Mal enfocados

El dato de que la economía uruguaya haya caído 0,2% en el tercer trimestre de 2025 debería haber funcionado como un punto de inflexión para el gobierno y para el Frente Amplio. Un llamado a la prudencia, al realismo y a dejar atrás el reflejo de tirar propuestas para alimentar a la barra más radical. Sin embargo, ocurre exactamente lo contrario. Ayer mismo, la vicepresidenta se sumaba al coro de voces que clamaban por discutir un nuevo impuesto al famoso 1%: “es una discusión que tenemos que tener”.

Mientras el presidente Orsi y el ministro de Economía, Gabriel Oddone, descartan el impuesto al 1% más rico, dirigentes de primer nivel salen, un día sí y otro también, a saludar la iniciativa impulsada por el PIT-CNT. No sorprende que estas malas ideas cuenten con el auspicio de Civila, Gustavo González, Constanza Moreira, Oscar Andrade o Marcelo Abdala. Lo preocupante es ver cómo otros dirigentes, supuestamente más responsables, empiezan a jugar con fuego.

Hablamos, naturalmente, de Mario Bergara y Carolina Cosse. En el caso de Cosse, el asombro es menor. Ya demostró, con tal de encontrar un nicho en la interna electoral, que está dispuesta a subirse a cualquier carro, incluso al de la reforma constitucional del PIT-CNT que destruía las bases de la seguridad social. Resulta curioso que quienes hoy se muestran tan preocupados por la pobreza infantil hayan impulsado hace pocos meses un plebiscito que profundizaba el castigo que niños y jóvenes ya sufren en Uruguay en materia de distribución del gasto público.

El apoyo a estas ideas suele esconderse detrás de fórmulas evasivas: “hay que conversarlo en profundidad”, “es una discusión sobre la distribución de la riqueza”, “yo no lo descarto”. Una actitud profundamente irresponsable: dejar crecer propuestas dañinas sin siquiera tener el coraje de defenderlas abiertamente. Es el mismo libreto que utilizó la hoy vicepresidenta cuando, sin hacerse cargo, alentaba el plebiscito del PIT-CNT para seducir al ala más radical del Frente Amplio. Lo de Mario Bergara es todavía más llamativo. Cuesta entenderlo a la luz de su trayectoria académica y profesional. Con una liviandad sorprendente, afirmó que la propuesta tiene “un formato razonable”. Salvo que su objetivo sea complicarle la vida al ministro Oddone, resulta difícil encontrar una explicación racional para semejante afirmación.

Uruguay cierra un año claramente de más a menos. El crecimiento del segundo semestre será prácticamente nulo, no hay grandes inversiones confirmadas que actúen como motor y el contexto internacional no promete mejoras sustanciales. En este escenario, el tiroteo interno por la agenda económica no es una picardía política: es un lujo que el país no puede darse.

Las modestas perspectivas actuales deberían llevar a reforzar el liderazgo del presidente y del ministro de Economía, a guardar las propuestas sobreideologizadas para otro momento y a concentrarse, con pragmatismo, en una sola prioridad: crecer más. Crecer más es lo único que puede poner a salvo al gobierno tanto política como económicamente. Porque jugar con el 1% puede terminar perjudicando al 100%.

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