El jueves asumió el economista Mario Bergara como octavo intendente consecutivo del Frente Amplio en Montevideo. Transcurrieron ya 35 años desde que la capital del país pasó a ser gobernada por la coalición de izquierda y sumarán cuatro décadas cuando Bergara termine su mandato.
El economista que supo ser presidente del Banco Central y ministro de Economía, llega al Palacio Municipal después de la gestión que encabezó Carolina Cosse, la peor desde que se creó el cargo de Intendente en el año 1909.
Es un triste récord avalado por el estado de la ciudad, y refrendado por las cifras que se conocieron en estas horas acerca de las arcas municipales. Seguramente, el propio Bergara haya exigido que se difundieran ampliamente los números para marcar la cancha y mostrar cuál es su punto de partida.
Esos números dicen que: el ejercicio completo de 2024 mostró “un déficit histórico de $ 3.640 millones, superior en 10% a la recaudación y 8,3 veces mayor al déficit que se había registrado en 2023”. Esto sucedió mientras la propia Intendencia recaudaba US$ 2 millones diarios los 365 días del año, a los que hay que sumar los US$ 35 millones que el año pasado obtuvo por multas de tránsito.
Se sabe, Bergara es la continuidad de una fuerza política que ha utilizado los recursos de los montevideanos para hacer y financiar las carreras políticas de los inquilinos de turno y sus amigos.
“Propusimos un Montevideo más limpio, más ágil, más disfrutable, más seguro, y en eso estoy convencido de que desde todas las tiendas políticas vamos a poner el hombro”, dijo Bergara en su discurso al asumir el cargo. Se comprometió, además, a “mejorar sistemáticamente la eficiencia y la calidad de los servicios”, para tener “un Estado eficiente en una ciudad que integre”.
Y anunció que su administración: “Tiene que ser una gestión rigurosa, responsable, eficiente”, con cuidado de “recursos públicos”.
Pocos pueden estar en desacuerdo. El nuevo intendente de Montevideo no debe olvidar que hace tres décadas y media que los montevideanos venimos escuchando discursos similares y en contrapartida asistimos a la permanente degradación de la ciudad y el deterioro de su calidad vida.
No es con palabras y declaraciones de buenas intenciones que la situación va a cambiar. Las acciones deben ser inmediatas, claras y contundentes. Acá no hay luna de miel posible, aquí hay una ciudad que clama por soluciones.
Más que nunca habrá que estar atentos a las medidas que el nuevo gobierno de la ciudad adopte. Para empezar, sería bueno que Bergara dijera si vendrá o no un impuestazo para paliar el gigantesco déficit que dejó la administración Cosse. Si no es así, qué sentido tiene la última resolución firmada el pasado miércoles por Mauricio Zunino, que creó un grupo de trabajo para realizar un relevamiento de los padrones inmobiliarios.
A Bergara le esperan muchos desafíos por delante. Los más importantes, los que le pueden dar credibilidad a su gestión son: terminar con el comité de base y club de asesores amigos del Palacio Municipal y devolverle la dignidad a Montevideo.