ECONOMÍA AUTOSUSTENTABLE
El País visitó las tribus u201cTumbiráu201d y u201cTres Unidosu201d ubicadas en el río Negro, en la zona del Amazonas brasileño. Mediante los programas de apoyo de una ONG enfocados en el desarrollo sustentable, las comunidades apuestan al turismo, una actividad que les deja casi US$ 800 por familia.
A cuatro horas de barco de la ciudad de Manaos -capital del estado de Amazonas, en la región norte de Brasil- y rodeadas por el río Negro, el mayor de aguas negras del mundo y el más caudaloso de los afluentes del río Amazonas, están las tribus u201cTumbirau201d y u201cTres Unidosu201d, que como parte de un proyecto social se están reconvirtiendo al turismo y muestran su modo de vida a 100 visitantes al mes.
Comidas típicas como el pescado con mandioca o un guisado de distintas verduras, un fresco jugo de maracuyá, artesanías únicas hechas por los nativos, una charla con los integrantes de la tribu para comprender su realidad, y la inigualable sensación de caminar por una playa casi deshabitada con la sola interrupción del ruido de los pájaros, son algunos de los atractivos que esta zona del Amazonas ofrece a los foráneos.
Todo esto matizado por una temperatura muy calurosa, que ronda los 30° C incluso superados los meses de verano, y una sensación térmica cercana a 40° C por la humedad.
Todo comenzó ocho años atrás, cuando la Fundación Amazonas Sustentable (FAS) -organización no gubernamental que recibe apoyos del sector público de Brasil, de gobiernos extranjeros y de empresas privadas como el banco Bradesco, Samsung o Cola-Cola- empezó a ayudar a un grupo de tribus comunitarias a estructurar emprendimientos turísticos, como forma de que encontraran una salida económica autosustentable y abandonaran la tala de árboles no autorizada.
u201cFue un cambio para nuestras cabezasu201d, cuenta el líder de la comunidad u201cTumbirau201d, Roberto Britos, que es responsable de la u201cPosada Garridou201d, un hospedaje con servicio de comida buffet donde trabajan parte de los 130 habitantes del lugar.
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De recorrida por un bosque fresco con grandes arañas (casi domesticadas porque salen a saludar a los visitantes), Roberto cuenta una historia más mística sobre su reconversión de talador -actividad que heredó de su padre y su abuelo- a emprendedor turístico: un día al cortar un árbol sintió una voz que le advertía que estaban matando el medio ambiente.
u201cCuando llegaron y nos manifestaron que el futuro era autosustentable e iba por el turismo muchos no lo entendieron, pero hoy lo agradecenu201d, dice el propietario de la posada y revela que la comunidad pasó más de 100 años sin luz eléctrica u201cpero hoy falta un día y la gente ya protestau201d.
Roberto recuerda que en 2012 al llegar los primeros turistas u201cno sabía que mostrarlesu201d. Hoy hay una estructura montada en torno a la tribu u201cTumbirau201d, dado que la FAS hace la conexión con agencias de turismo que publicitan el destino.
Con sus casas de madera y de la mano de los apoyos que recibe, esta comunidad es de las más desarrolladas del Amazonas: cuenta con una iglesia, un consultorio médico, una escuela con biblioteca y laboratorio de informática, y hasta hay señal de Internet. u201cEl desarrollo no es solo económicou201d, sostiene Roberto, y para demostrarlo los adolescentes del lugar publican un diario llamado u201cRepórteres da florestau201d (reporteros del bosque) con noticias locales.
Los proyectos comunitarios de desarrollo turístico que impulsa la FAS en la región norte de Brasil son ocho e involucran a unas 19 familias. Según datos aportados a El País desde la ONG, la retribución mensual por familia de la actividad turística es de 3.000 reales -$ 26.000 o US$ 788-. u201cNo solo traen dinero, sino también sus conocimientos, y nos demuestran a nosotros que también tenemos saberes y riqueza para mostraru201d, destaca Roberto.
Kambeba.
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Para llegar a u201cTres Unidosu201d hay que hacer otras tres horas en lancha y se debe navegar entre el mayor archipiélago de agua dulce del mundo: Anavilhanas. Los más de 80 habitantes son de la tribu Kambeba, aunque su líder, Waldemir Triukuxuri, relata al recibir a los turistas su historia de vida: pese a no ser originario, vive en el Amazonas desde los 12 años y mientras sus hijos eran chicos trabajó parte de la semana en Manaos, hasta que falleció su hija y sintió u201cuna señalu201d.
Empezó a buscar una zona del río para instalarse y llegó hasta la comunidad que hoy lidera, donde había poca gente por miedo a los jaguares que habitan la zona. u201cEstuve cuatro días seguidos prendiendo fuego para ahuyentarlosu201d, recuerda y cuenta como se fue ganando la confianza de los nativos, pasando de miradas de desconfianza a ser nombrado coordinador regional de los pueblos indígenas del Amazonas.
Waldemir junto a su compañera Diamantina Kambeba y otras familias ofrecen servicios de gastronomía y artesanías a los visitantes. u201cCada persona que nos visita se lleva algo de nuestra identidadu201d, sentencia el líder de la tribu u201cTres Unidosu201d.
Los temores por Bolsonaro
Es difícil estar más de unas horas en Brasil sin observar alguna discusión por el futuro del país y la asunción el primer día de 2019 de Jair Bolsonaro como presidente. El tema llega hasta las tribus del Amazonas, y también la preocupación: desde qué pasara con los planes de ayuda económica hasta los impactos que tendrá en el medio ambiente los anuncios de abandonar el acuerdo climático de París. u201cCreo muy difícil sentarse con Bolsonaro y hablar de lo importante que son estos temasu201d, dice el profesor Philip Fernside, biólogo y científico estadounidense que trabaja en el Instituto Nacional de Investigaciones de la Amazonia. También advirtió que la desforestación del bosque tropical más extenso del mundo va en aumento en el último tiempo y la amenaza que significa la creciente instalación de proyectos de generación de energía en la zona, especialmente de capitales asiáticos.
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El Amazonas da u201cun servicio ambiental al mundou201d
La selva amazónica es una de las siete maravillas naturales del mundo y aparte de su riqueza a nivel de flora y fauna, su preservación tiene mucha relevancia para el ecosistema mundial. En total son más de 7 millones de metros cuadrados y abarca nueve países; en la parte brasileña la Fundación Amazonas Sustentable (FAS) cuenta con nueve centros de sustentabilidad abarcando con sus programas de apoyo a 581 comunidades y cerca de 10.000 familias.
u201cEl Amazonas presta un servicio ambiental al mundo. Sus aguas impulsan al agronegocio brasileño y otras tantas industrias, por eso esperamos que el mercado también nos devuelva parte de la ayudau201d, dijo Carlos Bueno, coordinador de relaciones institucionales de la FAS. Esa es la idea detrás de los aportes de capitales privados para los programas de apoyo a las comunidades nativas. Según datos de la ONG, disminuyó un 37% la desforestación en los últimos cinco años en las 16 áreas protegidas.
Los impactos en el medio ambiente de los cambios en la flora del Amazonas son múltiples: desde afectar el desarrollo de aves
que luego provoca por ejemplo que las palmas produzcan semillas más débiles, hasta reducir la absorción de carbono por parte de la vegetación afectando la carga de dióxido de carbono en la atmosfera global.
Un estudio de 2015 publicado en la revista Science mostró que el 1,5% de las cantidades incrementadas de este compuesto químico en la Tierra por actividad humana provinieron de la destrucción del Amazonas, y que sus bosques captarían un 12% más de carbono si no existiera la intervención del hombre.
Por otra parte, un informe del Consejo Federal de Administración (CFA) de Brasil hizo foco en la falta de universalización del servicio de agua potable en el estado de Amazonas y lo asoció a que se pierde cerca del 65% de la facturación por los robos y las fallas del antiguo sistema de tuberías. Esto u201cperjudica las inversionesu201d para ampliar el servicio y hace que la región tenga u201ctarifas más carasu201d.
* Invitado por el Encuentro Nacional de Editores, Columnistas, Reporteros y Blogueros (Enecob) al 2° encuentro E-latino.