La decadencia está asegurada

Qué hacer con y por Montevideo? Nadie parece tener una respuesta. Mientras, los montevideanos seguimos asistiendo entre impávidos e indiferentes a la decadencia de una ciudad que supo ser hermosa y diferente a otras capitales del continente. En su dimensión de mediana metrópolis y en la variedad de su hoy denostada arquitectura estaban dos de sus mayores atributos.

Su encanto también radicó en la melancolía que la inmigración gallega le imprimió primero y que el tango refrendó después. Luego Juan Carlos Onetti y Mario Benedetti, la retratarían magistralmente en sus novelas y poesías.

De esa Montevideo se enamoró Joan Manuel Serrat en 1969, cuando desembarcó por primera vez para dar un recital en el Parador del Cerro, en una noche que compartió cartel con Edmundo Rivero. En palabras de Serrat, aquel “de las manos como capazos y la voz de trueno”.

(…) Aquel día, caminé tus calles como nunca he vuelto a caminarlas mientras tú, Montevideo, hacías todo lo posible por deslumbrarme. Unas veces de frente y otras por sorpresa…”, escribió Serrat muchos años más tarde.

Décadas después, allá por los noventa, Joaquín Sabina declaró que le gustaba Montevideo porque era una ciudad “decadente”. Y esa decadencia lo ató para siempre al Uruguay, cuyo público lo despidió de los escenarios con una ovación hace pocos meses.

La escritora y música argentina, María Elena Walsh, era una enamorada de Montevideo. Le encantaba caminar como un ser anónimo por las calles de Pocitos, algo que hacía con cierta frecuencia en sus escapadas a la casa de su amiga Ida Vitale. En uno de sus últimos viajes, en 2003, se sorprendió por el estado del Centro. Recuerdo que me dijo, al menos los montevideanos siguen teniendo el privilegio de “soñar con el mar desde el Río de la Plata”.

En 2019, una periodista de El País de Madrid, coincidía con Sabina y escribió sobre el “decadente encanto de Montevideo” y sostuvo que “los montevideanos han hecho todo lo posible para quedarse en la primera mitad del siglo XX”…

Estas afirmaciones y comentarios me vinieron a la memoria, el jueves último al escuchar al intendente Mario Bergara que, luego de reiterar que la situación financiera del Palacio Municipal “no es buena”, afirmó que : “tenemos el desafío de avanzar con políticas en un contexto donde hay que ir reordenando la parte financiera. El desorden financiero nunca es soporte de una buena política”.

Entiendo que Bergara está diciendo que no hay recursos para obras, y quién sabe qué sucederá con los servicios básicos. Esto sucede después de 35 años consecutivos de gobiernos capitalinos del Frente Amplio.

Es evidente que el nuevo intendente, economista de profesión, debe ordenar el desastre dejado por su predecesora la ingeniera Carolina Cosse. Muy caro pagarán los montevideanos las festicholas en la Rambla del Parque Rodó con las actuaciones de Lali Espósito y Daniela Mercury.

Las obras, imprescindibles que clama Montevideo, deberán seguir esperando. Todo indica que la ciudad continuará deslizándose por un tobogán que parece no tener piso.

La decadencia por cinco años más parece estar asegurada. Financiar una burocracia tan gigantesca como costosa e inútil, para ser el destino de los montevideanos.

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