Ese, el de arriba, es el título de uno de los muchos libros que escribió el Dr. Luis Alberto de Herrera. Él fue caudillo y doctor al mismo tiempo, tan a gusto en el ajetreo del campamento revolucionario como en la calma silenciosa de las bibliotecas: él peleó por el Uruguay y pensó el Uruguay. En este libro, publicado en diciembre de 1912, (ocho años después de Masoller), Herrera ofrece lúcidas reflexiones sobre la importancia que tiene el mar territorial para el Uruguay.
Hace menos de un mes que el Presidente Orsi, flanqueado por los Secretarios de Presidencia, intervinieran en el tema -el mar territorial- reduciendo su dimensión a los defectos que presenta la garantía que ha ofrecido la empresa que está construyendo las patrulleras oceánicas para custodiar nuestras aguas. ¡Conferencia de prensa! ¡Denuncia penal! Escenario montado para que los Secretarios repitieran “gravísimo” una docena de veces, no refiriéndose a la custodia de las aguas sino a la garantía insuficiente (que bastaría con pedir otra y punto).
Cuánto más serio y beneficioso para el país hubiese sido verlos ubicarse en lo importante y no en la expectativa de cosechar algún rédito político. Qué saludable sorpresa si en esa conferencia de prensa se hubiesen escuchado palabras como: “La vecindad marítima ha sido y continuará siendo de importancia incalculable para nuestros destinos” (Herrera, op. cit. Pág.41). Y más adelante: “Sin riesgo cabe sostener que nuestra independencia hunde sus mejores raíces en las aguas platinas”. Y agrega (pág. 44): “Igual ventaja favorece el impulso penetrante de las ideas fecundas y de los adelantos materiales. Observémoslo bien: por el gran río protector han entrado y siguen entrando todas las influencias redentoras”. Y en la página 46: “Pues bien, inquiriendo en lo hondo, encontramos la filiación indirecta de la altanera rebelión en los recursos que presta el contacto marítimo y en las audacias que enciende”. ¡Tomá!
Pero nada de esto fue mencionado en la conferencia de prensa: es que el Frente Amplio no tiene ni una sílaba para intervenir en ese tema de importancia nacional. Ha ido al asunto porque encontró en las deficiencias de la garantía un flanco para la lucha contra el adversario político. Sigamos mostrando la diferencia; agrega Herrera (op. cit. pág. 49): “Agradezcamos también tan sindicado beneficio al contacto marítimo que nos permite eludir servidumbres de navegación, que nos otorga puerto propio y nos pone al habla directa con el mundo europeo, aumentando en mucho nuestra permeabilidad civilizada”. Y página 52: “Antes de cerrar este inciso de la argumentación recordemos de nuevo que son los aires de mar los refrendatarios de todos los ímpetus de autonomía que acabamos de reseñar”. ¡Cuánto bien hace leer palabras como estas!
El Uruguay ha tenido abandonado su mar territorial: ni siquiera hay conciencia de lo que eso significa. Ahora se asustan por el narcotráfico: de lo demás, nada. Pero el gobierno anterior abrió la cabeza, sacudió la prolongada modorra nacional, emprendió acciones, encargó las lanchas patrulleras: estamos hablando de política nacional referida a los intereses nacionales indiscutidos, materiales y de los otros a los que alude el libro de Herrera. Pero para este gobierno el tema es: ¡la garantía! En vez de ver un Presidente que entiende el tema de fondo y se pone de parte del país buscando solucionar las deficiencias que eventualmente se hubiesen atravesado en el camino y seguir adelante… vimos lo que vimos.