Discurso e ideología

El ciudadano de a pie, el que no se inmiscuye en política, pero sí se informa, debe estar descorazonado porque está ante un acertijo difícil de desentrañar.

Uno lee el matutino en el cual estoy escribiendo ahora y la información es una; pero basta leer otro de distinta corriente, para que el antagonismo aparezca y la confusión se produzca.

No olvidemos que la gran mayoría de la gente no es versada en economía, o en temas internacionales, en temas de vivienda, o de agro, o de educación…donde precisamente la dicotomía aparece. Además de la disyuntiva expuesta, está la cuota de la buena fe inmersa. Sobre todo cuando nos referimos a editoriales, donde se refleja una opinión.

Cuando existe información y la misma es objetiva, hay que transmitirla. Claro, aquí también pueden haber voces discordantes en cuanto a la interpretación de aquella.

Por eso la ideología juega su rol y según del bando en el cual estemos, opinaremos y sesgaremos lo que haya que aportarCómo que no existen discusiones por lo alto, donde se opine y disienta con fundamento. Y así se tergiversa la realidad y el ciudadano, profano, vota lo que entiende o le cree con quien simpatice. Lo extrapolo y sucede en el mundo, sin duda alguna.

Era como decía la filósofa norteamericana Julia Galef….¿ por qué piensas que tienes razón, aunque estés equivocado? Se es consciente que por ahí la opinión es artera y lesiva, pero igual se opina con el ulterior fin de captar votantes incautos y legos. Vaya situación.

La citada filósofa agregaba y lo mencioné en alguna prosa anterior, que la cuestión se divide entre guerreros y exploradores, como una forma de actitud ante la vida. Y lamentablemente, somos guerreros en la mayoría de los casos.

Y se es guerrero en cualquier manifestación de la vida, en cualquier orden de la vida: ahora escribiendo esta nota puedo ser guerrero. Qué caracteriza al guerrero? Precisamente que la acción está sobre la comprensión; el guerrero ve amenazas donde no las hay, no convive con afabilidad con el otro, no respeta su opinión y los ejemplos se suceden. Y esta actitud beligerante lo pone en una postura dominante que no escucha ni le interesa escuchar la opinión del adversario y hasta lo transforma en un enemigo. Cree tener la razón aunque se le demuestre lo contrario.

El explorador es cauto: no se trata de ganar o perder, sino buscar ser objetivo. El explorador es empático, se pone en los zapatos del otro. No cree tener la razón, sabe escuchar, comprende, transa, concilia, aunque sin desmedro de marcar postura, obviamente.

Apelar a la buena fe es determinante. Es el inicio del camino virtuoso. Por eso es perentorio recalar en la buena convivencia; dediquémonos a explorar. La buena convivencia reclama un denominador común de fundamentos espirituales, un idéntico punto de apoyo en la órbita de la sensibilidad, pero sobre todo exige una decisión marcada para lograr un trato sin fricciones, una buena voluntad decidida y firme para evitar el choque a veces involuntario y espontáneo de los reflejos anímicos.

Y para convivir hay que tolerarse. Tolerar es una manera de convivir independientemente de las ideas que se agiten en el escenario de la convivencia. Lo que subyace en la tolerancia es el reconocimiento de que hay suficiente lugar en el mundo para la coexistencia de alternativas.

Los inversores foráneos observan los países. Si se genera confianza y la institucionalidad se respeta, ya existe un plus determinante.

En el ámbito interno prospera la reyerta que va consolidando una frágil convivencia democrática, por más que expresan lo contrario. Seguimos sin lograr ponernos de acuerdo en cuatro o cinco puntos básicos. No tenemos la suficiente humildad para consensuar con el adversario y en el ínterin, vamos perdiendo calidad de vida. Veo un Montevideo totalmente segregado, la fotografía de la rambla capitalina está en las antípodas de barrios del Oeste de la ciudad, a vía de ejemplo. La escolaridad de los “pudientes” es antagónica de la escolaridad en contextos complicados.

Y así vamos transitando en una avenida cuyo cerno es la mediocridad y donde debemos empezar a colocar en la agenda prioritaria, temas que hagan vivir decorosamente a los compatriotas.

Y como principio tienen las cosas, hay que ir radiando al guerrero, ese que se mira el ombligo y desde ahí describe el mundo y comenzar a explorar la realidad que nos circunda, que tiene una caparazón que luce armónica pero que en su interior, abundan muchas miserias humanas.

Y para comenzar a cambiar esta realidad que goza de buena fama en un contexto de países hermanos, muy complicado, es imperioso mutar en exploradores, a cuenta de que nos adjetiven de ilusos...

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