La medusa y la reforma

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PEDRO BORDABERRY
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Investigadores de la Universidad de Oviedo secuenciaron el genoma de la “Turritopsis dohrnii”. Se trata de una medusa que habita en el Pacífico, Caribe y Mediterráneo.

Lo interesante de este animal marino es que es inmortal.

Nunca envejece.

Cuando llega a adulto, rejuvenece.

Un proceso que puede repetir muchas veces.

Un accidente o depredador puede terminar con su vida pero biológicamente tiene la capacidad de vivir para siempre.

Secuenciar su genoma tiene especial interés para nosotros los humanos. Si pudiéramos hacer lo mismo que ella podríamos volver a ser jóvenes al alcanzar la vejez.

Alcanzaremos el sueño de la eterna juventud que según las leyendas persiguió Alejandro Magno si pudiéramos imitar a la Turritopsis dohrnii.

Por ahora parece ser que la importancia del estudio que realizó el Instituto Universitario de Oncología de la Universidad de Oviedo, según informa El País de Madrid, es otro.

Entender ese proceso puede ayudar a enfrentar enfermedades que hoy nos afectan.

El problema es que si los avances científicos nos permitieran ser como la Turritopsis dohrnii en Uruguay tendríamos un obstáculo casi insalvable: habría que reformar la seguridad social para adaptarnos a esa vida eterna.

Si la mayoría de los uruguayos vive cien, ciento cincuenta años o para siempre, seguro no podrán pagarse las jubilaciones a partir de los sesenta. El BPS y las Cajas quebrarían al aumentar los beneficiarios y años de vida y seguir teniendo la misma cantidad de aportantes. Los aportes del trabajador a las Afap, hechos durante 30 o 35 años, no serían suficientes.

A la vista de las reacciones al proyecto de reforma que presentó el gobierno, parece que modificar el sistema es más difícil que revertir el proceso de envejecimiento como la medusa.

Las reacciones en contra de la proyectada reforma de la seguridad social, que han anunciado varios gremios y que algún partido político mira de reojo, orejeando las cartas y pidiendo que el otro juegue antes de pronunciarse, son prueba de ello.

El tema, no con la crudeza del ejemplo de la medusa pero sí con datos de la realidad, ya está entre nosotros.

Hace muchos años los alemanes, que nos llevan mucha ventaja en todas las áreas, advertían del problema. Helmut Kohl, Canciller en la época de la reunificación de las dos Alemanias y la caída del Muro de Berlín lo advirtió en forma clara. Se preguntaba “¿cómo iba a ser posible sostener una sociedad donde buena parte de la población estudie hasta entrados los treinta, se jubile a los cincuenta y viva más allá de los ochenta?”

Hace unos años, en la presentación del Libro “Mi Segunda Vida” de Martín Guerra, el Dr. Eduardo Lasalvia expresaba que no estaba lejos el horizonte en que se agregarían muchos años de vida al ser humano. No será utópico vivir más de cien, ciento veinte o ciento cincuenta años.

Todo un desafío para los sistemas de salud, la alimentación, la seguridad social, la vivienda y para nosotros mismos como seres humanos.

Cuando estaba en el Senado llegó a mis manos el informe “La Esperanza de vida en Uruguay a lo largo de los siglos XIX, XX, XXI y sus probables valores futuros”, de la Cra. Alicia Mariella Lazo, de la Asesoría Económica y Actuarial del BPS de abril 2013.

En él se concluía que había aumentado la esperanza de vida dos años (con algunas diferencias respecto de hombres y mujeres).

Otro estudio del mismo año llamado “Proyección financiera del sistema previsional contributivo administrado por el Banco de Previsión Social”, dirigido por el Cr. Luis Camacho, era también concluyente. Afirmaba que “el envejecimiento demográfico previsto, implicará una importante disminución de la relación demográfica a consecuencia del crecimiento que se operará en el número de jubilados futuros en relación al de cotizantes”.

Ello genera un desafío para poder mantener la sustentabilidad en el mediano y largo plazo de los sistemas de seguridad social y de salud.

Si se mantiene la misma cantidad de aportantes y se agranda la cantidad de pagos que hay que hacer alcanza con una regla de tres para concluir que el sistema va a colapsar.

Hablando en criollo, al vivir más años hay que pagar jubilaciones durante más tiempo por lo que se necesitan mas ingresos.

Los caminos acá son claros: o se aumentan los montos de los aportes al sistema o se eleva la edad de jubilación. Los aportes e impuestos sobre los salarios ya están en niveles insostenibles comparados con cualquier sistema.

Por otro lado, no solo aumentó la expectativa de vida. También lo hizo la calidad de vida.

Hace varios, años en el Senado propusimos un mecanismo de ajuste de la edad mínima de jubilación vinculado con el aumento de la expectativa de vida. Eso significaba que al final de cada año, con los datos objetivos, se estimaba dicho aumento y se ajustaba la edad mínima de jubilación. Significaba realizar ajustes pequeños en el tiempo y sobre base objetivas.

Si no los hacemos, podremos rejuvenecer como la medusa Turritopsis, pero no tendremos recursos para vivir.

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