Inmejorable oportunidad

El despliegue en aguas oceánicas uruguayas del proyecto de investigación submarina Uruguay Sub200, constituye un acontecimiento digno del mayor elogio. En primer lugar porque encara un relevamiento serio de esos ecosistemas hasta ahora muy poco inexplorados, utilizando un moderno buque de investigación (Falkor (too)) equipado con tecnología de vanguardia (8 laboratorios especializados, potente robot submarino Subastian, ecosondas, etc.).

Desde luego las expectativas superiores pueden centrarse en ampliar con mayor detalle, o incluso descubrir, aspectos importantes de la composición ecosistémica del talud continental y de la zona abisal -es la que se ubica a más de 2.000 metros de profundidad del océano. Por ejemplo lo relativo al bosque de corales de profundidad de agua fría allí existente. También se determinará con mayor precisión el nivel de recuperación que exhibe el fondo marino, tras muchos años de sufrir la acción destructiva de la pesca industrial de arrastre que, por fortuna, se dejó de practicar.

Y tal vez anunciar la presencia de algunas especies nuevas para nuestra fauna y aumentar el conocimiento sobre la situación actual de especies endémicas de tiburones, peces, incluyendo a nuestra emblemática franciscana o delfín del Plata -catalogada como especie “vulnerable”-.

Seguimos sin tomar conciencia de la elevada productividad que caracteriza a nuestras aguas estuarinas y oceánicas, gracias a los singulares aportes de la corriente cálida de Brasil, de la corriente fría de Malvinas, y a las descargas del Río de la Plata, alimentadas por el Paraná y el Uruguay. Nuestra histórica cultura desarrollada “de espaldas al mar” nos coloca en una frágil posición para valorar este tesoro patrimonial; una paradoja inexplicable si consideramos que territorio terrestre se extiende 176.200 km2 y el marítimo 205.600 km2.

Ante este panorama hay que señalar que el incremento del conocimiento al que apunta alcanzar la expedición Uruguay Sub200 es sólo uno de dos pilares claves.

El otro, igual o más importante, es avanzar muchísimo más en políticas de conservación de estos ecosistemas. No conformarnos con el atractivo mediático que indudablemente tiene las informaciones divulgadas por el proyecto, sino reclamar con firmeza que se adopten acciones concretas de protección, en concordancia con el valor patrimonial a tutelar.

No es necesario esperar a disponer de un sesudo informe científico académico de todo lo que está en juego en las aguas uruguayas para ser responsablemente proactivos, y asegurarnos la detención de acciones depredadoras, evitando conductas atentatorias contra la integridad ecosistémica marina y estuarina del país.

Existe vasta experiencia internacional exitosa en lo referente a la aplicación del principio de precaución. Este enfoque de la gestión de riesgo se anticipa al daño que puedan ocasionar políticas o acciones de práctica habitual, capaces de ocasionar daños ambientales y patrimoniales significativos, aunque aún no se haya alcanzado un consenso científico y técnico al respecto.

Estamos convencidos de que aplicar en el caso que nos ocupa el principio precautorio es una demostración cabal de responsabilidad y compromiso con el futuro del país.

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