La comarca del futuro

En 1953, Eduardo J. Couture escribió “La comarca y el mundo”. Su último capítulo “Nuestro Metro cuadrado de tierra” comienza así: “Cuando se llega hasta ella por los caminos del aire, se advierte, apenas, un vasto prado natural, ondulado y sereno como un mar en calma... Lo desmesurado recobra proporciones armoniosas, lo monstruoso se convierte a la gracia.”

Han pasado 72 años desde que Couture escribió esas líneas. En otros 72 años, yo tendría 118. No estaré, Prefiero hoy dar mi idea de futuro a riesgo de que me traten de demente. Para que suceda hay que tomar decisiones hoy.

Hoy seguimos siendo, en buena parte, ese “prado ondulado”. Pero también somos un país donde conviven la armonía con nuevas formas de desmesura: violencia doméstica, suicidios, narcotráfico y hogares con niñas y niños atrapados en la pobreza estructural. El riesgo ya no viene del exterior: está entre nosotros. La pregunta es si podemos transformar esa calma natural en una ventaja activa para el futuro. Actuar hoy significa: preparar ya una política y plan profundo para recibir inmigración en los próximos 5-7 años.

Estados Unidos ha perdido atractivo para quienes buscan estabilidad y libertad. Europa vive una crisis migratoria profunda, con tensiones culturales internas que Samuel Huntington, en su ensayo El choque de civilizaciones, vislumbró pero no imaginó como un conflicto tan interno. Mientras tanto, el hemisferio sur, y en especial países como Uruguay, Argentina, Chile, Nueva Zelanda o Australia, empiezan a verse como destinos posibles para quienes buscan calidad de vida, distancia de los conflictos y una nueva raíz.

Uruguay tiene lo que el mundo busca: paz, escala humana, recursos naturales, instituciones razonablemente estables. Pero no puede dormirse en la nostalgia. Si aspiramos a que esta comarca sea una opción real para quienes están buscando un nuevo comienzo, debemos prepararnos desde ahora.

El crecimiento poblacional es hoy una necesidad existencial para Uruguay. Y es también una oportunidad para rediseñarnos sin perder la esencia. No se trata de abrir la puerta sin más. Se trata de invitar a quienes compartan ciertos valores: la libertad como principio, la paz como horizonte, la solidaridad como base del vínculo social. Personas formadas, con vocación de integrarse.

Dar un nuevo nacimiento a Uruguay que sin dudas, será visto en los próximos años como reservorio de oportunidades. Este movimiento ya comenzó. Maldonado y Punta del Este lo están viviendo: un ecosistema que atrae, retiene y multiplica. Colonia está en camino. Montevideo, en cambio, enfrenta una disyuntiva: recuperar su atractivo o resignarse a una decadencia silenciosa. Dentro de 72 años, si hacemos lo que nos toca, Uruguay puede ser uno de los últimos bastiones de la sociedad occidental democrática, libre y próspera. No por nostalgia, sino porque supimos anticipar, abrirnos con inteligencia y cultivar nuestros activos.

Couture termina su libro con una frase que hoy vuelve a tener sentido:

“Lo universal riñe con lo cosmopolita; cuanto más de su país y de su época sea un hombre, más de los países y de las épocas todas. Al principio era la comarca. El mundo vino por añadidura.”Hoy, esa comarca puede ser el mundo para muchos. Y eso, si lo elegimos, puede ser también nuestro nuevo principio.

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