En el estribo de Milei

Dos temas han marcado la agenda de esta semana. O deberían. A veces, ver las reacciones del sistema político, académico y mediático en el país, potencia una sensación de pequeñez, de cortedad de miras, y de falta de ambición en el análisis, que resultan desoladoras.

El primero es el escándalo que golpea a la BBC, que por décadas fue el modelo en el que todo el periodismo global se buscaba reflejar. Programas como Hard Talk, Newsnight, The Dubai Debates, figuras como Tim Sebastian, Jeremy Paxman, Stephen Sackur, aquel que hizo pasar un mal rato a Lacalle Pou... ¿se acuerda? Eso es historia. Al mismo tiempo que cambiaba a figuras con carisma y personalidad por insípidos lectores de teleprompters, la señal fue cayendo en el pecado de moda: abandonar el periodismo para buscar “generar conciencia”, para “visibilizar causas”, y creer que su fin era explicarle a la gente lo que estaba bien pensar, y no ayudarla a entender el mundo que la rodea.

Un pecado que ataca a casi todos los medios occidentales. A medida que los periodistas, cada vez más formateados en universidades donde las ciencias sociales son un campo de batalla ganado de forma aplastante por el biempensantismo “woke”, se hacían más fuertes en redacciones desnorteadas por la crisis de modelo de negocios en la era de internet. Pero la gota que desbordó el vaso fue Trump. Ahí pareció que todo se justificaba, a medida que el foso que separa la sensibilidad de las elites universitarias y la gente común, se volvía un mar.

Hace una semana, renunció la cúpula de la BBC luego de que una evaluación interna descubriera que uno de sus programas estrella había editado de forma maliciosa un discurso de Trump para hacerlo decir lo que no había dicho. Pero no fue lo único. También se denunció una cobertura nada profesional del conflicto de Medio Oriente, volcada de manera escandalosa a perjudicar a Israel. Las denuncias también alcanzan al manejo de temas como el cambio climático, o la “causa trans”, donde programas de la BBC hablaban dulcemente de niños de 13 años que tomaban bloqueadores de la pubertad, prohibidos en ese país para menores.

Un ejemplo concreto: hace 15 días la presentadora Martine Croxall fue sancionada por cambiar el guion, y decir “mujeres” en vez de “personas gestantes” como obliga el protocolo interno. Busque el video, porque la cara de la periodista, es muy reveladora.

¿Tendrá arreglo la BBC? Parece difícil, cuando el tema es más del recurso humano (lo decimos con conocimiento de causa) que de dirección. Aunque algunas reacciones recientes de periodistas, que exponen su fastidio por lo que deben soportar, alienta la esperanza. ¿Cuánto habrá que esperar para esto en América del Sur?

Mientras esto pasaba en Londres, cruzando el Atlántico un anuncio político generaba otro tipo de tormenta. Es que el gobierno de Javier Milei en Argentina anunciaba un gran acuerdo de apertura comercial con EE.UU..

Un acuerdo, cuyos detalles todavía no están del todo claros, pero que tiene un impacto gigantesco a nivel geopolítico.

Sumado al contundente apoyo a Milei frente a la corrida previa a las parlamentarias, se confirma un vínculo carnal entre Washington y Buenos Aires, como no se veía desde Menem. Marca con el dedo a políticos, inversionistas, banqueros y mandatarios de otros países, quién será el gran socio a futuro. Eso en un hemisferio donde se está reviviendo de manera muy clara la doctrina Monroe, aquella de “América para los americanos”.

El gran perjudicado con esto es claramente Brasil. Durante la era Obama había recibido una bendición similar de Washington, y se había convertido en la potencia subsidiaria local. Pero, últimamente se ha dedicado a jugar con esto de los BRICS, y acercarse a Rusia o China. Eso está muerto.

Ah, pero en Uruguay no nos enteramos. En la última semana, la reacción de algunos prestigiosos analistas, expertos comerciales, y académicos cercanos a la izquierda ha sido de un aldeanismo penoso. Que el acuerdo entre Trump y Milei es apenas un TIFA como el que tenemos hace 20 años. Que esto el Mercosur lo va a tener que aprobar (ja ja ja). Que es un entreguismo de Milei a una potencia que se quiere robar sus recursos naturales. ¡Por Dios!

Argentina lleva al menos 20 años de decadencia. Eso mientras gobernaban los mismos que repiten esas sandeces al estilo “Venas Abiertas”, pasando a tener más de la mitad de su población en la miseria, y desapareciendo de la mesa donde se discuten los temas en serio. ¿Qué tiene para perder con esto Argentina? ¿Qué para ganar?

Uruguay supo tener una elite intelectual y académica, en especial en su política exterior, con un respeto y una influencia regional muy por encima de nuestro tamaño. Hoy creemos que la prioridad es poner un busto de Ho Chi Minh. Como dicen en las películas americanas: ¡La fiscalía descansa!

¿Encontraste un error?

Reportar

Temas relacionados

premium

Te puede interesar