La secuela política de una puñalada

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claudio fantini
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Fue por lunático, no por izquierdista, que Adelio de Oliveira hundió un puñal en el abdomen del candidato que llevaban en andas sus seguidores en el estado de Minas Gerais.

Al explicar por qué había intentado asesinar a Jair Bolsonaro, el autor del atentado dijo que el blanco de su ataque formaba parte de una “conspiración masónica” para aniquilar a militantes de izquierda y que fue Dios quien le dio la orden de apuñalarlo.

A investigadores y jueces les quedó claro que era un delirante, pero su ficha de afiliación a un partido izquierdista se sumó a las imágenes del brutal ataque, potenciando la campaña electoral de Bolsonaro.

Probablemente no fue la causa principal del triunfo, pero sin dudas sumó votos y envión para llegar hasta el Palacio del Planalto.

Esa misma puñalada ahora plantea dudas sobre la posibilidad del presidente de buscar su reelección.

Esta nueva internación por el recurrente problema de la obstrucción intestinal que le dejó como secuela el atentado, vuelve a sembrar dudas sobre su futuro político.

Oficialmente, Bolsonaro es candidato para la reelección. Pero su salud podría no acompañar esa voluntad. En ese caso el escenario electoral que quedaría planteado podría complicar las chances que hoy las encuestas le dan a Lula da Silva.

La salida de Lula de la carrera electoral del 2018 por el procesamiento que le impuso Sergio Moro, allanó a Bolsonaro el camino hacia la presidencia. Pero si ahora fuese Bolsonaro quien queda fuera de carrera, el efecto sería negativo para el líder del Partido de los Trabajadores (PT).

Sucede que los votos conservadores se dividirán entre el actual presidente y el actual gobernador de San Pablo. Bolsonaro separaría los votos ultraconservadores de los votos centroderechistas, que preferirán a Joao Doria.

A eso se suma que habrá sufragios centristas y centroderechistas que probablemente se encaminarán hacia la fórmula que encabezaría Lula de Silva, si finalmente cierra un acuerdo para que lo acompañe como candidato a vicepresidente el ex gobernador paulista Geraldo Alckmin.

Pero el escenario se modificaría drásticamente si el presidente debe desistir de su aspiración reeleccionista.

En ese caso, la postulación que se vería directamente favorecida es la de Doria, porque la derecha extrema que lo mira con desprecio no tendrá más alternativa que votarlo porque el desprecio que siente por Lula es mucho más grande y viscoso.

Con Bolsonaro quedó demostrado que el conservadurismo extremo tiene una dimensión importante en Brasil. Y no está claro que el actual presidente tenga un heredero de la fuerza electoral que acaudilló.

Algunos piensan en Hamilton Mourao. Pocos creen que el general que ocupa la vicepresidencia pueda heredar el extraño liderazgo disruptivo que generó Bolsonaro. Quien podría disputarle votos a Doria es el ex juez de Curitiba.

En definitiva, aunque su relación con Bolsonaro haya terminado mal y eso le mereció el desprecio de los bolsonaristas, está claro que fue Sergio Moro quien permitió al ex capitán convertirse en presidente al sacar de la contienda a Lula.

Es impredecible la manera en que podrían repartirse los votos de Bolsonaro si su salud le impide postularse. Pero es probable que la puñalada que lo ayudó ganar en el 2018, ahora le dé la excusa que lo salve de la derrota que las encuestas están vaticinando.

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