El regalo de esta Navidad llegó adelantado. Fue un concierto del Ensemble Vocal De Profundis, al que el pasado domingo asistí, en el Campus deportivo del Instituto Uruguayo Argentino (IUA) de Punta del Este. Bajo la batuta de su directora y fundadora, Cristina García Banegas, veinte coreutas regalaron a un público de más de doscientas cincuenta personas un repertorio que recorrió épocas, estilos y diferentes culturas. Se escucharon canciones andinas del siglo XVI, canciones italianas, temas de la Misa Criolla y varios de los villancicos más conocidos. El final fue una sublime interpretación de Noche de Paz, cantada en inglés, y que arrancó más de una lágrima entre el público.
García Benegas hizo gala no solo de su talento, sino de su capacidad de conectar con el público; sus coreutas no le fueron en zaga, brillaron y emocionaron a los espectadores con sus privilegiadas voces largamente entrenadas. Mañana, domingo hay una nueva oportunidad de escucharlos, esta vez en el Iglesia Alemana de la calle Blanes.
De Profundis, se prepara para celebrar en el entrante 2026, los cuarenta años de su primera actuación en público. A lo largo de todo este tiempo, el Ensemble ha sabido ganarse el sitial que ocupa en nuestro país y la adhesión y admiración del público.
Su música, el clima que De Profundis supo crear, invitó a la reflexión. A pensar en el verdadero sentido de la Navidad.
Los cristianos celebramos el nacimiento de Jesús. Un niño que llegó al mundo en Belén, en un pesebre. Nada material tenía, solo el amor incondicional de María y José. Un buey y un burro le dieron calor y los pastores se acercaron a venerar aquel niño que traía un mensaje de paz y amor.
Navidad es magia, es ilusión para los niños. Es también sinónimo de familia y amistad. Todos guardamos entre nuestros mejores recuerdos, aquella o aquellas Navidades de la infancia que por alguna razón especial se ganaron un lugar de privilegio en nuestro corazón.
Cuando uno se hizo adulto, entendió que la magia de la Navidad eran los hijos y hoy la encarnan la inocencia y la alegría de los nietos.
Otras personas, envueltas en la invitación al consumo frenético que nos acosa por estas horas, se enloquecen por comprar objetos carísimos o se frustran por no poder adquirirlos. Pierden de vivir el verdadero sentido de la Nochebuena y la Navidad.
Paz, solidaridad, amor, pueden ser solo palabras. Pero si las cargamos de sentido con pequeñas acciones o gestos, seguro tendrán un valor extraordinario y actuarán como el mejor regalo de Navidad para quien está necesitando escucharlas.
Navidad es esperanza. La esperanza que el nacimiento de un niño siempre trae. Es además la confianza y la ilusión de que el mundo en el que vivimos puede ser mejor.
Gracias Cristina García Banegas. Gracias al Ensemble Vocal De Profundis que, con su música, me ayudó a reflexionar sobre el verdadero sentido de la Navidad.
Esta columna se la dedico a mi amigo Marcelo Pereyra que, con mucha fe, está dando batalla por su salud. Porque la Navidad es también renovar la fuerza y la confianza en nosotros mismos.