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SEBASTIÁN DA SILVA

Si nos molestamos, y vaya que con razón, cuando el titular de la empresa ENCE anunció que no construiría la planta de celulosa en Fray Bentos, debemos de alegrarnos al saber que la pastera se levantará finalmente en el departamento de Colonia y que los españoles cumplieron su palabra de seguir confiando en Uruguay.

El costo es mayor al inicial y la tecnología será de últi- ma generación, constituyendo una nueva marca en inversiones privadas desde que nos constituimos como nación independiente.

Esta sensación de satisfacción no es la que se refleja desde las altas esferas del poder oriental simplemente por el hecho de que el anuncio público se realizó en la mismísima sala de prensa de la Casa Rosada, junto con unos de los operadores más pusilánimes que tiene la administración Kirchner como lo es su Jefe de Gabinete.

Desde las autoridades ambientales, pasando por la Cancillería, hasta el propio Dr. Vázquez reflejaron un escepticismo poco entendible a la hora de valorar el esfuerzo de una empresa que tiene todo el planeta para invertir y que ante la duda vuelve a confiar en nuestro país.

Las formas, importantes en sí mismas, para el caso son secundarias si miramos el tema con perspectiva, es decir la anécdota de que se hizo público el anuncio desde la otra orilla y que por ende contó con el aval explícito del gobierno argentino lejos de ser una afrenta permite una mayor comodidad institucional a la hora de analizar con mesura todos los permisos ambientales, dado que al igual que con el Río Uruguay, el régimen del Río de la Plata tiene administración binacional

Por tanto en materia de inversiones forestales se cumplirá el objetivo de ser vanguardia en el procesamiento de madera para diversos usos y el mapa de Uruguay seguirá presente en los despachos donde se toman las decisiones de dónde dirigir futuros emprendimientos. La presencia de las empresas líderes en materia de forestación reafirma esta buena senda.

El otro aspecto a resaltar es la presencia española en la región: ni un solo paso de los descriptos se hizo sin calibrar aspectos tanto geopolíticos como económicos.

La influencia del gobierno español, la importancia de las multinacionales concesionarias de servicios públicos en Argentina y los propios intereses de los accionistas de ENCE con nuestros vecinos propiciaron una decisión típica de la globalización y de las multinacionales, en donde dos más dos nunca es cuatro y en donde los largos plazos prevalecen siempre y en todo lugar a las coyunturas.

Justo es resaltar entonces el gesto hacia nuestro país, que no tiene instaladas ni a Repsol, ni a Telefónica, ni tiene la cantidad de tenedores de deuda que sí existen del otro lado del Río. Cuánto más fácil podría ser seguir exportando los rolos de Eufores como se hace en la actualidad y recibir de Buenos Aires enormes y poderosas razones para que los mil trescientos millones de dólares se distribuyan en alguna de sus provincias.

Aprovechemos esta instancia. Si somos merecedores de la confianza de intereses multinacionales, debemos tener el mérito de solucionar este culebrón que ya lleva casi dos años. La tranquilidad de no haber perdido ni una sola prenda en el camino y tener un horizonte de inversión asegurada, nos obliga a dialogar. Los inimputables de Gualeguaychú no nos pueden hacer perder el rumbo.

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