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Entrevista a Oddone y Gili: lo “dramático” e “imperdonable” de Uruguay, reformas de “calado profundo” y más

Los exsocios de CPA Ferrere, Bruno Gili y Gabriel Oddone plantean en entrevista con El País los desafíos que Uruguay tiene por delante y cómo encararlos.

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Bruno Gili y Gabriel Oddone. Foto:
Gianni Schiaffarino.

Se conocieron en la Facultad de Ciencias Económicas y de Administración en 1983 y pese a las carreras diferentes (uno hizo la de contador, el otro la de economista) y la rivalidad Peñarol-Nacional, se hicieron grandes amigos. Bruno Gili y Gabriel Oddone (respectivamente) militaron juntos en la Federación de Estudiantes Universitarios (FEUU) y después terminaron desembarcando en CPA Ferrere, la firma que ayudaron a consolidar junto a Nelson Mendiburu. Hace una semana se retiraron de CPA -tras casi 20 años en la firma- al cumplir 60 años de edad (algo que está en los estatutos de la consultora). Lo primero que hicieron fue alquilar una oficina en Pocitos, cerca del World Trade Center y el Montevideo Shopping para desarrollar Ágora, una usina de ideas para aportar al debate de políticas públicas en Uruguay sin identificación político-partidaria.

“Creo que siempre lo que tuvimos con Bruno fue por un lado mucho respeto intelectual uno por el otro: desde lugares distintos, con miradas distintas, pero los dos siempre nos prestamos atención en lo que el otro decía genuinamente”, reflexiona Oddone. Eso “pasaba desde el momento de la militancia, donde nos peleamos mucho en la agrupación, porque la característica nuestra es que discutimos mucho siempre, pero a pesar de que esas discusiones eran a veces fuertes, había una síntesis que siempre surgía y eso siempre generó como una empatía y después una lealtad muy grande”, agrega.

Según Oddone, con Gili podrían “haber competido, rivalizado por espacio adentro de la FEUU, del movimiento estudiantil, adentro de la firma, y no, nunca competí ni sentí que compitiera conmigo. Ese respeto y esa lealtad dieron lugar a mucha seguridad en nosotros mismos de lo que estábamos construyendo”.

Habla Gili. “Nos tocó hacer el primer plan en el 2004, 2005. La primera jornada de planificación de la firma, que estaba Daniel Ferrere, me acuerdo que me dijeron: ‘no se pongan a hablar como consultoría, a usar muchas palabras complejas porque Daniel los tira para afuera’. Me tocó hacer la presentación, éramos cuatro personas en consultoría en aquel momento, y dije vamos a vender un millón de dólares en un plazo de tres años, y nos vamos a convertir en una de las tres firmas referentes de consultoría en Uruguay. Y al año ya habíamos llegado al millón de dólares”, recuerda.

“Al principio yo no tenía muchas expectativas, sin embargo, a pesar de mis creencias funcionó muy bien, nos entendimos muy bien e hicimos una firma muy potente. Sobre todo, la dejamos en funcionamiento. La impresión que uno tiene es que quienes hoy están a cargo pueden hacer lo mismo que hicimos nosotros y crecer, porque la firma tiene una base, digamos muy potente”, complementa Oddone.

¿Por qué era escéptico Oddone? “Mediante un acuerdo con Cinve habíamos llegado algunos economistas (a CPA), pero esos mundos (de economistas y contadores) eran muy difíciles de vincular por cultura, por tradición. Si no hubiera aparecido Bruno (Gili) seis meses después, esos dos mundos nunca se hubieran juntado. Porque Bruno es un contador raro, en el sentido que es capaz de entender todo el negocio que los contadores hacían y las ideas de Nelson (Mendiburu), pero al mismo tiempo tiene en la cabeza todo lo que la consultoría y la tecnología pueden dar”, afirma.

“Eso dio un lugar a que después el vínculo entre Nelson, Bruno y yo fluyera muy bien. Porque Bruno era muy amigo de Nelson, yo era muy amigo de Bruno y al final del día Nelson y yo terminamos siendo amigos. Ese conjunto de circunstancias más la visión de largo plazo de Daniel Ferrere llevaron a que sea, creo, una historia de éxito”, añade.

Sobre qué aspectos debe encarar Uruguay en los próximos años, las reformas que debe acometer, qué aprendizajes se pueden extraer de otros lugares y más, El País dialogó con Bruno Gili y Gabriel Oddone, por primera vez juntos en una entrevista.
 
—En el camino hacia el desarrollo, ¿qué ideas debería impulsar Uruguay en los próximos 10 o 15 años?

—Oddone: Hay dos ejes temáticos que son cruciales y son muy fáciles de formular y muy difíciles de acometer. Uno es Uruguay tiene que crecer a una tasa del 3% o más anual. Si no crecemos a una tasa del 3%, nuestro régimen de convivencia no es sostenible. Nuestras preferencias en términos de acceso a bienestar y en términos de cohesión social y ahora en términos de protección del medio ambiente requieren de una generación de recursos permanente y constante que sea superior al que tenemos. Sino nuestro Estado no es costeable o la sociedad arriesga fragmentarse extraordinariamente, algo que los uruguayos en promedio no quieren.

El segundo gran eje es la matriz de protección social. Uruguay tiene una matriz de protección social diseñada para otra época donde Uruguay superó un conjunto de problemas y que hoy sigue protegiendo a gente que no requiere protección, pero sobre todo deja fuera del esquema de protección a mucha gente que requiere protección. Hay un núcleo duro de pobreza que es 9% de la población, compuesto mayoritariamente por niños y adolescentes, básicamente porque habitan en hogares donde la jefa del hogar son mujeres, no acceden a la salud más que a la salud pública y a un sistema periférico. Lo mismo que habitan en zonas del territorio que están expuestas a la violencia del delito, los servicios públicos que disfrutan son malos y a su vez la protección social que tienen es muy fragmentada. Uruguay tiene que redefinir hacia dónde pone el foco, a qué grupos de población protege con más énfasis porque es población vulnerable y eso necesariamente supone qué lugares deja de proteger.

Esos dos ejes son las dos cosas más importantes que Uruguay tiene que hacer, manteniendo sus características de ser una sociedad cohesionada e integrada en el marco de libertad, de democracia plena. Esto es tener una generación de recursos que permita costear lo que sale tener una sociedad de ese tipo para un país de tres millones de habitantes que es muy chiquito.

—¿Cómo se puede hacer eso?

—Oddone: Para hacer eso se requieren muchas cosas. Hay que reformar el sector no transable (el que no comercia con el exterior) volviéndolo más competitivo, más eficiente, más productivo. Hay que mejorar las relaciones laborales adecuando un marco de funcionamiento más moderno. Hay que conectar mejor el mundo del conocimiento y la innovación con el mundo de la producción en Uruguay, porque son dos mundos que están absolutamente divorciados. El mundo de la innovación está conectado o a negocios muy lejanos o a la academia, mientras que el sector productivo, sobre todo el sector no transable, participa de procesos de innovación de forma tardía y de forma no originalmente uruguaya. Una cosa muy importante para Uruguay es redefinir su modelo de inserción externa, que todos estamos de acuerdo con eso, pero no tenemos muy claro cómo hacerlo. Hay que fortalecer el Ministerio de Desarrollo Social (Mides) para darle una centralidad en la gestión de la materia de protección social y redefinir un conjunto de herramientas de subsidios. Hay que completar la reforma provisional que se acaba de hacer y hay que considerar que algunos instrumentos como la tarjeta Uruguay Social o como las asignaciones familiares o como los CAIF tienen que ser mirados de una manera distinta de lo que hoy se hace.

Todo esto junto no se puede hacer, hay que elegir qué cosas van primero, qué cosas después por dónde empiezo, con quién te vas a pelear, con quién no, eso es economía política, pero eso lo definirá quien llegue al gobierno con el mandato que tenga y con qué poder relativo llega.

Perfil
Bruno Gili.Foto: Gianni Schiaffarino
Bruno Gili.
Foto: Gianni Schiaffarino

Bruno Gili

Nació el 7 de setiembre de 1963. Es contador público. Exsocio de CPA Ferrere, catedrático de Consultoría de Negocios y excatedrático de Planificación Financiera en la Universidad ORT. Hincha de Peñarol.

Perfil
Gabriel Oddone. Foto: Gianni Schiaffarino
Gabriel Oddone.
Foto: Gianni Schiaffarino

Gabriel Oddone

Nació el 5 de setiembre de 1963. Es economista y doctor en Historia Económica por la Universidad de Barcelona. Exsocio de CPA Ferrere, profesor de Política Económica y de Fundamentos de Análisis Económico en la Universidad de la República y de Historia Económica en la Universidad ORT. Hincha de Nacional.

—Hay mucho por hacer y lo tienen bastante identificado, pero los recursos son finitos. ¿De dónde sale el dinero?

—Gili: En ese contexto que dice Gabriel cada uno podría pensar que voy a tener que elegir en qué me concentro. Creo que hay dos niveles de estas cosas. Uno es donde hay ineficiencia y se puede mejorar la productividad y no es un problema de recursos, es un problema de rediseño de cómo hacemos las cosas. En el mundo que vivimos, con lo que está transformándose digital y tecnológicamente, hay una oportunidad.

En otros temas va a haber que poner recursos que habrá que discutir si son nuevos o se redimensionan de otros, de cosas que no deberían estar recibiéndolo. Por ejemplo tomando lo mismo que decía Gabriel, los gobiernos anteriores han intentado y creado institucionalidad para mejorar el diseño, incentivos a nivel tributario, agencias de innovación y este gobierno está con la idea del innovation hub. Está bien, son soluciones que han mejorado el ecosistema, pero estamos lejos de lograr que haya un ecosistema efectivamente potente en donde las instituciones, los incentivos y los desarrollos pensados globalmente pongan a Uruguay en otra dimensión.

En otras áreas hay que retocar. No es lo mismo salud que educación por ejemplo. En educación seguimos con un presupuesto de 5% del PIB, estamos varios puntos por debajo de lo que ocurre en los países desarrollados, pero en salud estamos en 10% del PIB o sea, estamos igual en términos relativos en un valor absoluto por persona de lo que gastan en salud los países desarrollados, entonces son dos situaciones distintas.

En educación se necesita una transformación real y creo que ahí el pecado que siguen teniendo todos los gobiernos, incluido este, más allá de que ha tenido algunas iniciativas que son interesantes, es que es imposible sin un acuerdo nacional. Con tener legitimidad y tener razón no es suficiente, claro, son dos condiciones necesarias para poder hacerlo, pero este gobierno tiene razón en lo que quiere hacer y tiene legitimidad porque ganó la elección, sin embargo, el manejo y la gestión del cambio es el problema.

En salud se necesita una segunda reforma. Una primera reforma generó cobertura, generó acceso de todo el mundo al sistema de salud, pero tenemos un reto de calidad y de eficacia y de eficiencia. Nuestro sistema de salud necesita una reformulación para que sea productivo y de calidad efectivamente y eso supone redefinir instituciones, un sistema de regulación distinto, diseños de incentivos que clarifiquen los intereses que hoy no están claros y una transformación de la forma de gobernar y de controlar el gobierno corporativo de las instituciones. Generar un órgano independiente del Ministerio de Salud Pública, como un Banco Central del sistema de salud que efectivamente mejore la eficiencia.

Si no se hace un acuerdo político para cambiar la educación vamos a avanzar muy de a poquito y vamos a dejar mucha gente afuera, hay que repensar el sistema de gobernanza de la salud y por último hay que construir un ecosistema de innovación.

Oddone: Las reformas del sistema no transable que señalaba son la educación, la salud, el transporte, la distribución de combustibles y el Estado, son cinco lugares en que el sector no transable de la economía uruguaya permanentemente por la vía directa o indirecta le transmite ineficiencias al sector transable. El sector transable se modernizó mucho en los últimos 40 años, nuestro sector no transable no tanto.

—En el sector transable se refiere al agro, servicios globales, servicios de software.

—Oddone: Por supuesto y alguna industria manufacturera que también exporta o incluso servicios profesionales. Hoy tenemos empresas de ingeniería que hacen ingeniería en toda Europa y que tienen sede en Delhi como la empresa Berkes y otras. Lo que quiero decir es que ese sector privado que mira el mundo, es rico, es denso, pero tiene un gran tema no ha sido hasta ahora muy intensivo mano de obra. Mientras que en el sector no transable trabaja el 80% de la población. Entonces, reformas pro eficiencias suponen desafíos importantes, porque el sector transable no va a absorber todo el desplazamiento de mano de obra que eventualmente ocurriera para mejorar la eficiencia en el sector no transable y probablemente si lo hiciera no son las mismas personas las que tienen las habilidades necesarias. Eso genera un desafío de manejo político, pero lo que requiere es un plan, una visión de largo plazo y un camino a recorrer.

—¿Allí entra la inserción externa?

—Oddone: Hay dos capítulos importantes: uno es la inserción externa y el otro que no tenemos que dejar de mirar es que Uruguay para poder acelerar sus tasas de crecimiento requiere de un nuevo eje de proyectos como fue la forestación que logren capturar inversión extranjera directa y que aloje en Uruguay inversiones de 3 o 4 puntos del PIB. Ahí está el hidrógeno verde como un candidato, tengo cierto escepticismo, no porque crea que no haya que recorrer el camino, sino porque la distancia de hoy a que se materialice creo que falta mucho, pero está bien que lo tengamos en mente. Al mismo tiempo tenemos que pensar, y ese es un desafío para el próximo período de gobierno, que tenemos un esquema de atracción de inversiones que lo que ha llevado es a una perforación infinita de nuestro sistema tributario. A esta altura del partido la cantidad de excepciones que tenemos sobre nuestro sistema tributario (zonas francas, promoción de inversiones) es tan grande para estimular la inversión, que lo que tenemos que cuestionarnos, como varios políticos lo han puesto arriba de la mesa, es si nuestro esquema de gravamen es el adecuado.

Lo que tenemos es un sistema tributario que no funciona. Entonces estamos generando condiciones asimétricas entre sectores, que no necesariamente están bien dirigidas, porque en el fondo ¿quién decide a dónde alojo las exoneraciones tributarias? Es un hacedor de política, que no necesariamente es el que tiene la mejor mirada, la mejor información.

Si vamos un esquema de impuesto a la renta empresarial mínimo global, hay varias herramientas como ocurre hoy o varios regímenes como puede ocurrir que van a quedar fuera de la foto. Plantearnos cómo atraemos inversiones y cómo gestionamos las inversiones cuando vengan es un tema crucial. Cuando sabemos que tenemos una inversión que va a pasar una buena parte de ella por el mercado de cambios, ¿no vamos a prevenir de alguna manera la afectación del tema cambiario que genera una apreciación (del peso) espuria? Eso hay que pensarlo, no tengo claro cómo lo haría. Pero, tengo claro que hay que pensarlo, no podemos seguir recibiendo inversiones sin tomar en cuenta estos efectos colaterales.

Anécdota

Las dos convenciones que se dieron por terminadas

En 1984 en una convención de la FEUU en el Platense Patín Club, Gili estaba en segundo año de facultad, Oddone recuerda que su amigo tomó el micrófono y dijo algo que “para los compañeros que estaban en la CGU (Corriente Gremial Universitaria, vinculada con el Partido Nacional) fue muy ofensivo porque era un debate político fuerte, Lo cual provocó un conjunto de discusiones que dieron lugar a que la convención se cerrara”.

Un año después, en otra convención de la FEUU en el Club Atenas, “Bruno estaba haciendo uso de la palabra y alguien de la platea, que no era un convencional, gritó algo, lo que terminó por cancelar la reunión”, evoca Oddone.

“Eso siempre caracterizó a Bruno, un tipo que era capaz de improvisar y de tener una iniciativa absolutamente fuera de la caja, provocando en una discusión, pero a su vez manteniendo unas convicciones muy fuertes. Porque en 1984 los que se enojaron fueron los de la CGU y en la del 1985, lo que se enojaron fueron los comunistas”, remata el economista.

—¿En qué otros aspectos hay que pensar?

—Gili: Cuando uno mira Finlandia, invirtió en UPM pero Finlandia no es que solo compra el terreno y luego compra la tecnología a otros países y de acá mandan la celulosa, sino que la tecnología que está dentro de esa fábrica es finlandesa y Finlandia te exporta la tecnología para poder producir celulosa. Entonces, cómo nos integramos a las cadenas industriales es muy relevante. Es como si Uruguay además de vender carne -que ha sido muy moderno con trazabilidad y tiene mucha tecnología y tenemos mucho mercado- mañana ayuda a desarrollar la industria frigorífica en Arabia. No tiene la tecnología para ir a montar un frigorífico, desde la industria mecánica, el diseño, entonces ese salto, creo que es una discusión que tenemos que poner en la mesa. Lo mismo pasa en la industria audiovisual, donde tenemos un sistema brillante para poder desarrollar servicios. Se produce acá el contenido, le dimos toda la infraestructura, todos los servicios, pero la clave es cómo Uruguay podría desarrollar más contenido propio, más series propias. Al final ese salto cualitativo es el debate que Uruguay debería ponerse.

Oddone: Esto es una cosa en la que personas como Bruno y yo podemos colaborar, como otras personas en Uruguay, y es que nos hemos pasado más de 20 años arbitrando entre el mundo del negocio donde hay una rentabilidad necesaria para poder hacer mover la economía, con el mundo de lo que debe hacerse en términos de estándares, de estado del arte de la tecnología o a su vez desde la distribución del ingreso. Esos dos mundos en Uruguay tienen que estar mejor conectados.

Gili: Otro problema es que nuestras empresas no participan del mercado de innovación. ¿Qué pasa? Si sos una startup en Estados Unidos o en Finlandia o en Suecia o en Israel, sabes que tenés una salida que es que te va a comprar alguien, que alguien va a ayudar a apalancarte. En Uruguay, las empresas internacionales no vienen con el objetivo de identificar empresas innovadoras para desarrollarlas, porque eso lo hacen en su casa matriz y nuestras empresas públicas son lo que son: no pueden invertir capital de riesgo, no pueden hacer nada. Entonces ahí hay una dinámica que el argumento más fácil es que somos conservadores, no queremos asumir riesgo y no invertimos en cosas de riesgo. Pero no, nuestros incentivos están armados de tal manera, solo pensados para un mercado interno que obviamente no tiene como invertir en innovación. Ahí hay cambios relevantes para hacer, porque al final yo necesito un proceso por el que el resto del mundo me mande divisas para Uruguay vía inserción internacional. Ahí hay muchas cosas para pensar.

—¿Cambió el foco de los temas importantes y urgentes para Uruguay?

—Oddone: Estos temas, en esta misma conversación hace 20 años, no tendrían lugar. ¿Por qué? Porque en el fondo Uruguay era un país inestable macroeconómicamente con mucha volatilidad cíclica y por lo tanto la preocupación, tanto de personas interesadas en el bien público como de los empresarios, era el corto plazo. La preocupación del hacedor de política era cómo meter la inflación en un dígito, cómo hacer que la situación fiscal no vaya a generar una nueva crisis de deuda, cómo protejo a la población de eventos agudos que son frecuentes y cómo los dejo protegidos de esos eventos que tienen lugar o cómo hago una reestructura bancaria o cómo resuelvo un problema de deudores. Eso está despejado. Tenemos enormes cosas para mejorar en materia fiscal, en materia monetaria y en términos de la gestión macroeconómica, que creo que siguen estando arriba de la mesa, pero no tienen ni la urgencia ni la gravedad. Entonces, los desafíos para Uruguay hoy son crecer y cómo hago reformas de calado profundo para mejorar la asignación de recursos y aumentar la productividad y a su vez como redefino la matriz de protección social. Porque hoy hay un conjunto de población que estoy protegiendo que no tengo que proteger y sobre todo tengo que atacar en algunos lugares del Uruguay problemas de gravedad. Un ejemplo es el del precio del supergas. En el mundo actual con los sistemas de información que tenemos hay que dirigir un subsidio en la demanda a las personas que efectivamente enfrentan ese tema (los hogares de menores recursos), pero el precio está subsidiado de manera tal que uno que vive en Carrasco accede a un precio que no es el adecuado, porque el subsidio está mal dirigido. Ahí se puede ahorrar un conjunto de dinero para trasladar a la población vulnerable, pero con un problema, eso supondría que muchos sectores de la población que hoy pagan el supergas a un precio, tendrían que pagarlo a otro que no es el doble pero no se aleja tanto. Eso desde el punto de vista político no es fácil de transmitir y no es fácil de absorber por la gente. Pero, el solo hecho que estemos discutiendo de los subsidios o la eficiencia de las renuncia fiscales que hacemos, dice que los problemas que Uruguay tiene por delante son de otro calado, de otra madurez, porque efectivamente en los últimos 40 años pero en particular en los últimos 20 años hemos mejorado lo suficiente como para pensar: “ahora tenemos que mirar el largo plazo”. Eso en Argentina no puede ser, porque Argentina sigue metido en una discusión que es como la nuestra de los años 80 o peor. ¿Por qué? Porque en el fondo Uruguay, a su manera, con su lentitud ha hecho las cosas suficientemente bien en los últimos 20 años. Eso incluye gobiernos de distintos colores políticos, o sea que eso habla bien del país.

—¿Qué lugar le da el mundo a Uruguay para procesar estas transformaciones? Porque el otro día el expresidente del Banco Interamericano de Desarrollo, Enrique Iglesias, decía que se terminó un “período brillante” de la humanidad entre los años 1945 y 2020.

—Oddone: Tuviste un mundo que en los últimos 20 años te dio baja inflación, bajas tasas de interés, dólar barato producto de la bajas tasa de interés y como corolario una potencia demandante de alimentos y de materias primas como China creciendo a tasas aceleradas. Eso te dio en una constelación espectacular para un país pequeño, abierto al mundo, productor de alimentos. Eso no digo que sí se ha terminado, pero no liberaría cheques contra eso. Está la probabilidad además de que emerjan lógicas proteccionistas, porque en algún sentido hay un desencanto con la globalización que cuestiona la democracia, que hace que las demandas de las poblaciones digan “necesitamos políticas que estimulen el desarrollo”, ahí tenemos otra vez una vuelta de las políticas industriales.

Ese mundo para Uruguay es un mundo menos amistoso, pero no es un mundo imposible de navegar. Por tanto lo que hay que agudizar es la imaginación. No podemos irnos del Mercosur porque un 30% del empleo industrial depende del Mercosur y un porcentaje que es más del 20% de las exportaciones uruguayas van dirigidas allí, pero al mismo tiempo no podemos comprarnos la agenda de un país que no tiene un rumbo claro en inserción internacional, que tiene una agenda doméstica muy compleja y con mucha heterogeneidad política como Brasil para ser seguidores. Entonces, ¿qué tenemos que hacer? Lo que se verbaliza es correcto: hay que tratar de no irse, pero al mismo tiempo jugar en la periferia o la flexibilidad, lo cual es muy fácil de decir y muy difícil de implementar.

Hace ocho años esto era fácil porque se podía haber intentado adherirse al Acuerdo Transpacífico, que era un acuerdo unilateral y ahí comprar toda la tecnología asociada a tratados de este tipo. El problema es que eso está en retroceso hoy en el mundo como decía Iglesias, porque hay una duda sobre que esos caminos funcionan. Creo que hay que subirse al Transpacífico, pero no pensar que con ellos tenemos resuelto el problema.

Gili: Creo que fue un grave error lo de Uruguay XXI debilitarlo como se lo debilitó. Uruguay, y volviendo a la reestructura del Estado, necesita repensar cosas de que el Estado trabaje de una manera desconcentrada y usando las tecnologías y en donde se coordinan las cosas. Si voy a una escuela, puedo tener la escuela, la salud, los servicios municipales que estén coordinados. Todo eso lo permitiría hacer la tecnología y terminar con las segmentaciones de la ciudad. Montevideo es un desastre como se fue segmentando por situación socioeconómica y eso tiene repercusiones en todos los servicios y en la calidad de vida de la gente. Ahí hay un trabajo para hacer.

Oddone: Las industrias modernas innovadoras y de punta no son intensivas en capital, no precisan invertir capital y eso le levanta una restricción a un país como Uruguay porque en realidad es una oportunidad para poder desarrollar industrias de punta sin demasiado requerimiento de capital. Pero, pero, se necesita capital humano y eso que requiere niveles de educación altos que no tenemos ni en cantidad ni en calidad. En cantidad es imposible que los tengamos porque hay más ingenieros en un barrio de San Pablo que en Uruguay. Pero lo grave, lo dramático, lo imperdonable de los últimos 40 años de Uruguay, es que hemos dejado que un sistema educativo que funcionaba, que era inclusivo, que era de calidad, se haya deteriorado como se deterioró. El nivel de ingreso per cápita que tiene Uruguay no correlaciona con la tasa de egreso de Secundaria. Uruguay es un país que tiene una tasa de egreso muy baja para lo que es un nivel de ingreso per cápita.

En cualquier indicador que tomes, hemos retrocedido en términos relativos respecto, a donde estábamos en los años 60, o sea el fracaso es extraordinario. Esto era negado por mucha gente en el sistema político y mucha gente de los ámbitos de la educación. Hoy en día no digo que no hayan dejado de negarlo muchos, pero hay un reconocimiento y hay un consenso sobre lo que habría que hacer. Creo que este gobierno con la reforma educativa, en los capítulos que ha intentado cumplir están más o menos cubiertos. El problema es que hizo una gestión del cambio defectuosa, admito que la pandemia no los ayudó.

Anécdota

La despedida eterna de CPA Ferrere

Gili y Oddone sabían desde hace tiempo que la semana del 25 al 29 de setiembre sería su última en la firma. El jueves 28, Oddone salía de su oficina de CPA por última vez a las 19:45 -“hacía tiempo que no me iba tan tarde”, rememora-, se llevaba una percha y cuando se enfrentó al resto de escritorios vacíos fue “un momento fuerte, para el cual estaba preparado, acá termina una etapa de tu vida y me vino a la reflexión el día que se abría esta etapa de mi vida, que tenía 28 años y pensaba ‘¿qué me deparará el futuro?’ y ese jueves pensé lo mismo”, relata.

Gili dijo que esa última semana estuvo plagada de actividades de despedida de CPA, lo que lo hacía “como un velorio, pero donde uno era el cadáver”. Pero, “como fue muy afectuoso y creo que nosotros estamos bastante bien preparados desde hacía tiempo” el impacto no fue tan grande.

—¿Hay que reestructurar el Estado?

—Gili: Hay que repensar el diseño del Estado, puede ser complicado pero tenemos un Ministerio de Industria, otro de Ganadería, otro de Turismo. Eso no responde el mundo de los negocios, un mundo integrado, una economía de conocimiento, digital. Vos tenés cadenas que van de todo el proceso, entonces ¿un frigorífico es Ministerio de Industria, o de Ganadería? ¿Qué es UPM? Pero además no hay un Ministerio de Servicios y en Uruguay ¿cuánto del empleo y las exportaciones explican los servicios? Son cifras grandes y van crecer. El Ministerio de Finanzas tiene un buen gerente financiero, pero no tenemos Ministerio de Economía conceptualmente, lo que en otros países se llama Ministerio de Producción o Desarrollo. Hoy tenemos ministerios de Industria, Ganadería, Turismo, no sé qué y eso no responde a cómo está organizada la economía ni global ni la nuestra.

Oddone: Algunas personas que pasaron por el gobierno me enseñaron que lo que no está sentado en el gabinete y no tiene un propietario político en el gabinete, no existe. Entonces hay una organización del Poder Ejecutivo en base a ministerios sectoriales que responden a lógicas muy antiguas, que básicamente son un mostrador para atender demandas o relaciones con el sector de interés.

Hay una cosa que rompe los ojos en mi opinión que para Uruguay la inserción internacional es crucial y no tenemos un propietario del tema del punto de vista político de inserción externa. Tenemos un Ministerio de Turismo, tenemos Uruguay XXI colgado por ahí, alguna cosa en el Ministerio de Economía y la Cancillería que anda con una valijita dando vueltas cuando tiene tiempo para hacerlo. No hay que crear otro ministerio, hay que transformar el Ministerio de Turismo en un ministerio que maneje tres cosas: la inversión extranjera directa, el comercio exterior y el turismo que son las tres fuentes de divisas más relevantes que tiene Uruguay. Ahí hay que alojar Uruguay XXI, cosas que están en Economía y cosas que hay en Cancillería. ¿Con qué cometido? Para que ese ministro, su responsabilidad, sea trazar la agenda necesaria para capturar divisas.

Gili: Todas las agencias que se han ido creando hoy hay que repensarlas, porque hay un problema de duplicación de esfuerzos, de descoordinación muy relevantes. Y eso puede liberar recursos para pensar con mejor cabeza, pero necesitamos tomar algunos riesgos.

—¿Van a meterse en política a hacer además de proponer?

—Oddone: Que tenemos una vocación por el bien público es indudable, porque aun trabajando en el sector privado, nunca dejamos de estar en ese borderline en los trabajos que hacíamos. Por eso creamos Ágora. Nos sentimos, por lo menos en esta etapa, mucho más útiles ayudando a generar agenda, contenidos y provocando el debate. Ayudar a que un conjunto de gente que eventualmente no está siendo convocada con regularidad, pueda tener un espacio para pronunciarse, discutir y decir cosas que se conviertan en recomendaciones, que eventualmente el sistema político -que es el legítimo representante de la gente una vez que haya discutido el año que viene quien gobierna- lo implemente. Después todo lo demás será desde 2025. Nosotros no vamos a participar en cargos de elección, por tanto la mejor contribución que vamos a hacer entre tanto es discutir sobre la agenda programática.

Gili: Hay múltiples formas de participar en política en el sentido de política no electoral. Así que ayudar de esa manera en lo personal estamos dispuestos a ayudar, hoy con más tiempo que antes porque tenemos menos responsabilidades empresariales. Creo que si no hay buenas ideas es muy difícil llevar adelante algo. Producir documentos y producir políticas públicas para que debata el sistema político, es una forma de ser ciudadano. Ese es nuestro enfoque, después las vueltas de la vida pueden dar dos millones de vueltas. Lo único político electoral que tengo es acompañar a Nelson Mendiburu en “Juntos por Peñarol” detrás de la candidatura de Edgardo Novick y Alejandro Ruibal en las elecciones de Peñarol.

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