Publicidad

Les es indiferente

Compartir esta noticia

La idea ahora es renovar el corto tramo de la rambla que pasa frente al teatro de Verano y hacer allí, en las canteras, algo así como toboganes.

Más allá de si eso sirve para algo o no (queda por ver si la Comisión del Patrimonio está de acuerdo), todo indica que se trata de otra frivolidad más de las tantas que caracterizan a la actual administración capitalina. Mientras tanto, la Intendencia sigue pasando por alto los temas realmente complicados del departamento. Y vaya si los hay.

Montevideo huele mal, y más en estos día veraniegos. De cada contenedor repleto hasta el tope (y rodeado de basura que dejaron tirada los hurgadores), sale un olor pestilente que inunda a la ciudad. Las moscas que revolotean en la zona, aprovechan las ventanas abiertas (han sido días de calor) de casas y apartamentos para adueñarse de ellas. El ruido que hacen los que abren (y cierran, por lo general a los golpes) las tapas de los contenedores ya sea para tirar la basura, ya sea para hurgar en ella, sobresalta a los vecinos, que no tienen más remedio que soportar el olor, la mugre y las moscas. En algunos barrios, a las dos o tres de la mañana pasa el camión recolector haciendo un estruendo impresionante que perturba el sueño de quienes moran en el vecindario.

La pesadilla de los contenedores con la basura y la mugre, sigue allí año tras años y de ella la Intendencia ni habla.

¿Un tobogán en las canteras planificado por una Intendencia que es incapaz de recoger la basura con orden y eficacia? Parece una tomadura de pelo. Y sin duda es una frivolidad más de quien gobierna la capital.

No hablo de la mugre para ser uno más que se suma al habitual coro crítico de la gestión municipal. Tengo un contenedor a un metro y medio de las ventanas de mi casa. Sé lo que digo.

Carolina Cosse pretende ser la próxima presidenta de la República. Por eso organiza eventos en los que ella es protagonista. No en vano, con humor (o en realidad, sarcasmo) hay quienes la apodan “la reina”. No es simpática, pero trata de aparentarlo para ganar adhesiones. Sin embargo, no es con la tilinguería que la caracteriza que se gobierna un país. Se requiere algo más.

Tiene una claque que le dice que sí a todo lo que anuncia, piensa y propone. Pero la claque no refleja la realidad sino el circuito cerrado en el que se mueve. Su función es esa, halagar todo lo que ella quiere que sea halagado y no hablar de lo que molesta.

De todos los intendentes frentistas que gobernaron Montevideo desde 1990, quizás Daniel Martínez fue quien hizo más obra pública en una ciudad que la reclamaba con desesperación. El retraso de décadas enteras hace que lo realizado por el entonces intendente luzca pero no tanto, en la medida que aún quedó mucho por hacer y la actual titular no parece interesada en completar. A ella, con pintar de verde algunas calles, organizar recitales y construir toboganes, le sobra.

Pese a lo mucho hecho por Martínez, no logró resolver el tema crucial de la basura. Por lo tanto, su gestión al final fue deficitaria. Habrá que agradecerle la obra pública, pero es imposible no reprocharle que también haya fracasado en resolver el asunto más dramático de la ciudad. Para colmo, la situación se agravará en este año electoral: si Montevideo es siempre sucia, más lo será con las pintadas y despliegues de carteles en tiempos de campaña. Ahí los partidos son responsables aunque eso no parece afectarlos.

Al observar la gestión de Carolina Cosse es inevitable preguntarse para qué quiso ser intendenta. Su actitud evidencia que en realidad no le interesa el cargo. Quiso tenerlo, sí, pero no para hacer algo con él. Solo le importó la visibilidad que le daba.

Eso lleva a otra inevitable pregunta. Si es capaz de pelear por un cargo de gestión gubernativa que no le interesa, ¿para qué quiere ser presidenta?

Tiene vocación de figuración, sin duda, pero no de servicio. O si la tiene, no se le ve.

Montevideo sigue necesitando una gestión municipal que transforme la ciudad, la modernice, la haga funcional y eficiente y que además, como tantas veces he insistido, que sea linda. Los diferentes intendentes frentistas hicieron la plancha. Algunos más que otros. Un remiendo acá, algo que llame la atención allá, pero ninguna transformación real. Por lo tanto, continua siendo cada día más fea, hostil e insalubre.

Sus intendentes no hacen lo que hay que hacer pero pretenden ser presidente de la República. No han sido capaces de cumplir con las tareas más simples. Basta un ejemplo: renuevan el ornato público en algunas avenidas, cosa bien necesaria por cierto, pero no logran que los árboles ¡crezcan derechos!, ni reponen aquellos que no prenden. Son incapaces de atender tareas tan sencillas como esas. Y eso ocurre porque en el fondo les es indiferente. Así como tampoco les interesa mantener la ciudad limpia, linda y sanitariamente segura.

Por eso voy a la pregunta inicial. Llegaron pero quizás nunca quisieron ser intendentes. ¿Para qué quieren entonces ser presidente?

¿Encontraste un error?

Reportar

Temas relacionados

premium

Te puede interesar

Publicidad

Publicidad