Para el Uruguay, país pequeño, el mundo es ancho y ajeno, como decía aquel peruano. Los grandes dirigentes que ha tenido nuestro país han mantenido siempre una atención especial a las relaciones internacionales.
El contexto mundial en el que estamos insertos atraviesa un período de reacomodo (más bien, de desacomodo) en el que se hace difícil moverse. Dejo eso para los especialistas (y aún así aconsejo tomar con pinzas sus veredictos). Quiero referirme exclusivamente al contexto internacional próximo, vecinal; en concreto a nuestras relaciones con Brasil y Argentina.
Nuestro gobierno es un gobierno del Frente Amplio y recibe de allí tonalidades o acentos que corresponden a esa cultura política. En un pasado no muy lejano (pero sí muy pasado) en nuestro continente se desarrolló y prosperó una doctrina de hermandad. Tuvo algo de doctrina pero fue más un discurso y derivó hacia la instauración de una especie de club de camaradería locuaz integrado por gobernantes de esa época: Chávez, Evo, Lula, Correa, Kirchner, Mujica.
Nuestro actual gobierno frenteamplista se siente socio de ese club. Antes de asumir siquiera Orsi hizo una visita a Lula. Pero ese viaje de Orsi puso de manifiesto un melancólico desfasaje temporal, un llegar tarde, porque ese club ya no existe más: aquellos Presidente amigotes entre sí están muertos, presos o exilados.
La preocupación frenteamplista de buscar el regazo de Brasil -subirse al estribo de Brasil, decía Mujica- nunca nos trajo ningún beneficio práctico. El Uruguay no tiene tantos asuntos en común con Brasil; en cambio, con Argentina sí. Con Argentina tenemos muchos puntos de contacto que necesitan una atención diplomática permanente para que no se conviertan en puntos de fricción.
Tenemos una represa hidroeléctrica compartida. El espectro de las frecuencias radiofónicas tiene que ser acordado para que no se “pisen” las emisoras radiales de uno y otro lado de la frontera. Tenemos un uso común y compartido de los canales del Río de la Plata, tanto el principal como el canal Martín García que pasa junto a la costa uruguaya. Tenemos las zonas de alije a la vista de la rambla de Montevideo. Somos parte del tratado de la Hidrovía Paraná-Paraguay, que tiene en Nueva Palmira su culminación y puerto de reembarque a ultramar de carga paraguaya, brasilera y boliviana. Tenemos una enorme zona atlántica para la pesca, contigua a la zona argentina. Compartimos el río Uruguay con el tratado correspondiente (sin perjuicio de lo cual nos cerraron los puentes durante cuatro años). Tenemos dos gasoductos conectados con Argentina, uno acá en el sur y otro en Paysandú (por el que hasta ahora nunca ha pasado ni un soplo de gas). Y etc.
Las relaciones con Argentina son más importantes para Uruguay que las relaciones con Brasil. Hablo de relaciones con Argentina, no con Milei (ni antes con Kirchner). Requieren personal capacitado y atención permanente. No han sido ni serán de música de charango y letra de Mercedes Sosa: más bien de vigilancia y mutuo respeto. El progreso y el bienestar de nuestro país dependen de nosotros mismos, ya se sabe, pero se relacionan más con la Argentina que con Brasil.