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Datos y mentiras

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En campaña electoral es natural que se verifiquen discrepancias políticas entre candidatos y partidos diversos. Pero el problema que estamos teniendo es que no hay forma de que la izquierda se integre a un terreno de disputas en el que por lo menos los datos duros de la realidad que brindan las estadísticas sean aceptados como reales y verdaderos. Quiero tomar dos ejemplos sintomáticos de esta situación: la evolución de la pobreza infantil y la evolución de la desigualdad en los ingresos, medidas según los resultados de la encuesta continua de hogares del Instituto Nacional de Estadísticas (INE).

No hay vez que el Frente Amplio no repita que ha aumentado la pobreza infantil. Estos son los datos para todo el país de pobreza infantil de niños en menores de 5 años en 1995 (34,4%) y 2005 (54,5%); y menores de 6 años en 2010 (33,8%), 2015 (20,6%), 2020 (21,3%), y 2023 (20,1%). Queda claro lo que todo el mundo que conoce de este tema sabe de memoria: la pobreza infantil, que bajó de 1986 a 1994, luego de la suba post-crisis de 2002 volvió a bajar. Dejando de lado el trienio 2017-2019 en el que promedió el 17,6%, está en el eje del 20% del total desde hace una década.

Con estos datos, nadie intelectualmente honesto puede afirmar que la pobreza infantil aumentó en este gobierno de Coalición Republicana, sin analizar el contexto de pandemia y sus consecuencias rápidamente enfrentadas. Pasó de 17% en 2019, último año de prepandemia, a 21,3% en 2020 y 21,6% en 2021; y luego bajó a 19,7% en 2022 y 20,1% en 2023 (idéntica cifra que 2016). Y seguramente sin las medidas presupuestarias específicas en favor de la infancia definidas por el gobierno, la involución del bienio 2020- 2021 hubiera sido peor, y la posterior baja habría sido menos pronunciada.

Otra gran mentira del FA en campaña es cuando dice que estamos hoy en una sociedad más desigual que en tiempos de gobiernos de izquierda. Los datos del índice de Gini, que es la forma más aceptada de medir la desigualdad, implican que cuanto más bajo es el resultado, más igualitaria es la sociedad en la distribución de los ingresos. Son los siguientes: 1995, 0,41; 2005, 0,43; 2010, 0,42; 2015, 0,38; 2020, 0,38; 2023, 0,39. En concreto: hace una década que el Gini marca todos los años 0.38, salvo en 2023 que pasó a 0,39. Así las cosas, incluso a pesar del enorme golpe de la pandemia, no hubo ningún cambio drástico en la desigualdad de ingresos, al punto de que seguimos siendo hoy más igualitarios que entre 2005 y 2012.

El problema no es solamente que el FA mienta sobre la desigualdad y la pobreza infantil. Es que además, prácticamente nadie del mundo académico dedicado a estos temas contrarresta sus mentiras. Ni hablar, por supuesto, de la troupe de Tartufos economistas, quienes descaradamente se apoyan en ellas a la vez que pretenden que los tomemos en serio cuando hacen sus mímicas de comediantes de origen italiano. Pero tampoco dicen nada las autoridades del INE, por ejemplo, cuando por respeto por su propia tarea bien podrían contradecir públicamente este manejo tan desleal de parte de la izquierda.

Estamos en una elección que define el rumbo del país. Precisamos que la izquierda no contamine el debate con su agitación y propaganda mentirosas. No es tiempo de silencios cómplices.

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