Recordemos 2008-2009 con quiebre de bancos y el colapso del Silicon Valley Bank, explicado por versados economistas lo que excluye opinión del suscrito.
Las acciones han también tenido sus bemoles, la gente ha perdido mucho dinero como asimismo los bonos soberanos y no soberanos, que fluctúan y la gente asiste impávida a un derrotero que a veces no se puede controlar.
Esta introducción viene a cuento (que debería haber sido mucho más científica), por la confianza que esta plaza siempre ha generado cuando la inversión radica en inmuebles.
Fundamos APPCU hace 34 años... pero obviamente este estado de situación se retrotrae a tiempos inmemoriales. Los 34 años de la gremial que viví, constatan lo que estoy afirmando sin ninguna duda. Con las lógicas vicisitudes vividas, donde a veces el dólar jugaba a favor y a veces en contra del promotor, sabedores que una inversión en un edificio, supongamos, lleva un proceso de 4 a 5 años desde que se pone pensamiento en el tema hasta que se venden las unidades y la sociedad anónima, si fue el caso, desaparece. En el ínterin de esos cinco años, la economía nacional, regional y mundial puede sufrir un cataclismo o no, indudablemente gajes del oficio.
Pero esos gajes del oficio no amedrentan al promotor privado y sin mucho cálculo previo, guiados por el amor a su profesión (y va de suyo, el lucro que aspiran obtener), se lanzan al ruedo sin solución de continuidad, comprando terreno, armando un grupo inversor, si es del caso, proyectando un edificio, construyendo o contratando una empresa constructora y luego vendiendo las unidades en el pozo o en el decurso de la construcción del edificio.
Y Uds. verán que ya no hay esqueletos en la ciudad, me refiero sustancialmente a la capital. Esto quiere decir que lo que comienza se termina, sin argüir justificaciones de tenor alguno.
Aquí se vende CONFIANZA…vaya que lo hemos dicho y escrito N veces y eso es un dato de la realidad que no admite matices.
Y esta forma de actuar en términos generales, trasciende, el boca a boca juega su rol, y la gente invierte convencida que al final tendrá su unidad de acuerdo a lo consensuado. Y esto es al margen de la documentación que se firme. Que está claro que, si no hay cumplimiento, la justicia dirimirá y actuará en consecuencia. Pero los potenciales compradores y obviamente el promotor, no quieren llegar a esa instancia, es más, no se llega a esa instancia, porque todo va fluyendo con normalidad y el propósito final es cumplido.
Claro que habrá objeciones, problemas en las terminaciones, no se olviden que la industria de la construcción sigue siendo sustancialmente manufacturera y los errores pueden cometerse. Pero éstos se corrigen cuando le asiste razón al promitente comprador, no hay posibilidad de respuestas falaces. Lo escribo porque lo vivo.
Y eso lleva a que los argentinos compran en nuestro país como lo hacen, de viejísima data, como los brasileros y tantos latinoamericanos y europeos que nos ven sin duda como una referencia, como un destello de honestidad que ilumina un país chico en el sur de América del Sur.
Por lo expuesto, cabe concluir que las cosas no pasan por casualidad. El inversor es un hombre que estudia alternativas, conociendo además que el capital es “cobarde”…, ante cualquier trapisonda agarra sus petates y vira hacia otro destino más seguro.
Y la fidelidad hacia la industria de la construcción privada, antes y después de APPCU, podemos decir que es estructural. No surge de una coyuntura puntual. Aquí hay espaldas anchas para asumir compromisos y cumplirlos y eso es un basamento pétreo que afirma claramente que la honestidad, la hombría de bien, siempre pagan…
Este es un camino sin retorno.