El centro quedó al borde del abismo

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Claudio Fantini.
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Los extremos acechan el centro desde el inicio del siglo 21 y en esta elección presidencial quedaron más cerca que nunca de gobernar Francia.

Desde la elección del 2001, la extrema derecha fue creciendo el centro se fue debilitando. El escrutinio del domingo se parece a un certificado de defunción de la centroderecha gaullista y de la centroizquierda socialdemócrata. Por eso, si el centro se salva con un triunfo de Macron en el ballotage, esta vez no habrá sido con los votos de los republicanos y del Partido Socialista, sino con los votos de la izquierda dura.

En el 2002 Jean-Marie Le Pen dio el primer batacazo electoral al desplazar al tercer lugar a Lionel Jospin, el candidato del Partido Socialista (PS). Pero en la segunda vuelta, los votos del centroizquierda fueron masivamente a Jeacques Chirac, que pasó del 20% por ciento al 82%, mientras que su oponente ultraderechista apenas se movió del 16,85% al 17,68%.

Desde que en el 2007 desplazó a su padre en la conducción del Frente Nacional (FN), Marine Le Pen empezó a pulir los modales de la derecha extrema. En el 2017 pasó al ballotage con Emmanuel Macron, logrando el 21,30%. En la segunda vuelta, Macron saltó del 24,01 de la primera ronda al 66,10 que le dio la presidencia. En esa ocasión, los números muestran que los votos centroderechistas del tercero, Francois Fillon, fueron en bloque a Macron, pero lo notable es que los votos de la izquierda dura que habían puesto a Jean-Luc Melenchon casi a la par de Fillon, fueron mayoritariamente para Le Pen.

Con la centroderecha gaullista y con el PS cerca de la extinción, al próximo presidente francés lo definirán los que se abstuvieron en la primera vuelta y los izquierdistas que votaron a Melenchon colocándolo muy cerca de Le Pen.

Si la altísima abstención explica el derrumbe de la centroizquierda y la centroderecha, esa ausencia podría convertirse en presencia el domingo 24, propulsando a Macron. Pero si son parte del casi 28 por ciento que el presidente obtuvo este domingo, entonces ya estaría cerca de su techo en lo que a votos de centro se refiere.

Por eso resultarán también definitorios los votos que obtuvo Melenchon. Al centro lo salvaría la izquierda dura, si es que los votantes de Melenchon hacen caso a su pedido de “no darle un solo voto a Le Pen”. El candidato de la izquierda fuertemente ideologizada hizo este pronunciamiento ambiguo. Al fin de cuentas, no es lo mismo pedir a sus votantes “no darle ni un solo voto a Le Pen” que pedirles votar por Macron. Si el grueso de sus votantes se abstienen de votar en el ballotage, habrán cumplido con el pedido de su líder, pero esa abstención podría colaborar con la llegada al poder de la extrema derecha. Algo que no se puede descartar debido a que en cuarto lugar quedó el ultraderechista Eric Zemmour, cuyos votantes acudirán masivamente a votar por Marine Le Pen el 24 de abril.

También fluiría hacia Le Pen el dos por ciento que sacó Dupont-Aignan, el otro postulante de la derecha dura.

La conservadora Valerie Pecresse, la socialista Anne Hidalgo y el comunista Fabien Roussel ya anunciaron su apoyo a Macron, pero lo que pueden aportar es casi insignificante.

La clave está en los votos que obtuvo Melenchon. Y es probable que buena parte de esa izquierda prefiera a la candidata del populismo de extrema derecha. De hecho, esa derecha lleva años absorbiendo izquierdistas desilusionados con el Partido Socialista. Se ve claramente en la región minera del norte francés. Pas-de-Calais había sido siempre un bastión del socialismo, pero hace un par de décadas que su población obrera vota al Frente Nacional.

Marine Le Pen exorcizó al partido fascistoide que lideró su padre, un filo-nazi. Le sacó los demonios del racismo descarnado y de la nostalgia por Vichy. También atenuó el anti-europeísmo y pulió modales y discursos para darle apariencia de partido normal.

Aún así, la ahora llamada Agrupación Nacional canaliza el racismo, la xenofobia, el anti-europeísmo y el desprecio a la cultura liberal-demócrata y su sistema institucional. Y al sentimiento de aversión a la democracia liberal, la comparte con la izquierda que vota a Melenchon.

Esos votos ideologizados desprecian todo lo que representa el presidente actual, en particular su europeísmo, su defensa de la 5ta República y su reformismo liberal. Y aunque jamás lo confiesen, las propuestas de Melenchon que apoyaron están más cerca del modelo económico estatista con políticas populistas que presentó Le Pen.

Como nunca antes los extremos tienen cercado al centro. En el ballotage se sabrá si pueden doblegarlo.

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