El desempleo y las ideas

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MARTÍN AGUIRRE
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El liberalismo es una ideología ingrata. Porque obliga a poner en duda todo el tiempo lo que uno piensa sobre determinados temas. Un ejemplo claro de esto es el mercado laboral y las normas que regulan el trabajo.

Hace tiempo que el tema incomoda en la cabeza de este autor, sobre todo desde que tiene responsabilidade en una actividad muy intensiva en mano de obra como el periodismo. Sí, es verdad que ya hay sistemas capaces de redactar la crónica de un partido de fútbol en forma automática. O adaptar los titulares de las notas en internet, de acuerdo a los gustos del lector. Pero el valor agregado, en esta tarea esencialmente creativa, lo sigue aportando el ser humano, con sus luces y sombras.

Pero al comparar la situación del mercado laboral uruguayo con otros cercanos, como el estadounidense o el europeo en general, surgen una cantidad de dudas y preguntas que resultan peligrosas. Esta semana alguien se animó a mover el avispero.

Resulta que el fundador de MercadoLibre, Marcos Galperin, comentó en sus redes sociales una nota del WSJ sobre el dinamismo del mercado laboral en EE.UU., donde el desempleo bajó a un mínimo de 3,5%, pese a que el país está técnicamente en recesión.

El comentario es desafiante por dos cosas. Primero, porque cuestiona una de las verdades intocables en países como Argentina o Uruguay, que es un sistema de reglas laborales muy protector del trabajador, y donde los sindicatos ocupan un rol central. Segundo, porque el comentario de Galperin motivó lo que siempre genera cuestionar este tipo de cosas: el ataque personal. No pasaron dos minutos desde que el CEO de MercadoLibre dijo lo suyo, que recibió una andanada de insultos. Uno en particular ayuda a entender esta dinámica. Se trata del comentario de un periodista argentino, Fernando Sánchez, fundador de la revista Barcelona. El aporte sagaz de Sánchez fue “Ahá. Y contanos… ¿cuántas veces te quedaste sin laburo y se puso en juego tu sustento y el de tu familia?”.

La estrategia detrás de este tipo de agravio “ad hominem” es clara: ya no se habla del tema en cuestión, sino sobre la vida de quien lo planteó. Eso tiene el doble efecto de llevar el debate a un lugar improductivo, y de inhibir a cualquier otro audaz a cuestionar estas cosas por miedo a convertirse él en el centro de la polémica.

Todo se soluciona con un ejemplo claro. Si Hitler hubiera dicho que la Tierra es redonda, ¿deja esto de ser verdad porque lo diga una persona infame como Hitler?

Al comparar la realidad del mercado laboral en América Latina, en contraste con el de EE.UU., surgen algunas preguntas peligrosas.

Y el argumento de Galperin tiene sustento. “Cuando las reglas laborales son modernas, las personas despedidas rápidamente encuentran nuevos empleos, muchas veces con mejores condiciones”.

Esto es una realidad indudable y conocida por cualquiera que siga de cerca la situación laboral en EE.UU.. Donde hoy en día hay carteles pidiendo gente para trabajar en cada tienda y empresa. Hace años, un amigo abogado americano, discutiendo sobre las normas uruguayas, el “in dubio pro operario” y todo eso, nos decía que el sistema laboral de su país se reducía a tres palabras: “Usted está despedido”. Allí no hay indemnizaciones, no hay consejos de salarios, no hay “tripartitas”, ni negociaciones de nada. Una barbaridad inhumana, según nuestra forma de entender el mundo.

Es más. En los últimos meses han sido titular en Uruguay el empuje de empleados de la empresa Amazon o Starbucks por generar sindicatos. Lo que no se comentaba con igual fuerza era que si bien en lugares “ricos” y europeizados como Nueva York, ese esfuerzo tuvo algún éxito, en la mayoría del país los propios trabajadores votaron en contra de crear gremios.

La pregunta que deberíamos hacernos, si nuestra prioridad real fuera que los trabajadores tengan un mejor nivel de vida y sean más valorados es ¿con qué sistema esto ocurre de forma más efectiva? ¿Tiene más poder un empleado en un país donde el trabajo abunda, y donde si un día no me cae bien el jefe, me voy a otro sin drama? ¿O donde conseguir trabajo es tan difícil que una vez que “enganchás” uno, hay que cuidarlo como si fuera oro? ¿Por qué este fenómeno llamado “el gran reset”, sólo ocurre en países con gran flexibilidad laboral?

Es claro, y un argumento habitual en este espacio, que no hay recetas perfectas y universales. Hay aspectos culturales y locales que influyen mucho en estas cosas. Pero no está mal preguntarse de vez en cuando si estaremos haciendo las cosas bien, cuando nuestra ambición es llegar a un 6 o un 7% de desempleo y los sueldos son bajísimos. Mientras que en países con otros esquemas, el desempleo es la mitad, y con sueldos mucho más altos, incluso comparativamente a sus costos.

Claro que apenas sugerir estas cosas hace llover las acusaciones de “facho” o neoliberal”. Curioso planteo el que afirma que pensar y cuestionar las verdades establecidas es un agravio. Y resignarse a la mediocridad y a lo habitual es un mérito.

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