El freno legal y el freno moral

Las leyes, los códigos, son un freno a las conductas individuales para la vida en sociedad. También hay otro freno a los comportamientos individuales que es interior, está en la conciencia, creció con la cultura, en el entrejuego de los usos aceptados y prohibidos de la sociedad. No tiene plena efectividad el freno de la ley escrita si no hay en la conciencia de la sociedad un autocontrol moral.

Todos los años en setiembre se organiza la marcha de caballería criolla a la meseta de Artigas. El año pasado hubo una reyerta y uno de los jinetes acuchilló a otro y lo mató. Para la marcha de este año se dispuso (¿la policía? ¿los organizadores?) una prohibición de llevar facón al cinto, elemento típico del apero criollo. Esa orden es una ridiculez. Para controlar un desmán aislado se censura a todos los que no faltaron en nada. Primera equivocación. A la que se le agrega que es inútil, no cumple con la finalidad que procura.

Veamos otro ejemplo. Hace ya algunos años se incrementaron y se hicieron más severos los requisitos para la compra y posesión de armas de fuego. El motivo: la proliferación de armas en manos de cualquiera y la multiplicación de muertes. Otra ridiculez porque el delincuente nunca observó las normas, muchas o pocas, y nunca sacó permiso o porte de armas. Por consiguiente él va a conseguir armas con la misma facilidad que antes; el que es afectado por la cantidad de condiciones para obtenerlas es el ciudadano pacífico, que le gusta tirar al blanco o vive en circunstancias que ameritan protección especial. Ese incremento legal fastidia al ciudadano y no cumple la finalidad de generar más seguridad pública.

Muchas de estas iniciativas legiferantes son respuestas al golpe del balde, emocionales y sin mucha reflexión, como reacciones primarias y primitivas.

Ejemplo: el clamor para que se derogue la ley de tenencia compartida que hizo eclosión ante la horrible tragedia familiar que terminó en las aguas del arroyo Don Esteban.

El freno legal, aún el bien manejado, tiene poco efecto si la sociedad, o sectores importantes de la sociedad, ha perdido el freno moral, aquel que sujeta desde adentro, el que, llegado el caso, aún la persona menos culta siente que “eso no se hace”. Hay una sanción moral y también, correlativamente, una sanción social.

Esa sanción social del colectivo debe ser siempre moral: si deja de serlo y pasa a ser física (escrache, linchamiento, etc.) pierde su valor. Pero también pierde valor y se vacía si no hay sanción alguna. Esto último es de vital importancia: la sociedad y sobretodo las autoridades, los generadores de prestigio social, pueden con sus acciones consolidar o debilitar los frenos morales.

Si al sindicato de la pesca, que impidió dos zafras, que dejó sin trabajo al personal de las industrias procesadoras, todo por la pretensión de imponer un requisito que no estaba contemplado en el convenio, si son tratados como un gremio normal, si el PIT-CNT los defiende y no los sanciona, si el gobierno y las autoridades nacionales no les exigen enmienda por los daños que perpetraron, entonces se lesiona gravemente la moral colectiva. Con ésta dañada no hay leyes que sirvan ni autoridad formal que sea respetada.

¿Encontraste un error?

Reportar

Temas relacionados

premium

Te puede interesar