pensar en los uruguayos y no en el futuro personal. Dejar de lado los enfrentamientos y los cálculos electorales.

En palabras de Ortega es momento de abrirse el pecho a las cosas, ocuparse y preocuparse de ellas, directamente y sin más, en vez de vivir a la defensiva, de tener trabadas y paralizadas las potencias espirituales.

Es tiempo de avanzar y crecer. De llevar adelante lo que nos permitirá lograr la mayor felicidad colectiva posible que, como repetía el filósofo español, nos dará la posibilidad de dar un brinco magnífico.

Hoy se festeja o se lamenta. Mañana, todos juntos, ¡Uruguayos, a las cosas, a las cosas!

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