INFORME
Según el Índice de Desarrollo Humano que elabora la Organización de Naciones Unidas.
Una serie de crisis sin precedentes, principalmente la pandemia de covid-19, hizo retroceder el progreso de la humanidad cinco años y potenció una ola global de “incertidumbre”, afirma un informe de la ONUdivulgado este jueves.
El Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) afirma que el Índice de Desarrollo Humano cayó en dos años consecutivos, 2020 y 2021, por primera vez desde su creación hace 30 años.
Este índice mide la expectativa de vida, el nivel educativo y el estándar de vida de los países.
“Significa que morimos antes, estamos menos educados, nuestros ingresos van en caída”, dijo el jefe del PNUD, Achim Steiner, en una entrevista con la AFP. “Solo bajo tres parámetros, puedes tener una idea de por qué tantas personas están comenzando a sentirse desesperadas, frustradas, preocupadas por el futuro”, explicó.
El Índice de Desarrollo Humano creció de forma sostenida durante años, pero comenzó a caer en 2020 y siguió bajando en 2021, “borrando los logros de los cinco años anteriores”, según el informe titulado “Tiempos inciertos, vidas inestables”. El documento señala a la pandemia de covid como uno de los mayores motores de un retroceso mundial y a varias crisis -políticas, económicas y ambientales- que no han dado tiempo a los pueblos a recuperarse.
“Hemos tenido desastres anteriormente. Hemos tenido conflictos anteriormente. Pero la confluencia de lo que estamos enfrentando ahora es un gran retroceso para el desarrollo humano”, consideró Steiner.
El retroceso es global, impactando a más del 90% de los países del mundo y más de un 40% retrocedieron los dos años seguidos, según el estudio.
Entre los factores clave está la reducción de la esperanza de vida que se ha visto como consecuencia de la covid-19. En Estados Unidos, por ejemplo, ha caído en dos años (pasando de 73 años en 2019 a 71,4 años en 2021), cuando en el mundo tradicionalmente de media la esperanza de vida ha mejorado entre tres o cuatro meses cada año.
Suiza, Noruega e Islandia se mantienen en el tope de la lista de Desarrollo Humano, en tanto que Sudán del Sur, Chad y Níger figuran en los últimos lugares.
Chile (42) y Argentina (43) son los primeros latinoamericanos, seguidos de Costa Rica y Uruguay (empatados en el puesto 58) y Panamá (61), todos ellos dentro del grupo de naciones con un desarrollo humano muy alto.
Con un desarrollo humano alto aparecen otros como República Dominicana (80), Cuba (83), Perú (84), México (86), Brasil (87) o Colombia (88), mientras que Venezuela (118) y la mayor parte de Centroamérica están por debajo, con un desarrollo humano medio.
Haití (163) es el único país del continente americano con un desarrollo bajo, un grupo copado por países africanos y algunas naciones escenario de largos conflictos como Yemen o Afganistán.
Mientras que algunos países habían comenzado a recuperarse de la pandemia, muchos otros en Latinoamérica, África subsahariana, Asia del Sur y el Caribe no se habían levantado cuando surgió una nueva crisis: la guerra en Ucrania.
Aunque las consecuencias de la invasión rusa de Ucrania en los alimentos y la seguridad energética no se han calculado hasta ahora en el índice del año, “sin ninguna duda, el panorama para 2022 es sombrío”, señaló Steiner.
El informe también describe cómo fuerzas transformacionales, como el cambio climático, la globalización y la polarización política, presentan un complejo nivel de incertidumbre “nunca visto en la historia de la humanidad”, lo que lleva a crecientes sentimientos de inseguridad.
“Las personas han perdido confianza en los demás”, dijo Steiner. “Sin tener en cuenta las instituciones, ahora nuestro vecino se convierte a veces en la mayor amenaza, ya sea hablando literalmente de la comunidad o globalmente por naciones; eso nos está paralizando”.
Según el PNUD, la incertidumbre no es algo nuevo para la humanidad, pero nunca se había hecho tan clara como ahora por la acumulación de crisis: la crisis financiera global de 2008, la actual crisis climática y la pandemia de la covid-19 y una crisis alimentaria que se avecina.
“Existe una sensación persistente de que cualquier control que teníamos sobre nuestras vidas se está desvaneciendo, que las normas e instituciones en las que solíamos confiar para la estabilidad y la prosperidad no están a la altura de la compleja incertidumbre actual. Los sentimientos de inseguridad están aumentando en casi todas partes”, explica el informe.
“No podemos seguir con las reglas del siglo pasado”, argumentó Steiner, quien prefiere poner el foco en la transformación económica más que en hacer del crecimiento una panacea.
“Hablando francamente, las transformaciones que necesitamos ahora requieren que nosotros introduzcamos las métricas del futuro: bajas emisiones de carbono, menos desigualdad, mayor sostenibilidad”.
El informe presenta una nota positiva al decir que las mejoras pueden realizarse enfocándose en tres áreas principales: inversiones en energía renovable y preparación para futuras pandemias, seguros para absorber los impactos e innovaciones para fortalecer la capacidad para lidiar con futuras crisis.
Steiner también pidió que se invierta la reciente tendencia a la baja en la ayuda al desarrollo de los países más vulnerables.
Continuar por ese camino sería un “grave error”, estimó el jefe del PNUD, y “subestima el impacto que tiene en nuestra capacidad de trabajar juntos como naciones”.
[EN BASE A AFP y EFE]