Es un software de creación de imágenes, diseño gráfico y edición fotográfica desarrollado por Adobe. Su creador Thomas Knoll se lo vendió a fines de los 80's. En criollo (y a la zurda) la definiríamos como un retoque a las fotografías que en las figuras humanas supone una alteración -generalmente- positiva de imágenes siluetas o reputaciones, no siempre agraciadas.

Quienes siguen mis columnas recordarán que alguna vez dije tener cierta envidia de los frenteamplistas. Porque convierten la química en alquimia, magia en ilusionismo a partir de percepciones. En fin. La realidad se diluye en utopías que la retórica inculca a las masas que todo lo que es fenece ante el más progre “debe ser”.

Nunca imaginé (2021) que una vez alcanzado el gobierno y en 60 días nos fueran a ofrecer tantas muestras de ese ilusionismo donde sepultan la realidad (cual avestruz su cabeza en el suelo). Dejan así sus partes al descubierto para que la penetrante realidad los despoje de toda dignidad posible.

Y la explicación está en el arte digital del Photoshop a “la gauche”. Esto es, retocar la realidad para travestir de virtuoso compañero hasta al más oscuro y corrupto personaje.

Cairo no pagaba porque “viene de abajo y es buena compañera”. Arim confiesa estar al día aun cuando tenga todas las pruebas documentarias de su evasión en contra. Hoy lo intiman a pagar con la idea de convertir a un evasor en simple deudor. Koch muestra su foto retocada declarando ser víctima de acoso mediático que la obliga a renunciar (solo al cargo) cuando todos sabemos que bien podría terminar destituida o formalizada.

El progresismo latinoamericano no solo es el sentimiento humano de la envidia convertido en ideología. Es también inmadurez humana que convierte el mundo de los sueños y las percepciones en la única realidad tangible para muchas personas. Es el photoshop que termina por lograr el milagro de juntar en una misma persona a alguien que no solo miente a los demás. Terminan engañándose a sí mismos. Por algo comulgan estos movimientos con la cultura Woke. Allí prevalece otro photoshop. El de la autopercepción que ha decidido desafiar las leyes de la biología.

Ese discurso alquímico que lo justifica todo en Uruguay encuentra un colofón catalítico que entierra todo vestigio de crítica posible. Su enterrador es nada más y nada menos que el propio presidente de la República, Orsi.

Para él todo aquel que quiera mostrar la realidad en un espejo o en una foto común y corriente, Orsi -tras el photoshop- luego sepultará las evidencias con un latiguillo lapidario:

“Tema resuelto”.

Lamento desilusionarlo estimado presidente. Nada queda resuelto cuando la evidencia probatoria muestra a un director de OPP que ha sido un evasor de impuestos.

Esta situación golpeará una y otra vez la reputación de su gobierno. Justamente Arim por sus credenciales universitarias, no puede alegar desconocimiento de normas tributarias. Hasta desde una perspectiva de género Ud., señor presidente, solo se ha animado a pedir renuncias a mujeres en cargos públicos o políticos. Debo decirle que el caso Arim es hasta más grave que el de Cairo y no sé si lo mantiene en el cargo porque es hombre o porque no quiere que algún periodista de renombre se crea “demasiado importante”.