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Elecciones en Uruguay (III)

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Si bien el suceso era esperable, no por ello dejó de causar sorpresa. Adentro del Frente Amplio, el antiguo grupo de los ocho, se convirtió en el subgrupo de los cinco conformado por el Movimiento de Participación Popular, El Partido Comunista del Uruguay, Compromiso Frenteamplista (seguidores de Sendic), Corriente de Acción y Pensamiento Libertad (tras Fernández Huidobro) y Frente de Izquierda de Liberación (Fidel).

Lo que significa que del original no participan la Liga Federal, (Darío Pérez) y el Frente Unido, Vertiente Artiguista, 5005 y el Movimiento Alternativa Socialista (MAS), mientras se incorporó la Corriente de Acción. Por ello se habla del grupo de los cinco, que, dada la identidad entre el Fidel y el Partido Comunista, constituye, en realidad de cuatro partidos. De hecho la unión de la Vertiente Artiguista con este conjunto, constituía un verdadero suicidio para ella, como ya lo había demostrado su magro caudal en las encuestas.

El nuevo subgrupo político

Si bien el suceso era esperable, no por ello dejó de causar sorpresa. Adentro del Frente Amplio, el antiguo grupo de los ocho, se convirtió en el subgrupo de los cinco conformado por el Movimiento de Participación Popular, El Partido Comunista del Uruguay, Compromiso Frenteamplista (seguidores de Sendic), Corriente de Acción y Pensamiento Libertad (tras Fernández Huidobro) y Frente de Izquierda de Liberación (Fidel).

Lo que significa que del original no participan la Liga Federal, (Darío Pérez) y el Frente Unido, Vertiente Artiguista, 5005 y el Movimiento Alternativa Socialista (MAS), mientras se incorporó la Corriente de Acción. Por ello se habla del grupo de los cinco, que, dada la identidad entre el Fidel y el Partido Comunista, constituye, en realidad de cuatro partidos. De hecho la unión de la Vertiente Artiguista con este conjunto, constituía un verdadero suicidio para ella, como ya lo había demostrado su magro caudal en las encuestas.

El nuevo subgrupo político ideológico que podrá adquirir expresión electoral, en octubre, ratifica el viejo principio, sempiterno en los partidos de izquierda, que comenzado tempranamente con la división entre anarquistas y comunistas, se profundizó con la mitosis entre mencheviques y bolcheviques y actualmente entre éstos y socialdemócratas.

Ello pese a que el candidato natural del nuevo conjunto debería ser la radical Constanza Moreira en lugar de Tabaré Vázquez actualmente de definición más ambigua. Si no lo es, ello obedece a razones puramente táctico electorales y no ideológicas como sería del caso. Como fuere, el resultado es que, reiterando un síndrome clásico en la izquierda, vuelve a escindirse entre capitalistas (los socialdemócratas, por un lado y socialistas de origen marxista, por otro), con posible separación electoral. En los hechos se trata que las diferencias doctrinarias entre socialistas y socialdemócratas (de Bad Godesberg en adelante) es mayor -como lo demostró en su momento la escisión del Partido por el Gobierno del Pueblo-, con la distancia a la subcoalición de los cinco astoristas, por lo que, en realidad todo es cuestión de tiempo, especialmente si llegara a mediar una derrota electoral frentista. Por ahora, priman en este tipo de coalición como el Frente, más volcado a lo meramente electoral, las consideraciones tácticas sobre las teóricas, pero ello en términos históricos resulta puramente coyuntural.

De todos modos y más allá de las definiciones que adopte la Vertiente Artiguista y del definitivo posicionamiento que tome el Partido Socialista, aparentemente inclinado, pese a luchas internas, a una alianza técnica electoral con los seregnistas, no hay duda para quien esto escribe, que el grueso de los frentistas pertenece por tradición al ala ideológicamente moderada. Por ello, visto el naufragio del comunismo y sin que ello signifique que el capitalismo constituya la solución definitiva, no cabe duda que la posibilidad de hacer compatible el socialismo con la necesaria neutralidad de la democracia, es más que dudosa.

No es posible combinar un régimen como el socialismo que pretende la felicidad definitiva de hombres y sociedades con la imparcialidad democrática, concernida con la convivencia del creciente pluralismo ideológico en el seno de la humanidad. Convencido que la felicidad interesa a cada uno y no a los partidos o a las ideologías políticas.

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Hebert Gatto

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