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Bonafini, el valor y el sectarismo

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claudio fantini
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Reclamando verdad y justicia junto a las Madres y Abuelas, enfrentó a los genocidas cuando el sentido común iba en otra dirección”, dice en el segundo párrafo el pésame de Alberto Fernández por la muerte de Hebe de Bonafini.

La respuesta de Madres de Plaza de Mayo fue inmediata y furibunda. “Relacionar la lucha de nuestra presidenta con otra organización es un insulto”, dice la nota de repudio al mensaje del presidente.

¿Es un insulto relacionar la lucha de las Madres con la de Abuelas de Plaza de Mayo? Era visible la mala relación entre Bonafini y Estela de Carlotto ¿pero había que mostrar aborrecimiento?

Para el común de los argentinos, Madres de Plaza de Mayo y Abuelas son entidades emparentadas. Las Madres buscan sus hijos, las Abuelas sus nietos, pero ambas señalan la dimensión del crimen que implica la desaparición de personas.

Todas son víctimas de la dictadura que se animaron a enfrentar. Sobre todo, Hebe de Bonafini, quien como dice el mandatario en su pésame, se atrevió a enfrentar un poder criminal “cuando el sentido común iba en otra dirección”.

Es cierto, las Madres de Plaza de Mayo iniciaron sus reclamos cuando gran parte de los argentinos parecía apoyar al régimen castrense iniciado en el golpe de Estado de 1976.

Fue tiempo después, con la economía endeudada, derrotado en Malvinas y con sus crímenes aflorando a la luz pública, que el llamado “Proceso de Reorganización Nacional” empezó a ser repudiado por la mayoría de los argentinos.

Las revelaciones hechas por el informe de la Comisión Nacional sobre Desaparición de Personas (CONADEP) y las que supuró el histórico juicio a las juntas, hizo que la sociedad sintiera un gran respeto por Hebe de Bonafini y por las demás Madres que en los momentos más oscuros y brutales, giraban en la Plaza de Mayo para visibilizar el reclamo por sus hijos.

Por entonces, nadie imaginaba que, con la irrupción de Néstor Kirchner y de su esposa y socia política, Cristina Fernández, la mujer que llegó a ser admirada o al menos respetada en todo el arco político, se abrazaría al kirchnerismo y convertiría a Madres de Plaza de Mayo en un brazo de ese movimiento.

Podría haber quedado en la historia como una figura respetada por los argentinos por encima de las banderías políticas, pero eligió convertirse en dirigente de una facción. Y lo hizo con tanta agresividad, que la imagen que debía ser respetada por todos, terminó siendo venerada por unos y detestada por otros.

Hebe de Bonafini llevaba años siendo la voz que verbalizaba las repulsiones de Cristina Kirchner. Atacando con virulencia verbal a los críticos y a los opositores de la líder kirchnerista, la jefa de Madres de Plaza de Mayo supuraba de manera volcánica y flamígera la lava que la líder del kirchnerismo contenía. También expresaba a los seguidores más fanáticos y exacerbados.

Quizá cuando Hebe de Bonafini detonaba pronunciamientos como el elogio al ataque genocida de Al Qaeda el 11-S, o su defensa de ETA, esa máquina de cometer asesinatos que había engendrado el separatismo vasco, traspasaba líneas rojas incluso en el kirchnerismo duro. Pero era ese sector el que más le aplaudía el sectarismo.

De no haberse abrazado a una facción y no haber expresado ideologismos sectarios, Hebe de Bonafini habría quedado como un ejemplo admirado en muchos casos, respetado en otros, para toda la sociedad.

Su lucha contra la dictadura es merecedora de admiración y respeto. Pero con el kirchnerismo llegó otro capítulo. En esas páginas, el enemigo ya no es sólo la dictadura criminal sino también todos los que critican o denuncian o se oponen a Néstor y Cristina. Incluso Estela de Carlotto, también aliada de Cristina, fue puesta en una vereda enfrentada.

Por eso la dirigencia de las Madres alineada con Bonafini, atacó el pésame de Alberto Fernández por haber dicho que la dirigente fallecida había reclamado “verdad y justicia junto a las madres y abuelas”. Mostrando que el legado de Hebe de Bonafini se hizo carne en esa dirigencia, repudiando el mensaje del presidente lo que hizo fue repudiar, indirectamente, a una organización que el común de los argentinos considera hermana de las Madres de Plaza de Mayo: las Abuelas.

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Claudio Fantini

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