Redacción El País
En su discurso apenas fue electo presidente de la República el pasado domingo, Yamandú Orsi dijo que quiere ser el mandatario "del crecimiento del país que avance". El lograr un crecimiento sostenido de la economía ha sido un problema para Uruguay. En ese sentido, el estudio "El Uruguay que queremos" recientemente premiado por la Academia Nacional de Economía busca mediante "un conjunto de propuestas, aportar un grano de arena para reincorporar al país al sendero de convergencia hacia el mundo desarrollado".
Sus autores, Martín Alesina, Camila Pazos, Juan Andrés Sainz, Nicolás Vidal dicen que este trabajo académico "es un tributo a Ricardo Pascale, quien incansablemente pensó en políticas de crecimiento a largo plazo y en las posibilidades que le abriría al país tenerlas".
Lo que sigue es un resumen del estudio -al que accedió El País- y que en otro artículo publicará la propuesta de 65 medidas para avanzar en esa línea.
Los autores recuerdan que "el crecimiento económico es de vital importancia para un país en desarrollo como Uruguay", ya que "un aumento del ingreso per cápita se traduce en una mejora del nivel de vida de la población, permite reducir la pobreza mediante la creación de empleos y mejores salarios, y promueve el desarrollo humano al tener la posibilidad de invertir más recursos en áreas como educación y salud".
"Además, un crecimiento sostenido se retroalimenta con una mayor inversión en tecnología e innovación, impulsando así la productividad, el desarrollo sostenible y la diversificación de la matriz productiva", añaden.
"Para conocer el máximo nivel de producción económica que puede alcanzar un país, se estima el Producto Interno Bruto (PIB) potencial, que representa la producción que la economía puede sostener en uso de todas sus capacidades y pleno empleo, sin impulsar la inflación. Este valor permite conocer si la economía está creciendo por debajo del máximo de su capacidad (brecha del PIB negativa) o por encima (brecha positiva) al comparar con el crecimiento efectivo", explican.
Según la última estimación del Ministerio de Economía y Finanzas (MEF), el crecimiento potencial de la economía uruguaya es de 2,5% anual para el período 2024-2033. "Aunque el valor proyectado supera la tasa promedio de crecimiento de la última década (1,1%), es de una magnitud insuficiente para acortar la brecha de PIB per cápita con países desarrollados y para satisfacer las demandas sociales actuales del país", señala el trabajo.
"Aunque existe un consenso general sobre la insuficiencia del crecimiento actual, el país no cuenta con un camino cierto de políticas pro-crecimiento", añade.
De hecho, el designado ministro de Economía y Finanzas, Gabriel Oddone ha planteado en reiteradas ocasiones (entre ellas una entrevista con El País), la necesidad de que la economía de Uruguay crezca a tasas mayores para sostener el Estado de bienestar y atender situaciones como la pobreza.
"Para modificar la trayectoria de crecimiento de Uruguay, son necesarios cambios estructurales profundos y una visión a largo plazo", señalan los autores.
La disociación de Uruguay
Así, en diferentes aspectos compararon las trayectorias de Uruguay y un conjunto de países de referencia que comparten similitudes con este, pero que están más avanzados.
Ese grupo está compuesto por: Austria, Bélgica, Dinamarca, Eslovenia, Estonia, Finlandia, Grecia, Islandia, Israel, Noruega, Nueva Zelanda, Países Bajos, Portugal, Republica Checa y Suiza.
"Como se observa en la Figura 1, a partir de mediados de la década del 50 la evolución del PIB per cápita comienza a disociarse del promedio de los países del grupo de referencia. Mientras que, en promedio, el nivel de ingreso relativo de Uruguay entre 1870 y 1949 —ajustado por poder de compra— osciló en niveles apenas por debajo de los países de referencia, desde ese entonces hasta la actualidad bajó a la mitad con un crecimiento promedio del PIB per cápita de 1,42% anual. En cambio, el grupo de referencia mantuvo un crecimiento promedio de 2,68%, y logró hacerlo con una volatilidad notoriamente menor", afirma el estudio.
"Si bien buena parte del porvenir local está a merced de condiciones externas —donde nada puede hacer el país para cambiarlas— existe un gran espacio para impulsar mejoras internas que generen condiciones propicias para un crecimiento sostenido", añade.
En ese sentido, proponen "mantener una moneda estable que cumpla con las tres propiedades que definen al dinero (medio de pago, unidad de cuenta y reserva de valor) de forma sostenida es una condición necesaria para el crecimiento, materia en la cual Uruguay ha fallado reiteradamente".
Recuerdan lo que señala el libro "Una mirada al medio siglo de historia del Banco Central del Uruguay", en el sentido que los crónicos procesos inflacionarios se explican en gran parte por el “financiamiento monetario del déficit fiscal y la sujeción por períodos prolongados a un tipo de cambio inconsistente con la trayectoria de los demás precios de la economía”.
"A nivel local, largos periodos con alta inflación —producto de la monetización del déficit fiscal— llevaron a que el peso pierda valor sistemáticamente y los ahorristas se respaldaran en dólares como moneda de confianza. La dolarización de una economía pequeña y abierta como la uruguaya, altamente expuesta a shocks externos, genera que ante una eventual caída en la actividad económica y en el nivel de ingresos —mayoritariamente en moneda local— se genere un mayor riesgo crediticio para el sector financiero ante una suba del tipo de cambio. Esto deriva en una volatilidad mayor, que pone en jaque al crecimiento económico sostenido por la posibilidad latente de crisis de deuda del sector público y financiero", cuestionan los autores.
En ese sentido, "la política fiscal y monetaria han sido altamente interdependientes en Uruguay. En 89 de los últimos 114 años, la política fiscal fue deficitaria", expresa el trabajo.
"La inflación generada en dichos períodos producto de la insostenibilidad fiscal, el exceso en la discrecionalidad del gasto y una alta tendencia hacia políticas procíclicas acentuadas en años electorales explica parte del rezago en el desarrollo económico con respecto a los países del grupo de referencia a partir de la segunda mitad del siglo pasado", sostiene el documento.
"Más allá de resultados deficitarios, las políticas aplicadas en los últimos 30 años mejoraron la situación fiscal y ayudaron a recuperar la confianza internacional", añade.
Educación e inversión en primera infancia
Otra explicación de los autores a que Uruguaya se haya desacoplado (negativamente) en su desarrollo respecto a los países mencionados, es la educación.
"Para el año 2023, la tasa de egreso de educación media superior se ubicó en 56%, significativamente por debajo de la región (67%) y del grupo de feferencia (79%), con base en datos del Banco Mundial. En la misma línea, la tasa de egreso de educación terciaria alcanza el 17%, apenas por encima del promedio de América Latina, pero por debajo del grupo de referencia (33%)", marca el informe.
"Por otra parte, según el resultado de las Pruebas PISA de 2022, 62% de los estudiantes de 15 años tuvieron un desempeño que no supera el umbral de suficiencia en al menos un área de las tres evaluadas (matemática, lectura, ciencia). Por tanto, es necesario cambiar las condiciones del sistema actual para minimizar la deserción y mejorar la calidad de los aprendizajes, en un contexto donde los años de escolaridad promedio de la fuerza laboral mantiene una tendencia levemente creciente, pero sigue en niveles bajos en la comparativa internacional", se afirma.
También se indica que "en Uruguay se han implementado políticas en salud materno-infantil, programas de transferencias monetarias, cobertura de educación preescolar y programas de apoyo a la crianza orientadas a impulsar el desarrollo infantil (entre otras), pero la inversión actual sigue siendo insuficiente y es necesario implementar una estrategia integrada".
"Además, debe atenderse de forma conjunta las causas estructurales de la transmisión intergeneracional de la pobreza, focalizándose en tres vías de ayuda: transferencias monetarias, plan de formación dirigido a los padres para insertarse en el mercado laboral formal y un sistema de cuidados para el niño/a", establecen.
La inversión, otro talón de Aquiles
Para crecer en forma sostenida, se necesita inversión y ahí Uruguay nuevamente está rezagado. Desde la vuelta de la democracia "los países del grupo de referencia han invertido en promedio 24% del PIB, mientras que para Uruguay la inversión fue del 16% del PIB", explica el trabajo.
"La tendencia global apunta hacia un escenario con menores posibilidades de exoneraciones fiscales para atraer inversiones. Esto requiere un rediseño de la política estatal para seguir siendo un país atractivo para la inversión y para que empresas ya instaladas no pierdan los incentivos para continuar en Uruguay", se recomienda.
La infraestructura también con problemas
Los autores cuestionan que en materia de infraestructura "Uruguay no cuenta con una planificación centralizada y coordinada, con visión de largo plazo, ni con una entidad responsable de una planificación estratégica integral, si no que conviven diversos organismos con este objetivo".
"Por ejemplo, el Ministerio de Transporte y Obras Públicas (MTOP) se encarga de lo vinculado al transporte, la UTE de la infraestructura eléctrica y OSE de las obras de agua potable y saneamiento", agregan.
Innovación y tecnología
"Si Uruguay no se integra a la economía del conocimiento y relega la incorporación de avances y la innovación tecnológica entre sus prioridades, nunca transitará el sendero del desarrollo y continuará en su rezago relativo con respecto a las economías avanzadas", asegura el estudio.
Los autores recuerdan que según Pascale, "Uruguay se salteó la revolución de la economía del conocimiento y la revolución 4.0, y 'con escasas y remarcables excepciones (...) opera en la segunda revolución tecnológica, es decir en la de las cantidades, caracterizada por la producción en masa de commodities y de productos industriales de baja tecnología'".
"Un indicador que refleja el esfuerzo nacional en la materia es la inversión en Investigación y Desarrollo (I+D). La economía uruguaya coloca allí recursos equivalentes al 0,4% del PIB, mientras que el promedio del Grupo de referencia supera el 2% del PIB", se señala.
"Un ejemplo concreto de las barreras a la incorporación de tecnología se puede contemplar a partir del índice elaborado por el Fondo Monetario Internacional (FMI). sobre el nivel de preparación que poseen los países para la adopción fluida del avance de la inteligencia artificial (IA). El boom que supone el desarrollo de la IA es un claro ejemplo de innovación tecnológica que genera avances disruptivos en diversos sectores de la economía, lo que permitiría mejorar significativamente los niveles de productividad a niveles agregados", expresa el estudio.
Uruguay país caro, una dificultad
Un tópico sobre el que se suele debatir en la opinión pública es lo caro que es Uruguay en comparación a otros países. Según los autores, "el encarecimiento relativo de Uruguay tiene fuentes macroeconómicas y microeconómicas. Las macroeconómicas están vinculadas a un crecimiento de la productividad desparejo internamente y, aunque insuficiente, mayor que el de sus competidores de la región, concepto que suele confundirse en el marco de discusiones sobre la competitividad".
En tanto, las razones microeconómicas "tienen que ver con distorsiones en mercados que deterioran su marco de competencia o reducen su grado de 'transabilidad'. Los trabajos de CPA Ferrere y el Centro de Estudios para el Desarrollo muestran cómo regulaciones del tipo que Lorenzo Caliendo e Ignacio Munyo llamarían 'barreras a la competencia' encarecen los precios al consumo frente a escenarios contra fácticos y afectan apreciablemente mercados de productos importados como frutas y verduras, artículos de higiene y tocador, electrodomésticos, entre otros. A su vez, los caros insumos importados perjudican la competitividad del sector exportador. Lo mismo pasa con la energía, en donde las distorsiones son muy claras a través de empresas públicas monopólicas".
¿Qué beneficios podría traer una mayor tasa de crecimiento de la economía?
El trabajo académico encontró que "una mejora consolidada de la tasa de crecimiento al 3,5% sostenida en el tiempo permitiría que para comienzos de la década de 2060 Uruguay pueda converger nuevamente a los niveles de ingresos del promedio de los países del grupo referencia".
"Crecer más no es un capricho: el contrato social de Uruguay es, además de un orgullo como país, costoso. Con múltiples áreas aún pendientes de mejora, es necesario crecer para poder mantener la protección actual y atender necesidades adicionales", afirma el estudio.
¿Cómo se consigue esto? "Para lograr una mejora sustancial en el crecimiento a largo plazo, el Uruguay que queremos mantiene una estabilidad fiscal, monetaria e institucional como piedra angular de este proceso de convergencia. Pero, por encima de todo, el Uruguay que queremos debe tener un sistema educativo que motiva a los jóvenes a quedarse, y profesores bien remunerados que logran transferir conocimiento a sus alumnos. El Uruguay que queremos invierte en infraestructura eficientemente, tiene un mercado de capitales desarrollado y es atractivo para la inversión extranjera. El Uruguay que queremos, aprovecha la totalidad de sus recursos, innova y se abarata para crecer de manera sostenida en el tiempo ante la volatilidad del contexto externo. En definitiva, el Uruguay que queremos es el Uruguay que nos debemos", concluye.