Los pasos que debería dar el gobierno brasileño para retomar el crecimiento de la actividad económica.
Antes de la crisis generada por el COVID-19, la situación fiscal de la mayoría de los países de América Latina era compleja, aunque había espacio para cierto optimismo.
La discusión acerca de quién deberá hacer el ajuste para equilibrar las cuentas del país, como suele pasar, especialmente en períodos electorales, ha tomado un cariz simplista y caricaturesco.
Cada comunidad política sacude en estos meses su habitual somnolencia de cuatro años y medio, elucubrando sobre cómo hacer frente la delicada y lamentable situación fiscal con la que se enfrentará de ser la triunfadora en las elecciones de octubre.
Dada la decisión del gobierno de aumentar el gasto, el gobierno deberá optar por un nuevo ajuste o un peligroso incremento del déficit fiscal.
El staff del organismo estuvo en Uruguay y cree que el ajuste fiscal es clave.
La historia es vieja, conocida y muchas veces tergiversada. Sin embargo vale la pena recordarla. A comienzos del año 2003, una vez superada la terrible crisis bancaria del año anterior, el Estado uruguayo se encontraba en una situación extremadamente difícil para hacer frente a sus compromisos externos.
"Uruguay puede estar luchando contra fuertes vientos cruzados, ya que trata de que su economía aterrice en medio de una tormenta regional. Sin embargo, tiene los motores y los instrumentos para hacerlo con éxito", así concluye Walter Molano, economista jefe para Mercados Emergentes de la firma de inversión estadounidense BCP Securities, un informe sobre la economía uruguaya para sus clientes (al que accedió El País).
La discusión sobre el resultado contable de las empresas públicas y la transferencia de dinero que deben efectuar al Gobierno para que disponga de esos recursos financieros es algo recurrente a lo largo del tiempo.
En el día de ayer se conocieron expresiones del presidente de la República manifestando su preocupación y sorpresa con la situación fiscal.